CON VALOR DE MUJER

Con valor de mujer

Ni más ni menos

Candelaria Rodríguez Sosa

Cuando creí que todo había terminado… realmente apenas comienza

Cuanta la historia de una mujer que soñaba con estudiar para aprender a vivir en la paz, amor, bienestar, en la justicia, y culminado su aprendizaje en las aulas del conocimiento, según ella, había llegado a su fin, tras criar a sus hijos, decidió que todo había terminado a los 50 años. Lo cierto es que renació. Había vuelto a nacer.
Y cuenta en su historia de ensueños, en el breve espacio robado para sí, en el aire, y un paisaje lleno de algodones como escenario cómplice del derrame, el vacío de la memoria que como un disco duro, arroja a borbotones la sabia rica de los recuentos, porque ésta a punto de autodestruirse. Nostalgia, emociones encontradas, en la reflexión, escribe:
“Cuando había decidido o dispuesto que su vida ahí terminaba, que concluía lo que había medido en base al tiempo que se había marcado. Había logrado cumplir a los 50 años sus metas, sueños, sus deseos. Había logrado todo, según sus cavilaciones, 50 años era suficiente para haber vivido en este planeta. Que era suficiente. Y pensaba, sin saber que era egoísmo, es más sin saber que era egoísmo, es más ni siquiera ese pensamiento paso por su vida.
Llegar a los 50 años plena ¿plena? Se pregunta, cuando su primer hijo de 16 años y su segundo de 20 años, se dijo “ya crecieron. Ya saben vivir” Ella pensaba en si misma, no en los hijos, su familia, Y se interroga ¡yo, siempre yo¡” porque?, no lo sé? Se cuestiona.
50 años, la línea de la vida programada
Pero que la lleva a pensar así?
Asegurar para si misma que su vida había llegado a su fin a los 50 años, aún no lo sabe.
Con la mirada en el vacío, recuerda que ha transcurrido 11 años y agradece a la vida por el giro que dio su vida, pero sigue preguntándose  ¿tengo más porque vivir? Y se responde “todos los días tengo respuestas. Si?
Ensimismada dialoga en su monólogo  “Si, pero mi corazón esta estrujado, mis ojos se llenan de lágrimas, porque viviendo y queriéndome comer el mundo, descubro y redescubre que mi vida entrelazada “las causas justas, en busca de un horizonte de luz, que permita ver el sendero por donde andar, que pueda iluminar el camino para no tropezar y esquivar los obstáculos y lograr la paz interna y externa en la humanidad, entonces descubro, redescubro que aún me hace falta mucho por vivir.”
“la humanidad en mi piel, introyectada en mi vida,  están mis hijos, sangre de mi sangre, piel de mi piel, legado de la divinidad de la vida, son el eje donde gira todo el andar de mi vida. Humanidad. En ello esta puesto y depositada cuando hago todos los días. (Continuará)

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