SIN TANTO ROLLO

Sin tanto rollo

Eduardo González Silva

  • “No sé de qué me hablan”

Nada difícil resulta y menos para el actual presidente estadunidense Donald Trump, exacerbar el sentimiento de la población de su país en contra de los inmigrantes, más cuando provienen de América Central o de México.

La indiferencia hacia nuestro país y Centroamérica ha sido históricamente infinita. Hay que recordar que incluso el que fuera mandatario de la Unión Americana, Barack Obama (que pese a pertenecer al grupo de afrodescendientes), en el periodo de las dos campañas electorales una en busca de la presidencia y la otra para su reelección, solo en cuatro ocasiones aludió al nombre de México.

Poca importancia en realidad les merece lo que ocurra con la vida de las naciones abajo del río Bravo. Nada ocioso debe ser el conocer el porcentaje del ciudadano medio norteamericano, que sabe la ubicación geográfica del país vecino del sur dentro del planeta, y aunque parezca exagerado, mínimamente les interesa saber dónde está.

En enero pasado le preguntaron al afamado mariscal de campo de los Patriotas de Nueva Inglaterra, Tom Brady, su opinión sobre la película Roma, que levantaba revuelo por esos meses en distintas partes del mundo, a lo que el seis veces ganador de un anillo de Súper Tazón, solo atinó a decir, “no sé de que me hablan”.

Ahora la tarea de Trump, es dirigir polémicos ataques por twitter, contra México, las caravanas de inmigrantes centroamericanos y alentar en cuanta oportunidad tiene, en su deseo por levantar un muro a lo largo de los tres mil kilómetros de la frontera para dividir todavía más a nuestro país del suyo.

El estadunidense ha elegido a México (país en condición de vulnerabilidad), como principal enemigo para su seguridad nacional, y nos acusa de drogadictos, violadores, criminales terroristas, narcotraficantes, rateros, etcétera, etcétera.

La cuestión es que sus conciudadanos, creen en esas acusaciones, es así que el 70 por ciento del electorado de norteamericano lo apoya, y acepta lo que dice sin considerar su falsedad.

Para el nuevo gobierno mexicano que encabeza Andrés Manuel López Obrador, ha dejado pasar (en términos beisboleros las bolas ensalivadas del multimillonario afincado en Nueva York). Sin embargo, tres son los aspectos fundamentales a los que tarde o temprano deberá encarar de frente con su homólogo estadunidense.

La actual relación diplomática bilateral es potencialmente delicada, en el círculo de los altos funcionarios yanquis se advierte un sinnúmero de dudas sobre lo que sucede en nuestra nación, específicamente en el tipo de rumbo y magnitud del cambio que se ha dado a raíz de la nueva administración federal.

Los problemas más visibles en la relación México-Estados Unidos, se centra por lo menos en temas como: la migración, el tratado de libre comercio, y la situación en Venezuela, asunto en él no se ha fijado una posición más allá de la doctrina juarista del “respeto al derecho ajeno es la paz”.

En materia de migración, se viven momentos de mucho auge, tensiones, encuentros y desencuentros en los últimos años, en que se observa que hoy en día, van menos mexicanos a la Unión Americana, y se registran en promedio más retornos producto de las deportaciones.

Ahora, es más frecuente la migración de las nacionales del llamado Triángulo del Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador), cuyo fenómeno ha ido de coyunturas como el éxodo de menores migrantes no acompañados hace apenas dos años, y las recientes caravanas. (Continúa II…)

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