ESPECTACULOS

Documentales abordan herencia de injusticias en Centroamérica

Ciudad de México – Hablar del pasado para entender el presente es el propósito del ciclo de cine centroamericano que cada segundo miércoles –entre septiembre y diciembre– se realizará en el Colegio de México (Colmex), de la Ciudad de México, con siete películas.

Las cintas son: la salvadoreña El lugar más pequeño, de Tatiana Huezo; la guatemalteca El buen cristiano, de Izabel Acevedo; la nicaragüense Palabras mágicas para romper un encantamiento, de Mercedes Moncada; la costarricense Dónde estás, de Maricarmen Merino; la panameña Invasión, de Abner Benaim, y la hondureña Olancho, de Ted Griswold y Chris Vladés.

El primer documental en presentarse el 11 de septiembre pasado fue La batalla en el volcán, del salvadoreño Julio López. El próximo 25 corresponderá ver El buen cristiano. Después de la proyección de cada película hay una mesa-debate entre el público y algún especialista en la materia.

La idea es vincular tanto a la comunidad centroamericana que se encuentra dispersa en la Ciudad de México como al público mexicano que quiera conocer algunas de las realidades de esa región.

Organizado por Silvia Gutiérrez, bibliotecaria de Humanidades Digitales de la biblioteca Daniel Cosío Villegas, del Colmex, y Elena Salamanca, estudiante del doctorado en historia en la misma institución, el proyecto pretende cuestionarse las herencias violentas, desigualdades e injusticias que han acumulado durante años los centroamericanos.

Los documentales muestran el papel que ha jugado México en estos conflictos. No se trata de una historia lejana de otros países, sino que la historia de Centroamérica es nuestra historia. Aquí han vivido muchos exiliados de la región, y han estudiado sus hijos. Algunos de los directores de las películas que se presentan se formaron como cineastas en este país, dice Gutiérrez.

Los filmes cumplen dos requisitos: que sean producciones hechas entre 2011 y 2018 y que hayan sido estrenados en festivales. Asimismo, otro elemento llamativo es que al menos seis de los siete directores son hijos de protagonistas de la historia reciente de la región, es decir, de la época en la que hubo guerras civiles, comenta Salamanca.

Casi todos ellos (los directores) tienen preguntas relacionadas con el pasado reciente de Centroamérica, con la militancia de sus padres y las organizaciones políticas en las que participaron durante la guerra, explica.

Olancho es la única que no trata temas de memoria histórica, ni de la guerra o las invasiones a Centroamérica. Aborda la vida de un agricultor de la ciudad que da nombre a la cinta, y que es un músico tradicional que trabaja para los cárteles de droga de la región, menciona.

“Es interesante que presentemos Olancho al final porque conecta con lo más inmediato: los desplazamientos por violencia o por conflictos ambientales”, indica Salamanca. (La Jornada)

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