¡Ahí está!

Luego de años de incompetencia, protección al delincuente e impunidad, no se puede reconocer un trabajo que no se hizo con oportunidad.
En cada estado en que los gobernantes entregan, se van aplaudiéndose frente al espejo, porque –en el caso de Chiapas- se tienen muchos pendientes como Acteal, y en la nación como Ayotzinapa, por hablar de cosas empantanadas.
Tenemos los más de cien periodistas asesinados, en fin, una larga lista de casos anónimos y sin resolver que comprenden los cientos de cadáveres ubicados en fosas clandestinas.
Si acaso se reconoce la decisión de liberar la orden de aprehensión, y solicitar la tarjeta roja a la Interpol de algunos ex mandatarios estatales en el sexenio pasado, pero hasta ahí, porque al parecer en ésta administración nadie es culpable aún se denuncien los hechos por el presidente mismo.
Lo que México ha padecido no solo es la corrupción sino también la presencia de su gemela: la impunidad.
Esa persiste.