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SERGIO RAMIREZ: SOMOS HIJOS DE LA DIGNIDAD Y DE LA PALABRA

Por: Odette Ferré

MSc en Estudios Comparados de América Latina especialización en Antropología

Eran las 5:00p.m. de un sábado primaveral, muy soleado y tranquilo en Madrid. En el Centro de Arte Moderno-Museo del Escritor había una máxima expectación por la inminente llegada del autor Sergio Ramírez. Un pequeño homenaje se preparaba para felicitarlo por su reciente galardón: el prestigioso premio Cervantes. En medio de la sala donde tendría lugar la recepción, se encontraba una vitrina que albergaba como un tesoro la colección de los disquetes que contienen la integralidad de su novela Castigo Divino. Esta donación cobraba en ese instante un significado aún más relevante. Raúl Manrique y Claudio Pérez, directores de este espacio cultural, apuraban los últimos detalles para recibir al amigo entrañable, “un gran escritor y un gran ser humano”, en la que él considera su casa. Los asistentes alistaban sus libros para que el autor se los dedicara. Un equipo de filmación, que seguía al escritor en su periplo pre Cervantes, se preparaba para no perder ningún detalle del evento que completaría un documental sobre Ramírez. Un año y medio después se estrenó, en el 61 Festival Internacional de Cine de Bilbao, esta producción titulada Sergio Ramírez, la herencia de Cervantes en Centroamérica, dirigido por el cineasta nicaragüense Iván Argüello y rodado por Ticuantepe Films en España, México, Chile, Costa Rica y Nicaragua. El ambiente se antojaba distendido, alegre, sencillo. Se percibía en el público la emoción y el orgullo de compartir esta importante distinción.

Ese lunes 23 de abril, dos días después del cálido y sentido encuentro en el Centro de Arte Moderno, el escritor Sergio Ramírez recibió el máximo reconocimiento de las letras en español: el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes 2017. Su felicidad era doble. Primero porque ingresaba al selecto grupo de escritores a los que admira desde siempre y que han sido referentes en su creación literaria como Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Juan Carlos Onetti, Dulce María Loynaz, Alejo Carpentier, Juan Benet o Jorge Luis Borges y segundo porque este premio daba visibilidad a la literatura de su país y a Centroamérica. El 2017 marcaBa así una coincidencia afortunada para la literatura nicaragüense pues dos de sus máximos exponentes habían sido galardonados con prestigiosos premios literarios: Ramírez con el Cervantes y la poeta y escritora Claribel Alegría, desaparecida recientemente, con el XXVI Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. “Yo creo que este premio significa mucho porque es la primera vez que el Cervantes se concede a un nicaragüense. Esto es una reafirmación en la autoestima de los escritores centroamericanos. Siento una alegría compartida entre la gente, sean o no literatos, de que esta lotería literaria haya caído en Centroamérica.”

