AL SON DEL TEXTO

Al Son del texto

Tina Rodríguez

El PRD pasó de ser un partido contendiente a los principales cargos de elección popular en disputa a un organismo político bisagra.
El cómo pues ha sido causal de sus dirigencias, que lo fueron degradando ante el electorado, y desde luego sus seguidores y militantes, a los que los ha ido decepcionando.
¿Qué más?
Hoy el perredismo se concreta a la aportación de un reducido número de votos, necesarios para el triunfo de los partidos grandes, en este caso el PAN, que lo lleva de la mano en contiendas estatales y surge la pregunta si lo hará en la federal, aunque alguna vez con Vicente Fox, fue con alianza con el PVEM.
Hoy ese perredismo enfrenta una disputa interior por parte de los que no quieren ir con la derecha, y pugnan por formular una izquierda de unidad que, por orgullo, la dirigencia venida a menos no quiere aceptar, y puede hasta quedarse sin corrientes tradicionales no en la cúpula, sino en las entidades que ven más izquierda a Morena que a su partido de siempre.
Obvio es que como en Chiapas, en cada entidad, Morena vive sus fricciones internas entre quienes la quieren y los verdaderamente posibles, y más ahora que las cosas ya no se van por tráfico de influencias sino por “mano alzada”, que es un viejo esquema populista que no garantiza tampoco las mejores candidaturas.
En el PRD la cosa es distinta, minimizado, en votos, queda desplazado de la disputa del poder, pero con la fuerza de negociar alianzas que le permitan obtener algunas candidaturas de importancia y cargos en el gobierno, si logran la victoria en las urnas, que es lo que ha sucedido en Quintana Roo, Veracruz y Chihuahua.
La verdad es que pasó de disputar los gobiernos estatales y la Presidencia de la República a conformarse con abanderar algunas alcaldías y diputaciones locales, pero no un gobierno estatal; las figuras predominantes las lleva el PAN.
Ahora, dado el cómo están ambos partidos con su presencia política en Chiapas ¿irán juntos?
Difícil predecirlo: no tienen presencia, sus dirigencias están nulificadas en tanto desprestigiadas, y para el electorado de partidos críticos ya no les queda nada ante dirigencias al parecer subordinadas a la presente administración, aparte de que sus dirigentes estatales, Janette Ovando y César Espinosa, bastante cuestionados, no se han acercado ni tantito.
Lo cierto es que ambos partidos en pocos años dejaron de ser competitivos, y sus dirigencias apenas se conocen entre la militancia misma.
Igual se van a conformar con migajas para poder mantener a sus oligarquías, porque posibilidades de buscar la gubernatura como antes, nada más no.

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