Editorial

El PAN renovó su dirigencia estatal, con cuadros que han demostrado poco trabajo político, y que en realidad no pudieron hacer nada para mejorar su posición desde que perdieron la capital del estado y Tapachula.El panismo es víctima de una cofradía que lo domina, que ha provocado renuncias y desde luego perdida de seguidores, a fuerza de verse de comparsa en los recientes gobiernos, en que su óptica crítica dejó de escucharse y contrariamente, sus “cuadros distinguidos” se conformaron con ser parte de la elite de gobierno indistinta siglas, como se vio desde 2000 y hasta 208, y faltará ver si, otra vez, Carlos Palomeque Archila, disciplina a su partido en la entidad, contrario a la posición que muestra el PAN ante el gobierno federal.
Tiene años que el partidismo en general tiene poca actividad y trabajo de base; le sucedió a Morena cuya mayoría de posiciones las ganó por el efecto AMLO, y bien harían los beneficiados en ganar imagen propia para crecer políticamente, porque aun el alto nivel de popularidad del presidente, estudios serios reflejan que la gente no está muy contenta con sus representantes populares en las cámaras federales y locales, como en más de una veintena de alcaldes en Chiapas, en especial en sus ciudades más importantes.
Es por eso que se dice que la próxima elección estatal va a ser pensada, y ya no sería el tres de tres para 2021 en que se renovarán, alcaldías, diputaciones locales y federales.