El académico de Medicina Carlos Acuña defiende que el horario de la comida es `tanto o más importante que lo que se come o la cantidad` para mantener el peso, y recomienda tres comidas al día separadas por al menos cuatro horas, la última antes del anochecer
Acuña Castroviejo, catedrático y profesor emérito de Fisiología en la Universidad de Santiago de Compostela, ha impartido el pasado jueves en la Real Academia de Medicina y Cirugía de Galicia una conferencia titulada “Los relojes de la alimentación. Eres cuando comes”.
El doctor recuerda que desde hace mucho tiempo se conoce la relación entre ciclo de veinticuatro horas de luz y oscuridad con el sueño, llamado “ritmo circadiano”.
El “reloj maestro está en el cerebro”, sostiene, que se activa por la luz al amanecer y “sincroniza todos los ritmos del organismo” relacionados con la producción de hormonas o actividad, pero hay “otros relojes en cada órgano” que “dependen del reloj maestro y de la alimentación”.
Cada vez que una persona come se produce la “activación de una serie de mecanismos” vinculados con “el apetito, la producción de enzimas y la actividad de las diferentes partes del aparato digestivo”.
Esto cambia a lo largo del día, pues “al llegar a la noche, a partir de las 20:00 horas, la sensibilidad a los glúcidos -azúcares e hidratos de carbono- va a disminuir, eso quiere decidir que se digiere menos óptimamente por la tarde”.
En cambio, mientras las personas están activas “acumulan grasas, que se queman de noche”, lo que explica las “alteraciones metabólicas” que tienen los afectados por importantes “cambios de turnos” que pueden trabajar una jornada por el día y en otra de madrugada.
“Los cambios del momento de la ingesta de alimentos son tanto o más importante que lo que comes o cuánto comes”, asegura el doctor Acuña.
Tres comidas con ayunos de cuatro horas
Es fundamental “ayunar entre comidas al menos cuatro horas” porque el cuerpo vuelve a prepararse para comer y “se produce una facilitación de todas las enzimas que son las que va a utilizar el cuerpo para digerir todos esos alimentos”.
Los estudios demuestran que con la misma ingesta de alimentos, una persona que hace tres comidas al día mantiene su peso, mientras que el que la distribuye a lo largo de veinticuatro horas “va a tener un incremento de peso, una acumulación de grasa” porque le faltan esos “periodos” en los que el organismo “recupera la producción de enzimas”.
El problema es que en la actualidad “hay disponibilidad de comidas y bebidas, muchas veces energéticas a lo largo de veinticuatro horas” y las personas “no ayunan habitualmente”, por lo que “se rompe esa relación con el ritmo circadiano”. Otro factor que influye es que en la alimentación “todo el mundo opina”, aunque las claves se resumen en “alimentarse correctamente, respetar el horario y hacer actividad física”, además de saber “de dónde salen los alimentos” o qué comieron los animales que se llevan a la mesa.
Reconoce que existen dietas que recomiendan hacer cinco comidas, aunque con menos cantidad, lo que pretende “reducir el apetito”, aunque “no demuestran que produzca efectos beneficiosos ni a la larga pérdida de peso”.
Este experto rechaza cualquier plan que implique el descarte de algún tipo de alimento, pues hay personas que optan por ingerir solo proteínas y nunca comer grasas o tienen
otros métodos, lo que considera “un disparate”, ya que lo importante es “mantener una dieta equilibrada y comerla en el momento adecuado”.