La decisión

Como siempre –indistinto partido- aparecen legisladoras que minimizan de un plumazo la lucha de años de sus iguales sobre el derecho al aborto, como resonó ayer en el congreso local, a juicio de sus credos o actitud personal, con el problema de que presiden comisiones importantes cuanto no influyentes, para lograr el objetivo de que se aprueben las iniciativas.
El tema del aborto ya ha sido tocado muchas veces en la tribuna del congreso del estado a lo largo de más de tres décadas, desde que Patrocinio González Garrido sacudió hasta la médula al clero mismo, con la propuesta de aborto a semanas de gestación.
La enorme polémica de cuando el feto ya es vida, ha sido científicamente también una discusión, sea desde la concepción misma porque ahí es dónde adquiere el alma, sea desde que inician los latidos, pues biológicamente ya es un ser vivo.
En ambas observaciones el estuche de concepción, es decir la mujer, no es tomada en cuenta, y se le relega a eso: matriz en proceso de alumbramiento, aun no sea su deseo tener al hijo o hija, hayan sido varios los motivos del embarazo, descuido en el control natal, mero placer ocasional, o una situación tremenda de violación.
No se necesita describir aquí lo que es para una mujer tener un hijo o hija, y la dedicación que esa criatura reclama de la madre, y desde luego, todo lo que implica ese tiempo en contra de las actividades propias de la gestante.
Ese punto a muy pocos en la estructura política les importa, o lo deslizan en aras de la moralina de la vida, cuando la realidad es que aprueben o no una ley de suspensión natal, los abortos seguirán por las causas que sean, con los índices de riesgos para esas ciudadanas, que a lo mejor son “castigadas” desde los legislativos con el riesgo de perder también la vida, por “privar” otra.
Bonita cosa.