ARTE Y CULTURA

Cuestiona Beltrán el canon literario en su ingreso a la AML

Ciudad de México l En su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua (AML), la escritora Rosa Beltrán destacó la necesidad de replantear el canon sobre qué es un clásico en la literatura y abrirse a géneros hasta ahora considerados menores, como la crónica y el testimonio.
Para ello, se refirió a la obra de la mexicana Nellie Campobello (Durango, 1900), en particular a su novela Cartucho, que, su decir, ha contado con todos los méritos para ser un clásico y no obstante ha permanecido en vida latente, sujeta de ser reanimada cada determinado tiempo sin llegar a ser leída más que por un grupo de especialistas.
Aunque se trata de un relato testimonial sobre la Revolución Mexicana, contada por la mirada de una niña, explicó, es una novela cuyas estructuras inauguraron una nueva manera de contar que la colocan al margen de la llamada Novela de la Revolución.
Ante el público que colmó la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, la también catedrática universitaria y promotora cultural hizo patente la vigencia y la proximidad de la escritura de Nellie Campobello con la realidad que hoy envuelve a México, en la que “la violencia nos estalla en la cara”.
En Cartucho no hay nada más que lo que hay: una violencia permanente con la que se conmueve y se convive todos los días. Esa naturalización es responsable de que los lectores de Campobello sientan su obra muy cercana a la época que nos habita, sostuvo.
“Una época –finalizó– capaz de entender lo que en el momento de su publicación y hasta hace muy poco había sido inconcebible, que hoy, en cambio, marcan nuestros días: que el mundo puede ser narrado desde la total falta de certidumbre porque cuando ya no queda nada, se puede partir de cero y cuando no queda nada, nos queda la literatura”.
Luego de que el poeta Jaime Labastida, director de la AML, impuso a la escritora las insignias que la acreditan como miembro de número de ese organismo colegiado, en el que ocupará la silla XXXVI, correspondió a Gonzalo Celorio responder el discurso de ingreso.
“¿Cómo nombrar, tras la lectura del espléndido discurso de Rosa Beltrán, a los miles, las decenas de miles de nuestros muertos de hoy, así sea para que se reintegren después a la masa informe de donde procedían? ¿Acaso no hay literatura capaz de arrostrar empresa semejante? Nuestros muertos no son muertos. Son, todos, desaparecidos”, enfatizó el autor en su disertación.

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