Sergio Ramírez es un escritor atípico en su quehacer literario. Hubo un tiempo en el cual el autor y político -(sus dos grandes pasiones son la escritura y la política)- se dedicó a la política no ordinaria, impulsado por sus fuertes convicciones, en un momento en el que Nicaragua se enfrentaba a una época de grandes cambios. Formó parte de la Lista de los Doce que respaldaba al Frente Sandinista de Liberación Nacional en contra del régimen de Anastasio Somoza. Tras la caída del dictador, en 1979, integró la Junta de Gobierno. En 1985, fue nombrado Vicepresidente, cargo que ocupó hasta 1990, cuando renunció decepcionado por el rumbo que había tomado el gobierno en funciones. Fue diputado en la Asamblea Nacional hasta 1995 y candidato presidencial en las elecciones de 1996. A pesar de haberse dedicado durante este período a la política, Ramírez pudo compaginarla con la escritura, lo que implicó ciertos sacrificios. Así nació su novela Castigo Divino. “En el pasado, cuando me tocó estar en la política, porque habíamos ganado la revolución, extrañaba muchísimo, añoraba la escritura. Cuando vi que el tiempo se prolongaba, busqué las horas para escribir; no tenía más que las horas de la madrugada y así fue como escribí Castigo Divino, levantándome muy temprano. Descubrí que la literatura no es incompatible con ningún oficio, aunque sea el de la política. Claro que no le recomendaría a ningún escritor joven que se meta a la política ordinaria. La política en la que yo entré no era ordinaria, era el llamado de una revolución. Lo que uno no puede hacer es escribir sobre lo que está haciendo, tratar de defender la causa por la que está luchando porque entonces la que sufre es la novela. La novela necesita un punto de vista diverso, independiente, crítico y eso no lo puede hacer un político.” Castigo Divino, novela ganadora en 1990 del premio Dashiel Hammett en la Semana Negra de Gijón, surge en medio de una época incierta y convulsa, en la que Nicaragua acapara la atención del mundo. Está ambientada en León, ciudad de los afectos del príncipe de las letras castellanas, Rubén Darío, quien en sus años mozos fungió como periodista para el diario local La Verdad. Este gran poeta y escritor marcaría con sus obras un antes y un después en la literatura latinoamericana, siendo el jefe de fila del Movimiento Modernista en el continente. Rubén Darío será uno de los referentes más importantes en la obra de Ramírez. En su libros Margarita está linda la mar -(Premio Alfaguara de Novela en 1998)- parafraseando uno de los versos del poema que Darío dedicó a Margarita Debayle y A la mesa con Rubén Darío (2016), Ramírez le rinde un sentido homenaje a quien él considera el gran inspirador de muchos escritores latinoamericanos, esa estirpe de autores que buscan en la obra del poeta nicaragüense recursos literarios y estilísticos. En el libro Rubén Darío, del símbolo a la realidad edición conmemorativa de Alfaguara por los 150 años del natalicio del autor en el 2017, Ramírez escribe sobre una faceta desconocida a propósito del celebrado poeta: “Rubén, habitante fatigado de sus paraísos artificiales, y falto de dinero porque la pobreza fue recurrente en su vida, aceptó en sus años finales la propuesta de publicar -en Madrid- una selección de sus poemas elegidos por él mismo, lo cual le deparó un adelanto de dos mil francos franceses, suficientes para aliviar temporalmente sus pesares económicos.”

El escritor Sergio Ramírez en una firma de libros
El escritor Sergio Ramírez en una firma de libros

Castigo Divino, marcaría también un antes y un después en la obra de Ramírez. Inspirada en la crónica roja del León en 1933, tiene como punto de partida una película de donde toma el nombre la novela en su traducción al español. Payment Deferred, realizada por el director alemán Lothar Mendes en 1932 y protagonizada por Charles Laughton y Maureen O’Sullivan, cuenta la historia de un asesinato así como la novela de Ramírez, donde son tres los personajes asesinados. Los crímenes son una excusa para mostrar el trasfondo de una realidad más compleja que se puede extrapolar a muchas ciudades de América Latina, donde el ejercicio del poder es incoherente con las vivencias cotidianas. Para Ramírez el poder más que la política constituye un tema importante de inspiración literaria: “Más que la política, el poder es un tema de inspiración para los escritores. Si uno ha vivido dentro del poder debe sacarle partido como experiencia. Como el amor, la locura o la muerte, el poder es uno de los grandes temas de todos los tiempos en la literatura.”

Otra novela de referencia en la extensa obra de Sergio Ramírez es La fugitiva (2011), historia inspirada en la escritora nicaragüense Yolanda Oreamuno, desaparecida prematuramente dejando como legado una importante obra literaria. La novela se convierte en un homenaje a la mujer escritora, al paradigma de lo femenino en el imaginario literario latinoamericano, donde la figura principal, Amanda Solano, es el alter ego de Yolanda Oreamuno. Este personaje se convierte en la escritora, en la mujer que lucha por tener na voz en la sociedad latinoamericana de principios del siglo XX, una mujer que quiere emanciparse, adquirir nuevos roles y nuevos espacios. “Creo que cuando uno ve el panorama de la literatura latinoamericana del siglo XX está casi despoblado de mujeres. Una excepción notable es Uruguay donde dominan las mujeres escritoras en el Modernismo y Argentina donde también hay un número notable de escritoras. Pero en el resto del continente son muy excepcionales las mujeres escritoras como Julia Burgos o Yolanda Oreamuno. Son mujeres que luchaban por abrirse un lugar como escritoras dentro del espacio de libertad que ellas buscaban. La escritura se le negaba a la mujer como se le negaba la libertad y por lo tanto ser escritora era ser libertina. Este sentido de libertinaje condenaba a la mujer a ser sospechosa. Una mujer que era escritora era sospechosa de ser fácil sexualmente. Y peor si era divorciada. Con todos estos signos de rebeldía chocaban en una sociedad tan conservadora y patriarcal. Esta es la historia de Yolanda Oreamuno, la que conté a través del personaje de Amanda Solano, en la novela La fugitiva, una historia que se va repitiendo en diversos lugares de América Latina.”

