Soldados del ejército español expulsan a un migrante del enclave español de Ceuta, el 18 de mayo de 2021. Foto Ap
INTERNACIONAL

España blinda su frontera en Ceuta; la UE se lanza contra Marruecos

Madrid – La crisis humanitaria en la playa del Tarajal derivó en menos de 24 horas en un conflicto diplomático de altos vuelos, con acusaciones cruzadas de “chantaje” y amenazas directas que vaticinan más dramatismo y más tensión. Los datos provisionales reflejan la gravedad de la situación: en menos de 24 horas más de ocho mil migrantes africanos cruzaron la frontera española, muchos de ellos nadando, otros a pie y sin que hubiera la más mínima resistencia de la policía fronteriza marroquí; más de cuatro mil 800 ya han sido repatriados a través del polémico mecanismo de las “devoluciones en caliente” y a día de hoy permanecen retenidos más de dos mil personas y otras mil deambulan por la pequeña ciudad autónoma de Ceuta, hambrientos, sedientos y con frío.

El dramatismo de las imágenes que dieron la vuelta al mundo y en las que se veía la desesperación, el hambre y la pobreza de los migrantes africanos que sueñan con un futuro mejor en Europa se transformó en menos de 24 horas en un conflicto diplomático de altos vuelos. La frontera ya está controlada, tanto por los efectivos desplegados por Ejército y la Guardia Civil españoles como por, y sobre todo, por las fuerzas del orden de Marruecos, que finalmente decidieron actuar para impedir tanto que sigan llegando a la frontera con Ceuta los potenciales migrantes que viajaban en masa ante el llamado de una supuesta apertura sin límites de la frontera como la activación de un control férreo del pequeño y conflictivo paso fronterizo.

De hecho en la playa del Tarajal, que está justo en el punto que divide a la ciudad española de Ceuta con el noroeste de Marruecos, los tanques y los soldados del Ejército español continúan desplegados, apoyados por las lanchas de la Guardia Civil para mantener cerrado a cal y canto el paso. Para evitar que siga esa llegada masiva de personas como Alijah, un adolescente marroquí de 17 años que hasta hace cuatro días vivía en Tetuán y que viajó a Ceuta tres amigos tras escuchar el rumor de que la frontera estaba abierta. El taxi -que les costó cien pesos a cada uno- los llevó hasta la costa y cuando cayó la noche del pasado lunes decidieron seguir al resto y cruzar nadando la pequeña franja fronteriza.

Así pisaron tierra española y se adentraron en la ciudad autónoma, donde deambularon durante la madrugada en busca de comida y bebida. Cuando el agotamiento les obligó a parar decidieron dormir en un parque hasta que la luz del día los despertó y siguieron su búsqueda de comida. Pensaban que estaban ante el inicio de una nueva vida, que, sin embargo, acabo unas horas después cuando fueron trasladados al centro de acogida temporal, donde el Ejército español los custodia hasta su repatriación. Ellos, como otros tantos, decidieron volver por voluntad propia. Otros siguen empeñados en iniciar una nueva vida, lejos de la miseria y la pobreza de sus países y que por eso decidieron participar en un éxodo migratorio en que también había muchas familias al completo, con niños recién nacidos, varios de ellos que tuvieron que ser rescatado de las olas del mar por los agentes de la Guardia Civil española.

Ayer, en medio del barullo y el sonido de las sirenas y de los gritos de rabia, también se escuchó el sollozo desesperado de un hombre de casi dos metros, muy delgado, negro y con los brazos colgados como si estuviera languideciendo. Agachó la cabeza, tenía la boca seca, y una de esas voluntarias de la Cruz Roja le dio con su propia mano a beber agua, le sujetaba la cabeza y le ayuda a ingerirla. El migrante, después de recuperar un poco de vida después del sorbo de agua y los abrazos de consuelo, se soltó a llorar a sus brazos.

Y le agradecía con la mirada. Esa imagen fue captada por varios medios de comunicación y hoy, después de ver su propia imagen en la escena, ella misma explicó sus sensaciones: “No creo en ningún Dios pero estoy segura de que si viviera las situaciones que ha vivido esta gente lo haría. No sé cómo sentirme. Sólo sé que se me cae el puto alma al suelo”.O el agente de la Guardia Civil, Juan Francisco, que salvó a un recién nacido de la violencia del mar, y que explicó con palabras secas el momento: “Cogimos al bebé. Estaba helado, frío, no gesticulaba… Fue un momento muy traumático”.

De los cerca de ocho mil personas que se calcula que habrían cruzado la frontera en los últimos dos días ya fueron devueltos a Marruecos “cuatro mil 800”, según informó el propio gobierno español, que reconoció que esas personas fueron repatriadas bajo el método de las llamadas “devoluciones en caliente”, de las que fueron muy críticos en el pasado tanto el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) como Unidas Podemos (UP), que forman la coalición del gobierno actual.

Es un método expedito: se retiene a los migrantes en un centro de acogida, incluidos los menores de edad, siempre custodiados por miembros del Ejército o de la Policía Nacional y la Guardia Civil, y sin que medie ningún tipo de procedimiento judicial o administrativo son devueltos a Marruecos por la minúscula puerta fronteriza que divide a los dos países y que está en un borde de una valla electrificada y con alambres de púas. En casos de devoluciones masivas, como la que se registró ayer, se vieron escenas en las que los militares españoles aceleraban el paso de los migrantes repatriados golpeándolos con sus porras o con gritos y aspavientos.

El resto de los que permanecen todavía en territorio español, más de tres mil, el gobierno español calcula que alrededor de dos mil se encuentran bajo control de la policía, mientras que el resto siguen deambulando por la ciudad. Todavía no se ha aclarado cuál será su futuro, sobre todo el de los menores de edad que permanecen bajo su custodia y que según la legislación española e internacional no pueden ser repatriados sin una serie de garantías jurídicas y la protección del Estado receptor.

Crisis diplomática

A la crisis humanitaria provocada por el éxodo migratorio hay que sumar la profunda crisis diplomática que se ha generado, en la que de manera poco habitual también intervinieron las autoridades europeas para expresar su respaldo al Estado español y criticar la “instrumentalización” de la migración por parte del régimen alaui.

Algunos analistas entienden que el origen de este nuevo conflicto entre España Marruecos estaría en el auxilio médico por parte del gobierno español a un histórico líder del Frente Polisario, Brahim Gali, quien tras enfermar de Covid-19 en Argelia fue trasladado de urgencia a un hospital de Logroño para ser atendido, en un acto diplomático conjunto entre Argelia y España y en el que no fue informado en ningún momento el gobierno marroquí. El ministro de Estado de Derechos Humanos y Relaciones con el Parlamento de Marruecos, Mustafá Ramid, afirmó que “España sabía que el precio por subestimar a Marruecos es muy alto.

La recepción por parte de España del líder de las milicias separatistas del Polisario, bajo una identidad falsa, sin tener en cuenta las relaciones de buena vecindad que requieren coordinación y consulta, o al menos cuidando de informar a Marruecos, es un acto irresponsable y totalmente inaceptable”. Esta declaración es la primera por parte de las autoridades marroquíes que vinculan directamente el auxilio de España a Brahim Gali con la crisis migratoria y que las autoridades españolas han negado de forma categórica en las últimas semanas.(La Jornada)

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