EDITORIAL

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  • De nombres

Y es que si hubiera venido en calidad de sub secretario de gobernación, el efecto fuera el mismo, al ser el chiapaneco según esto mejor posesionado en la estima del presidente dentro de su gabinete, al encomendarle un trabajo clave en su política de salud, como lo es “sanear” al Instituto Mexicano del Seguro Social, desde años cuestionado por sus carencias para con los derechohabientes, sean en activo, jubilados y pensionados.

Para esto bastó una sola palabra no utilizada con frecuencia pero no fuera de contexto, y desde luego a los cuestionamientos de que “venía ya en pre campaña”, su oficina contestó con un comunicado institucional refiriéndose a la gira por Chiapas a clínicas en el olvido desde hace mucho tiempo, y que se van a adecuar de acuerdo a la demanda de cada cual.

No son los tiempos para iniciar campañas, pero en las redes sociales plantearon que a eso venía Zoé Robledo Aburto, en busca de culminar el viejo objetivo de su padre, quien ganó una elección pero ante la oposición del EZLN, fue retirado como se estilaba en esos tiempos: por orden de arriba.

En estos casos y en un Chiapas en dónde los hijos y familiares de ex gobernadores han repetido en el poder, es fácil señalar que Robledo va por ese camino, como si fuera la única opción del elector, en tiempos en que hay otras fórmulas para sopesar en realidad quien tiene arrastre entre la población.

Ya no es cosa de apellidos, y si de simpatías, cosa que ya se verá más allá de las redes sociales en la que cualquiera emite una opinión –que es su derecho- sin que venga al caso aún.

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