AL SON DEL TEXTO

Al Son del texto

Tina Rodríguez

No faltarán los que opinen que la detención y posible proceso de 40 personas que participaron en los disturbios del pasado martes, en que tomaron el Congreso del Estado, retuvieron a ciudadanos, destrozaron establecimientos y automóviles, son víctimas de la intolerancia y la represión.
Nada de eso.
Los señores de Chenalhó que realizaron todos éstos actos vandálicos mínimo deben pagar los daños, si es que se negocia su libertad como sucede ahora, y que vimos con una veintena de maestros llevados hasta Tepic, Nayarit, abandonados a su suerte por su dirigencia, y que tuvieron que ser apoyados por diputados priistas de aquella entidad, en una ironía porque los de izquierda ni los pelaron; eso de negociar la libertad de protestantes aun el delito que cometan, no es privilegio de un o una ciudadana común y corriente.
Pareciera que “en bola” gozan de derechos extra judiciales que no gozamos los demás, que al cometer un delito sencillamente se es sujeto a los marcos de la ley a secas.
Los señores de Chenalhó, con el manto de que son indígenas y además, inconformes, abusaron del estado de derecho y tienen que pagar las consecuencias. Resulta ahora que para que no generen polémica, se la ponen blanda y a lo mejor hasta salen libres, mientras los que tuvieron pérdidas en propiedad privada y comercios que se las arreglen como puedan.
¿Qué cosa es eso?
No sabemos nada de las pérdidas de las unidades y propiedad ajena afectada por la marcha magisterial, menos de los que por una u otra causa también tuvieron consecuencias en contra por los bloqueos.
Estudios serios señalan que las pérdidas por éstas acciones del magisterio representan millones de pesos diarios que nadie paga, menos el gobierno que no tiene dinero.
No queda otra que demandar pero ¿para qué? Si salen libres.
Esa idea predomina en éste caso de los pobres indígenas inconformes, que en sus usos y costumbres cometen todo tipo de fechorías y bueno, hay que considerarlos por el desplazamiento histórico de que han sido objeto, aun afecten a ciudadanos que no están obligados para nada a coincidir con ellos y ni a apoyarlos en nada en sus problemas y demandas.
La sociedad está cansada de los abusos en nombre del indigenismo, que en realidad comprende asuntos caciquiles que quieren transportar a la capital del estado, y que como vemos no respetan nada, ni la ley.
A ver que hace con ellos ahora la ley, entrarle a sus usos y costumbres? Claro que no! que se aplique la ley la justicia, fueron muchos los daños, tanto en lo material como en lo físico y psicológico.

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