Lo que deja

Queda un Chiapas insatisfecho, con enormes pendientes sociales en justicia social y de desarrollo sustentable que no se cumplieron, y que se difundieron como logros en su momento.
Una entidad sumida en lo paupérrimo, en la pobreza incluso extrema, endeudada hasta en su gobierno que, no supo el cómo administrar en aras de superar pendientes financieros y responder al mínimo a las demandas de su población.
La inconformidad fue factor constante en todo el sexenio, y el engaño la fórmula de solución.
Negociaciones nunca concretadas en la respuesta gubernamental, lanzó una y otra vez a las calles a las organizaciones sociales, a los grupos campesinos, incluso se registró lo inédito: paros de empresarios, tanto en la plaza pública de Tuxtla Gutiérrez como en la Torre Chiapas.
¿De qué tipo de avance se puede hablar en el presente sexenio –aún- de Manuel Velasco Coello, cuya evaluación sexenal sencillamente no pasa la mínima prueba que no sea ampararse en los índices de seguridad, que no estuvieron nada mal, de acuerdo a la estadística promedio del país.
Porque tampoco es la idónea que debería existir en una sociedad en tranquilidad social, pues no la hay, ante los factores de rezago que la laceran.