Durante el mes de abril, mes de la literatura, diversos eventos se celebran en diferentes ciudades en el mundo. En España, el día del libro coincide con la entrega del Premio Cervantes y en Colombia se lleva a cabo la Feria Internacional del Libro de Bogotá, uno de los eventos culturales más relevantes en el continente. El oficio de escritor exige conocer y amar lo que se hace. Para aquellos que decidan tomar ese rumbo Sergio Ramírez aconseja: “Primero hay que leer muchísimo y aprender de otros escritores. Un escritor que empieza en este quehacer, no debe apenarse de imitar, no debe atemorizarse frente a la influencia que puede recibir de otros escritores y de que esa influencia se note cuando escribe porque eso luego se decanta y uno va encontrando su propia voz; lo importante es ejercitarse en otras voces. Reitero que para aprender a escribir hay que leer, leer intensa y apasionadamente. “

En cuanto a la literatura colombiana el escritor cree que Colombia siempre se ha caracterizado por tener una gran profusión en la propuesta literaria: “La literatura colombiana es un buen ejemplo de diversidad. Hay escritores que han dado con claves maestras como Héctor Abad Faciolince o Juan Gabriel Vásquez. Son escritores que han buscado un modo de expresión literaria que se aparta del molde tradicional y por eso es que han tenido tanto éxito entre el público.”

El homenaje en el Centro de Arte Moderno acababa con unas emotivas palabras de Sergio Ramírez. Su esposa, la socióloga Gertrudis Guerrero le acompañaba, orgullosa. Y antes de que la noche cayera completamente, el escritor agradeció de manera especial, evocando el espíritu de Cervantes, quien finalmente era quien nos convocaba, a los directores del Centro de Arte Moderno por este sentido reconocimiento: “Sabemos que hay un Quijote en dos tomos, ustedes son dos Quijotes en un sólo tomo que se han dedicado a esta empresa cultural convirtiéndola en un verdadero negocio del espíritu.”

Ayer viernes, dejé como legado, como parte del ritual que se hace en la Biblioteca del Instituto Cervantes dos cartas, una de Rubén Darío y otra de Sandino. Quienes firman estas cartas, ambas mecanografiadas, representan juntos la esencia de mi país, a través de la palabra y de la dignidad. Son ellos quienes nos dieron nuestro sentido de nación. Rubén transformó el idioma desde la literatura, dando a la lengua nuevos atrevimientos y sonoridades, y la poesía lo convirtió en un héroe nacional, suficiente para que a su regreso en 1907 la gente del pueblo desenganchara el tiro de caballos del coche descubierto que debía conducirlo desde la estación del ferrocarril en León, para pegarse a las varas y arrastrarlo entre vítores. Sandino, quien se definía como un “trabajador de la ciudad, artesano como se dice en este país”, se convirtió en soldado por la fuerza de la necesidad ante el imperativo de librar al país de la intervención militar extranjera que duró seis años. De manera que no puedo dejar nada mejor entre los tesoros del Instituto Cervantes, que las firmas de los dos nicaragüenses que me legaron un país. Su puño y su letra.”

Mientras existan los escritores, a pesar de los tiempos inciertos, a pesar de las horas convulsas, la literatura y la poesía seguirán alimentando el alma y vistiendo el espíritu…

Un especial agradecimiento a Raúl Manrique y Claudio Pérez del Centro de Arte Moderno- Museo del Escritor de Madrid.

Sobre la autora de la entrevista Odette Ferré
Sobre la autora de éste texto, Odette Ferré.
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