De paso
No extrañó que primero, un grupo de cubanos se pudiera agresivo en la frontera de Chiapas con Guatemala, por documentos de tránsito legal por el país, y luego de eso, unos africanos.
Esa situación se torna incómoda y hasta riesgosa pues es claro que no respetan la autoridad en aras de un afán desenfocado como es llegar a los Estados Unidos, en masa, lo que desde luego llama la atención mundial pero a la vez obliga a las autoridades mexicanas a dar servicios a la caravana migratoria.
Es cierto, como dice la secretario de gobernación, Olga Sánchez Cordero en su especie de respuesta Trump y su amenaza de cerrar la frontera de su país con México: Las caravanas de migrantes son una realidad y no un mito, por lo que México no detendrá a los centroamericanos, sino que los regularizará.
Las caravanas son la estrategia migrante para marchar unidos y no ser víctimas del crimen organizado en México; es para su seguridad personal, pero resulta que poco a poco, los anteriores treinta mil que ya han pasado, se quedan en el país, pues no han podido cruzar la frontera y ni lo harán con la vigilancia militar.
Está bien eso de respetar los derechos humanos, de darles paso franco por la vía legal –que permite ubicar a los que tengan antecedentes penales o sean buscados en sus países respectivos-, pero eso de que les den trabajo antes que a los mexicanos que lo necesitan está generando mucha controversia.