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EDITORIAL

Un aire intenso

Nuevamente un fenómeno natural muestra no las deficiencias técnicas de la capital del estado, sino la falta de normas específicas para la instalación de anuncios, verificación del estado de los árboles, en fin, mucho de lo que no se hizo por años por negligencia e irresponsabilidad, aparece con fuerza en el escenario urbano.
Ciertamente es imposible saber el estado de enraizamiento de los árboles, sobre todo los más viejos y muy altos, que ayer cayeron derribados sobre estructuras, vía pública e incluso autos, pero sí se debería tener conocimiento de las estructuras para pantallas, plafones, techos en los que en algún momento se ubican seres humanos, porque no fueron pocas las que ayer cedieron ante la furia del viento.
Como sucedía con los torrenciales que anegaban colonias generando pérdidas millonarias que nadie le cubría a los damnificados, aun pagaron por años drenaje, inevitablemente se van a registrar demandas y problemas por árboles y estructuras metálicas que cayeron sobre propiedad privada y vehículos.
¿Quién va a pagar los daños?

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