No hay nada que celebrar

No hay nada que celebrar fue un clamor general por la nación y en Chiapas no fue la excepción.
Como dicen en el recuento de los daños en un año no le fue bien al género femenino ni siquiera en la contienda electoral, pues el asunto de la paridad fue un escándalo nacional, que repercutió en modificaciones a destajo días antes de los comicios.
Ciertamente hay más diputadas que nunca en el congreso local, pero no son una sola voz en los casos que lo ameritan aun sea causa común, atrapadas en las directrices de los partidos.
No hay nada que celebrar decían las pancartas y expresiones de condigna, que los curiosos por todo el país acompañaban en una muestra de que la lucha no ha sido en vano, pero que hace falta mucho por hacen ante gobiernos y sociedad que aprueba pero no ejerce la equidad de género ni en su propia casa con esposas e hijas.
No hay nada que celebrar porque se trata de una lucha ante sordos que no entienden la necesidad del respeto y el reconocimiento social y político de mujeres mexicanas que a diario hacen al país desde la cocina o la oficina, con la misma calidad y hasta más honesta que su ¿contraparte?, porque a veces parece eso, el adversario.
No hay nada que celebrar.