OPINIONES

La temida eterna compañera

Compañera inseparable, presente sobre todo en las malas: accidentes, intervenciones quirúrgicas, errónea praxis médica, excesos de todo tipo, enfermedades crónico-degenerativas, ambientes y alimentos contaminados, tóxicos del cuerpo y del alma, angustias, estrés, ira y la acumulación de años, son tus mejores aliados.
Nos salvamos en muchas ocasiones de tu guadaña y de tus ganas anhelantes de poseernos, pero lo intentas una y otra vez, no cejas en tu empeño. El que porfía alcanza, por eso no te inmutas, sabes que finalmente, tú ganarás la batalla, pero tal vez no la guerra.
Sin embargo, existes mientras existimos, eres mientras somos, vives si vivimos y tú dejarás de intimidar, de acosar, de ser, cuando nos invadas y nuestra “muerte” también será la tuya. Tal vez por propia protección, en algunas situaciones o circunstancias niegas tu esencia o simplemente te haces de la vista gorda y pasas sin ver para beneplácito de quienes gozamos de la vida y de nuestros seres queridos.
Tendríamos mucho que reclamarte. A cuántos seres queridos y benefactores de la humanidad te has llevado, pero, en fin, todo tiene su ciclo hasta en las pequeñas células para que sigan siendo debe haber mitosis y apoptosis.
Para la mayoría eres temida, misteriosa, incierta, traicionera, te vales de cualquier ardid para salirte con la tuya. Para pocos eres deseada, como para los que piensan que cuando la vida es un martirio, la muerte es un deber.
Unos te sufren otros te festejan y hay quienes también te idolatran. Todos te esperan con la esperanza que olvides la cita, pero sabiendo que es inevitable.
Eres sin ser. Causas temor sin prácticamente hacer nada. Te conocen y te desconocen.
Realmente no existes nos lo han dicho hasta el cansancio los maestros del espíritu, los ascendidos, iluminados que pueden dar testimonio de este episodio que llamamos muerte. Siguen vivos. ¿A qué le tememos?
La naturaleza se renueva en cada estación, el cuerpo humano, cada siete años y además todo se recicla y cambiamos de estado de conciencia para evolucionar. Hay una ley acuñada por el químico Antoine-Laurent Lavoisier: “Nada se crea ni se pierde, todo se transforma” y aplica para todo.
El humor de los mexicanos es una de sus características y el referente a ti, muerte, único. Todos los demás te respetan te temen y prefieren mejor no mencionarte. Sin embargo, es conocido a nivel mundial el festejo del Día de Muertos en nuestro país.
Te festejan, tal vez sea una forma creativa de sobrellevarte , mientras crean en ti y de no exteriorizar el gran miedo que te tienen cubriéndolo con flores de cempasúchil e iluminándote con veladoras, para que regreses por una noche a los seres queridos que te llevaste y puedan venir a degustar la esencia de los alimentos que más les gustaban y esperar que en una de esas sintamos su presencia más que espiritual y nos dejen un rayo de luz y esperanza para alegrar nuestra existencia hasta el día en que todos nos volvamos a reunir.
Ese día nos atreveremos a cuestionarte: muerte ¿dónde estás? ¿exististe alguna vez? O mejor le pasamos la pregunta a las catrinas de José Guadalupe Posada ¿o a quién?
Crees que nos llevas definitivamente, pero estás equivocada. Nadie muere mientras esté en los recuerdos de alguien. Los grandes filósofos, pensadores, literatos, escritores y poetas. Investigadores y científicos, inventores de tratamientos médicos ortodoxos o no, de tecnologías que nos facilitan las labores diarias y la comunicación. Todos ellos están en nuestra memoria, en nuestro conocimiento y reconocimiento que sólo los podría borrar el Alzheimer y no tu.
Y qué me dices de nuestros seres queridos, ellos viven en nuestro corazón y de ahí, nadie los arranca. Así las cosas, dime, existes o no. Quién triunfa al final. Creo que tu no. Quizás el olvido.

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