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El EPR señala que el Ejército Mexicano es el principal instrumento de violencia de clase contra el pueblo, desde hace 100 años de la ejecución de Emiliano Zapata

  • Pesa en su historia una larga cadena de masacres, asesinatos políticos, represiones masivas, espionaje, persecución, desaparición forzada, tortura, ejecuciones extrajudiciales…, todos en conjunto crímenes de Estado por motivaciones fundamentalmente políticas.

EPR_Comunicado

Ciudad de México, 08 ABR.-El Comité Central del Partido Democrático Popular Revolucionario PDPR, Comandancia General del Ejército Popular Revolucionario CG-EPR indicó que a cien años del artero asesinato del general Emiliano Zapata -que se cumplen el 10 de abril próximo-, en los pocos meses que tiene en funciones la actual junta administrativa el terror contra el pueblo producto de la violencia de clase es una constante.

En un comunicado emitido por el EPR, manifiesta que a cien años de permanente violencia contra el pueblo, donde el ejército ha sido el principal instrumento de violencia de clase, brazo ejecutor de ésta; pesa en su historia una larga cadena de masacres, asesinatos políticos, represiones masivas, espionaje, persecución, desaparición forzada, tortura, ejecuciones extrajudiciales…, todos en conjunto crímenes de Estado por motivaciones fundamentalmente políticas.

El comunicado dirigido al pueblo de México y a los pueblos del mundo, el Comité Central del PDPR, señala que a cien años de la emboscada del ejército constitucionalista que segó la vida del general Zapata, el campesino pobre sigue sin tierra; los ejidatarios y comuneros siempre han sido objeto de despojo violento, se consuma esta espiral de violencia con el despojó legalizado a través de las reformas neoliberales, cuyos beneficiarios son quienes personifican al capital.

En esa lógica de violencia contra el pueblo el actual ejército mexicano no representa los intereses populares; no es ni puede ser por su condición represiva pueblo uniformado; resulta un disparate decir que es pueblo armado, ambas, parte de la demagogia con la que se avasalla la voluntad popular a los intereses de la burguesía, precisa el comunicado también dirigido a los medios de comunicación nacionales e internacionales.

La política hacia los pobres del campo sigue siendo de despojo y violencia sin importar la junta administrativa en turno, las demandas populares son negadas y reprimidas bajo las banderas de la legalidad, progreso y desarrollo; por consiguiente, se vislumbra un nuevo despojo, mayor concentración y centralización de la tierra en pocas manos a través de la legalidad burguesa.

En estos cien años la política agraria del régimen burgués, en esencia es la misma, fincada en el monopolio de la tierra como eje fundamental del desarrollo capitalista en el campo, en consecuencia, crece la miseria del campesino pobre y el proletariado agrícola.

El asesinato a traición del general Zapata nos enseña que las masas explotadas y oprimidas nunca deben confiar en los representantes y defensores del régimen, mucho menos, en la burguesía por ser su principal enemigo de clase.

El 10 de abril desde las instituciones del régimen se reduce este hecho histórico a una simple efeméride pública, en un acto protocolario para proyectar a los políticos de oficio e inundar a las masas trabajadoras con demagogia de clase. Para el pueblo organizado constituye identidad que se traduce en organización y lucha contra el régimen.

Señala que el 10 de abril se cumplen cien años del artero asesinato del general Emiliano Zapata; celada criminal orquestada por el Estado burgués y ejecutada por el ejército constitucionalista, hecho que ahogó en sangre las exigencias de las masas campesinas empobrecidas.

La demanda de ¡Tierra y libertad! No se consumó por el carácter reaccionario de los constitucionalistas quienes representaban los intereses de la burguesía; al campesino pobre se le negó la repartición de las tierras, bajo el amparo del nuevo marco jurídico se protegió el latifundio y se puso “fuera de la ley” a quienes continuaron con la demanda de ¡La tierra es de quien la trabaja!, agrega el comunicada.

Acusa que los gobiernos emanados de la revolución asumieron una posición demagógica que se traducía en la promesa incumplida de repartir tierra a los millones de campesinos desposeídos; negaron los derechos al pueblo en función de la consolidación de la burguesía en el poder, representada en los hacendados-burgueses y la casta militar, cada general expresaba los intereses de los diferentes grupos de poder.

Período histórico que nos revela de origen la naturaleza reaccionaria del Estado burgués mexicano, lo antipopular de las juntas administrativas que se relevan en la defensa de los intereses de clase y el carácter represivo del ejército como columna vertebral del Estado mexicano.

A cien años de la emboscada del ejército constitucionalista que segó la vida del general Zapata, el campesino pobre sigue sin tierra; los ejidatarios y comuneros siempre han sido objeto de despojo violento, se consuma esta espiral de violencia con el despojó legalizado a través de las reformas neoliberales, cuyos beneficiarios son quienes personifican al capital.

Asimismo señala que a cien años de permanente violencia contra el pueblo, donde el ejército ha sido el principal instrumento de violencia de clase, brazo ejecutor de ésta; pesa en su historia una larga cadena de masacres, asesinatos políticos, represiones masivas, espionaje, persecución, desaparición forzada, tortura, ejecuciones extrajudiciales…, todos en conjunto crímenes de Estado por motivaciones fundamentalmente políticas.

En esa lógica de violencia contra el pueblo el actual ejército mexicano no representa los intereses populares; no es ni puede ser por su condición represiva pueblo uniformado; resulta un disparate decir que es pueblo armado, ambas, parte de la demagogia con la que se avasalla la voluntad popular a los intereses de la burguesía.

En estos cien años la política agraria del régimen burgués, en esencia es la misma, fincada en el monopolio de la tierra como eje fundamental del desarrollo capitalista en el campo, en consecuencia, crece la miseria del campesino pobre y el proletariado agrícola.

El asesinato a traición del general Zapata nos enseña que las masas explotadas y oprimidas nunca deben confiar en los representantes y defensores del régimen, mucho menos, en la burguesía por ser su principal enemigo de clase.

El 10 de abril desde las instituciones del régimen se reduce este hecho histórico a una simple efeméride pública, en un acto protocolario para proyectar a los políticos de oficio e inundar a las masas trabajadoras con demagogia de clase. Para el pueblo organizado constituye identidad que se traduce en organización y lucha contra el régimen.

Las demandas por las que las masas populares y campesinas se incorporaron a la revolución de 1910-17 en esencia siguen sin ser resueltas, a las cuales se suman nuevas que hacen necesaria una nueva revolución que dé solución definitiva a las exigencias populares, concluye el comunicado dirigido también a los organismos no gubernamentales defensores de los derechos humanos.

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