AL SON DEL TEXTO

Al Son del texto

Tina Rodríguez

Cierra el noveno mes del año y ya no se vio claro en ningún estado del país, siendo la angustia para los que tienen facturas pendientes con los gobiernos que no solo se van, se van, sino que también hay cambio de siglas, como son los casos tremendos de Veracruz, Chihuahua y Quintana Roo, cuyos gobernantes salientes están metidos en escándalos de rendición de cuentas, trasparencia, evasión fiscal y opacidad.
Aunado a esto aparece la realidad de que las bajas en los precios internacionales del petróleo impactan en la captación fiscal en torno a ese hidrocarburo, y nada más no hay dinero para la demanda nacional y eso impacta negativamente en las partidas de cobertura social, en la radicación de dinero para entidades y desde luego en dinero directo a municipios.
Eso no quiere decir que no se sigan llevando lo mismo, tanto en lo material como en lo económico, porque lamentablemente la corrupción no se reduce como el presupuesto.
Pero sobre el particular ni el gobernador más señalado del sexenio, Javier Duarte de Ochoa dice mucho: no tiene dinero ni para el protocolo del cambio de gobierno –dijo-, en medio del reclamo de alcaldes de oposición que se quejan de que no hay partidas, y organizaciones campesinas y sociales reclamando los recursos para los programas.
En el caso de nuestra entidad, de por sí se le tenía apretado el cinturón a los acreedores del gobierno con pagos parciales y esporádicos, lo que asfixia las finanzas empresariales, pero, contrario a Tabasco y Veracruz entidades en la que los empresarios ya hicieron los reclamos públicos correspondientes con montos de deuda incluidos, en Chiapas solo un pequeño grupo encabezados por Jiménez Arrechar ha protestado por la demora de más en los compromisos.
En los municipios los alcaldes entrantes de plano desconocieron adeudos de sus antecesores, como si fuera un asunto personal y no institucional; el crédito para éstos está más que limitado por los prestadores de bienes y servicios, comerciantes y empresarios, y esta postura llega incluso a dependencias del gobierno del estado, enredadas en deudas millonarias que limitan su plan anual de trabajo, y obvio el beneficio para su sector de cobertura.
Pero no hay nada oficial, ni por parte de Hacienda del Estado ni por la Secretaría de Gobierno, porque obviamente la falta de recursos es motivo de inconformidad, que es lo que hemos visto en el caso de San Juan Chamula o la Secretaría de Salud y su deuda en medicinas.
No se espera que la cosa mejore sustancialmente para el cierre de año -y dado la reducción presupuestal de la federación- tampoco para 2017, lo que podría tener un costo político electoral para el año siguiente en que se renuevan los poderes en la entidad.

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