OPINIONES

¿Necesitamos una religión?

Yolanda Pardo

Vaya, la respuesta está en cada uno de los seres humanos, quienes buscan el sentido de la vida y respuestas a sus preguntas existenciales, precisan de compartir sus creencias y aglutinar su fe con otras personas afines a ellos, la necesitan, sobre todo, en momentos difíciles, en tribulaciones y pérdidas o simplemente para mantener la esperanza de una vida mejor y dar gracias a su creador, en un conglomerado idóneo, en el que se sienten más cercanos a la divinidad.
Para algunos, la religión es como su tabla de salvación y tratan de atribuir lo inexplicable a lo divino; para otros, es como su logotipo, que a veces exhiben con orgullo en sus rituales y ceremonias y a veces lo mancillan con sus acciones totalmente contrarias a sus doctrinas. Para los mal llamados ateos, porque en realidad no lo son totalmente, es con toda seguridad innecesaria, ya que consideran que sólo sirve para mantener a la gente oprimida, con miedo y bajo el control de los jerarcas clericales, cuya mayoría se enriquece a costa de la ignorancia y el miedo que infunden a sus agremiados con la condena eterna. Bien conocida es la frase célebre de Marx al respecto: la religión es el opio de los pueblos.
Una religión, según Wikipedia, “es un sistema cultural de comportamientos y prácticas cosmovisión en ética y organización social que relaciona la humanidad a una categoría existencial. Muchas religiones tienen narrativas, símbolos e historias sagradas que pretenden explicar el sentido de la vida o explicar su origen y el del universo. A partir de sus creencias sobre el cosmos y la existencia humana, las personas pueden derivar una moral ética o leyes religiosas o un estilo de vida preferido. Aproximadamente existen unas 4 mil 200 religiones en el mundo.
La práctica de una religión puede incluir rituales, sermones, conmemoración o veneración a una deidad o varias, sacrificios, festivales iniciaciones, oficios funerarios, matrimoniales. Meditaciones, oraciones, servicios comunitarios u otros aspectos de la cultura humana”.
La definición de la Enciclopedia Británica: “el conjunto de dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales y de prácticas rituales”.
En una entrevista le preguntaron al Dalai Lama, no con muy buenas intenciones: ¿Cuál para usted es la mejor religión? El líder espiritual del budismo tibetano, sin titubear, pero después de pensarlo unos segundos, respondió: La que te haga mejor ser humano.
Es conveniente entonces preguntarnos si la religión hace tal cosa o simplemente los seguidores de esta o aquella, lo son por pertenecer a una de ellas y ser considerado católico, cristiano, judío, musulmán o budista, para que quienes lo rodean lo consideren una persona más respetable y bondadosa porque aparentemente sigue sus preceptos o, por temor de todo aquello que les inculcan desde la niñez y que deben comportarse con una moral determinada, so pena de castigos irremisibles que los atarán eternamente a lo que llaman infierno.
Aunque todas las religiones y quienes las practican son respetables, al igual que los no religiosos o no practicantes que no descartan la existencia de Dios, del creador de todo lo que es, sin necesidad de una de ellas, sólo teniendo como hábito, costumbre, un modo de vida, el precepto primordial de todas: amar a tu prójimo como a ti mismo, están cumpliendo como seres humanos. Tan sencillo y a la vez harto difícil hasta para los seguidores de sus doctrinas, sin embargo, no es imposible y el mundo total, sería otro.
La bondad, el amor, las respuestas existenciales y hasta los milagros, no necesariamente se encuentran en la práctica determinada de una religión, sino en el corazón, en el interior del ser humano. Cada quien es libre de vivir su vida como le plazca y creer en lo que lo llene de esperanza para ser feliz, que es el deber y la finalidad de cada uno de nosotros.

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