Hombre Rojo, de Rufino Tamayo
ARTE Y CULTURA

Los cien ejemplares del ‘Hombre rojo’, de Tamayo

Un año antes de la convocatoria formalizada con la exposición en el Polyforum, durante el desayuno con Carlos Payán en casa de Olga y Rufino Tamayo, ella reconvenía al maestro: cómo una Rufino… muchas, al referirse al número de obras que donaría el artista oaxaqueño para la causa.

Después Carlos Payán en la Rayuela de la contraportada del número 190 de La Jornada escribió: y ella “tenía los ojos llenos de lágrimas y a nosotros nos llenó de emoción y de agradecimiento”.

El 28 de marzo de 1984, en el taller del impresor Andrew Vlady, el maestro Rufino Tamayo firmó, uno a uno y a voz viva, los cien ejemplares de su litografía realizada ex profeso para La Jornada. Ese mismo día platicamos largo con el pintor. Aquí unos apuntes de la conversación.

Hombre en rojo, cien veces Tamayo caligráfico y, coreada en contrapunto, la firma más importante de nuestra plástica actual. Del uno al cien, de la piedra a la imagen, del lápiz a la volición raigal, del rojo en la litografía a la pasión compartida.

Yyyy uno yyy dos yyy tres.

—¿Y el título, maestro?

—Pues ¿Cómo le ponemos? ¿Hombre?

—Es rojo.

—Si, pues, Hombre en rojo.

Veinticinco, 26, quedó bonito, 27, sí, quedó bonito, 28 – sigue el conteo Tamayo en contrapunto con su plática. ¿Verdad? Yo le doy un valor muy especial a esta litografía por el hecho que es para La Jornada, 29. La Técnica de la litografía me agrada porque la puede comprar quien no la puede pagar un óleo.

Quedó bonito.

Hombre en rojo.

Treinta y dos. Tuve la suerte de ser amigo de Marc Chagal.

Vivimos juntos en Nueva York durante la guerra.

Es uno de los más grandes de la pintura contemporánea.

Sí 36, mi retrato de José María Morelos y Pavón ya está terminado, 37, mide dos metros de alto. 38.

Firma Tamayo, aprieta el lápiz. Pulgar-índice-medio.

Recita, contrapuntea su impreso, fluye la serie salida de la piedra que cancela el autor.

“Hay muchos falsos Tamayos, sobre todo en Estados Unidos y en Sudamérica. En Francia hice un libro y los impresores utilizaron la piedra, mi original, para reproducir muchas litografías. No es justo. Yo he pedido que intervengan las autoridades de México en varias ocasiones, pero en lugar de ayudarme terminan por entregar mis obras a quienes compran falsos. No es justo. 43”.

Lithos y graphos. Piedra y trazo, irrepetible. Agua y grasa. Tamayo hirió la piedra traída desde Bavaria y el Hombre en rojo se multiplicó cien veces bajo los rodillos y las prensas y sobre el papel.

Más punta al lápiz.

“Debería existir una legislación para proteger las obras, para evitar los falsos. Una vez un abogado me dijo que si yo tenía falsos en mi poder, me podían acusar de robo. Hágame el favor.”

Mientras estampa su firma, Tamayo pasa de tema en tema. La revolución. Se encienden sus ojos, levanta el rostro: “hay una diferencia entre la posición política del artista y lo que es su obra. El artista está comprometido antes que nada con su propio arte, esa es su razón fundamental. Los muralistas, en ese sentido, hicieron muchas concesiones, anteponían sus intereses políticos a sus obras y se decían pintores revolucionarios. En realidad no lo eran, puesto que su pintura nada tiene de revolucionaria. Yo sí soy revolucionario en mi pintura. Abrí campos. La prueba es que la pintura joven en México es libre, y antes no lo era, antes se hacía pintura para el Estado, se hablaba de la pintura del Estado”.

48 hombres rojos.

“Yo soy de izquierda, como persona, pero no meto la pintura en eso porque se trata de cosas muy distintas. Yo estoy con el pueblo, yo no soy demagogo, no digo discursos ni esas cosas. Yo hago, simplemente hago.”

49.

Refrenda: “alguna vez dije, si soy socialista, yo lo refrendo, 79, porque una de las cosas más importantes es que la distribución de la riqueza sea equitativa, 88, que todos tengan lo suficiente para vivir. La distribución equitativa de la riqueza es lo fundamental. Que todos tengan para vivir decentemente , 91. No hay derecho de que algunos tengan más que otros. ¿por qué? 92”.

Firma el artista oaxaqueño y hace ondear su paliacate azul, ajusta el carey de sus anteojos. Sonríe. “quedó bonito.” Firma 99 litografías, firma la número cien, las entrega a La Jornada.

Cien litografías de muchos dólares cada una. Cien hombres rojos desde las manos del artista solidario. Cien veces la caligrafía oaxaqueña. Muchas jornadas. (La Jornada)

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