AL SON DEL TEXTO

Al Son del texto

Tina Rodríguez

Conocer que por asuntos religiosos hay personas que no se atienden y que incluso pierden la vida, hace pensar en el fanatismo con que algunos guías espirituales operan en perjuicio de sus seguidores.
No ha sido nuevo conocer que también en éstos cultos hay pastores torcidos, exhibidos en las redes sociales como pasa con los curas católicos pederastas, y aun esas condiciones la fe o confianza de los padres de familia parece ciega.
No pasa mucho tiempo sin que se conozca un caso más, y aun con eso los infantes son entregados al “representante de Dios”, para que practique la enseñanza de la fe, sin escuchar a los hijos que se quejan de los abusos de estos enfermos.
Así, con prejuicios a la vida mundana, se plantea que incluso desconfíen de la medicina humana y se concentren o entreguen a la “fe del señor”, sin examen alguno y las cosas avanzan hasta que el asunto es irreversible, o sea terminal.
¿Porqué?
¿Cómo se puede sancionar esa atrocidad?
Ciertamente los señores estos se cubren con el argumento de que cada quien determina si va al médico o no, pero ni duda cabe que su influencia es total, en especial en zonas indígenas en dónde los hacen conversos, y desafían incluso las críticas y el desprecio de sus familias.
Es de suponer que en los centros de salud llegan personas en ésta condición y ya no se puede hacer nada, o de plano se reportan sus muertes sin que se explique por qué no se llama a los que no dieron atención a su familiar.
Son asuntos serios que deben terminar, porque forma parte del manipuleo infame que hacen estos pastores y pastoras -por que las hay- que no sucede en la grey católica, por ejemplo.
Sucede con niños enfermos que se agravan y fallecen porque “es Dios el que decide”, porque su sangre “tiene poder” y otras frases que nuestra gente cree y practica a riesgo de su vida.

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