Foto: Daniel Mordzinski/ Cortesía Alfaguara
ARTE Y CULTURA

Una de viejos guerrilleros

. El escritor nicaragüense, Sergio Ramírez, convierte a su novela ‘Tongolele no sabía bailar’ en un campo de enfrentamiento ideológico con humor

Ciudad de México – Antiguo guerrillero, expolicía e investigador privado, Dolores Morales regresa como “un hombre más viejo, con un impedimento físico que le pesa cada vez más, lleno de decepciones y enfrentado a la enfermedad de su amante”.

El detective que protagoniza la reciente saga del escritor nicaragüense Sergio Ramírez, Premio Cervantes 2017, entra con la novela Tongolele no sabía bailar (Alfaguara) en el escenario político contemporáneo del país centroamericano.

Tras la publicación de El cielo llora por mí (2008) y Ya nadie llora por mí (2017), el narrador ubica al inspector, al que considera su alter ego, diez años después de su pasada aventura y ahora vuelve de su exilio a una nación corrupta y sin libertades.

El recorrido de vida del personaje comienza en los años 90 de la pasada centuria, cuando trabaja en el departamento antidrogas de la policía nacional; y recuerda de manera más fresca su pasado guerrillero. En la siguiente novela, Morales ya es un investigador privado que debe enfrentar casos de corrupción.

Y, ahora, regresa a Nicaragua reclamado por la enfermedad de su amante; pero se encuentra con un grupo político que se le viene encima, que está tejido de complicaciones criminales, de represión y corrupción”, detalla en entrevista con Excélsior.

El también político y abogado explica que Morales está atrapado, en esta tercera entrega, en situaciones que no tienen solución. “Tras su destierro forzoso, las redes de poder lo tienen casi inmovilizado. No puede ejercer su antiguo oficio de investigador privado con la libertad de antes.

Y ha perdido toda la confianza que tenía en lo que fue el sueño de su vida, la Revolución, por la cual peleó con las armas en la mano; ahora ve que todo se desmorona, que pasa a ser lo contrario, lo mismo contra lo que luchó. Ése es su gran problema moral y ético”, agrega.

Quien participó en la Revolución Sandinista en los años 70 y fue vicepresidente de su país, bajo el mandato de Daniel Ortega, de 1985 a 1990, define a Tongolele no sabía bailar como un campo de enfrentamiento de los viejos guerrilleros.

Hay quienes, como el inspector Morales, asumen una postura crítica en contra de la dictadura; y otros que, desde la perspectiva de su vieja promoción ideológica, siguen creyendo en ese proyecto y lo respaldan a muerte, al grado de salir a las calles a reprimir a la gente desarmada, como Tongolele”, comenta.

La trama incorpora al hombre con este apodo, “le dicen así porque tiene un mechón blanco en el pelo, parecido al de la bailarina, con quien no tiene nada qué ver”, quien mandó a Morales al exilio.

Es el guerrillero que evoluciona hasta ser un instrumento del poder represivo. Cree que está cumpliendo con un deber; pero a la vez tiene negocios ilegales, trafica con su influencia. Ya no tiene ideales, sólo defiende al poder para evitar su propio hundimiento.

La novela es un campo donde se dilucidan las nuevas visiones de quienes pelearon en otra época por un país distinto y ahora están enfrentados de una manera dramática”, añade.

El cuentista y ensayista, premio Carlos Fuentes 2014, coloca a su detective al lado de los jóvenes y recrea las marchas de protesta de 2018 contra el gobierno autoritario.

Él puede ver de cerca cómo los muchachos tienen un descrédito total frente a la antigua Revolución; son escépticos, no tienen los mismos patrones ideológicos. Es la generación que sufrió el exilio, que ha puesto los muertos y los heridos, que ha sido fuertemente reprimida”, indica.

El presidente fundador del encuentro literario Centroamérica Cuenta admite que el mayor reto de esta novela fue abordar una problemática social y política tan actual, pues se corre el riesgo de caer en el panfleto.

Cuidé mucho que esto no sucediera. Una regla de oro del escritor es no comprometerse con hechos recientes, porque debes asumir una postura pasional o política, sobre todo con sucesos aún no resueltos, que están cambiando. Pero me blindé con el sentido del humor”, dice el autor de Sara.

Ramírez aclara que no sabe si habrá una cuarta entrega de la saga. “Ya sería entrar a la novela futurista, que no me gusta mucho. Me daré un compás de espera”. (Excélsior)

Print Friendly, PDF & Email

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *