AL SON DEL TEXTO

Al Son del texto

Tina Rodríguez

De poco sirve que la autoridad más alta del país reconozca que la violencia contra las niñas y las mujeres constituye un agravio hacia toda la sociedad; esto porque el presidente Enrique Peña Nieto sostiene que México no se queda atrás en los avances en favor de “ese sector”, como si se tratara de una cuestión métrica como el sector campesino u obrero.
La clara falta de aplicación de los criterios que plantean las mujeres en todos los órdenes de la vida nacional, se refleja en sus políticos y sus políticas, y en esto poco importa que en la cámara estén presentes mujeres como nunca antes, y permita la ubicación de México en el séptimo lugar de mujeres posicionadas en las cámaras, cuando es sabido que éstas obedecen a directrices de sus partidos, y no hacen causa común en puntos demandados desde hace muchos años, derechos sexuales -aborto, orientación sexual-, laborales, políticos, entre otros muchos puntos que comprenden el acoso sexual en el ámbitos que sea, y si aterrizamos al derecho de las niñas a la no violencia, extendemos lo que hace falta con mucho, y que no es una realidad social en México, aunque esté plasmado en la letra de constituciones locales e incluso la nacional.
La equidad y la paridad están muy lejos de ser una realidad en el ejercicio político y menos en los puestos de decisión, que si observamos el panorama de la administración pública estatal, pues la presencia de la mujer no rebasa ni el diez por ciento.
Tan solo en San Lázaro, ciertamente, hay 211 legisladoras, es decir 42.4 por ciento del total de 500 diputados, que ya es considerado un gran avance que, se insiste, esperemos se manifieste en los hechos, en las tribunas, en causa común, porque la violencia contra la mujer en México es latente.
Es por eso que ayer marcharon miles de mujeres por todo el país, haciendo sus peticiones, manifestando su inconformidad por los discursos que no se materializan, y la presunción de gobiernos  sobre los derechos de la mujer que en los hechos, sencilla y peligrosamente no se cumplen.
Al no cumplirse la mayoría agresora se sabe impune, porque no hay una cultura jurídica, una cultura social, un estado de derecho que haga vigente esas leyes y normas de la que se ríen los agresores, ante las quejas y demandas al vacío en que miles de mujeres ya no al año, al mes, que presentan.
La impunidad es más frecuente que la justicia
Obviamente los discursos, las referencias, el “maquillaje” que usan las administraciones estatales aun los datos mismos los desmientan
Para el presidente por ejemplo, la prevención y procuración de su autonomía económica es la mejor manera de combatir la violencia contra “el sector”, y adelantó que en el presupuesto del próximo año se destinarán casi 26 mil millones de pesos en programas y acciones en favor de las mujeres.
Y puede ser el doble, pero mientras no se haga sentir la ley de nada valdrá esa y otras cantidades.
Discursos como ese ya se han escuchado anteriormente, llenos de buenos propósitos y no se cumplen, que no están presentes en todos los congresos estatales, en los cabildos, como para pedir se diseñen programas, proyectos, para el empoderamiento de las mujeres. La verdad no se ve, como la mayoría de esos, “diseñadores” son varones.

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