Foto: Salomón Ramírez.
ARTE Y CULTURA

Federico Reyes Heroles presenta una apuesta por la apertura y el cambio

. El ensayista revalora en su libro ‘Ser liberal’ la vigencia e importancia de este pensamiento

Ciudad de México – “Escritor liberal”. Éste es el epitafio que a Federico Reyes Heroles (1955) le gustaría se leyera en su lápida imaginaria, porque “describe mi oficio, mi pasión y mi pensamiento, lo que ha guiado mis ideas”.

El escritor y analista político mexicano cuenta que cuando le comentó esto a un amigo, éste le preguntó con toda honestidad: “¿y qué es ser iliberal?”. Por lo que cree que “la palabra liberal hoy pasa por días nublados, hay mucha confusión, mucho ruido alrededor de ella”.

Para el ensayista, “el pensamiento liberal es una creación humana que se ha llevado varios siglos; es una forma de organizar nuestras ideas, un modo de navegación que te permite ir por la vida cometiendo los menos errores posibles”.

Explicar este sistema de razonamiento a las nuevas generaciones y a quienes no están definidos ideológicamente, “de una manera amable, interesante y lúdica”, es el objetivo de Ser liberal (Taurus), el nuevo libro de ensayos de Reyes Heroles.

Ser liberal es tener una actitud de apertura al cambio y al cuestionamiento, concebir las ideas como imperfectas y mejorables, no aceptar los dogmas, tener una hermandad con la ciencia, defender la libertad de expresión, respetar el pacto social de la legalidad y tener empatía con el otro”, afirma en entrevista con Excélsior.

La rebeldía es la condición vital del pensamiento liberal, la congruencia, su alma y el individuo, el eje; en él, la verdad siempre será provisional y está reñido con las certezas, las utopías y los conceptos fijos. La tensión, la confrontación y la crisis son necesarias para él”.

El autor de Memorial del mañana y Alterados destaca que el liberalismo apuesta por la duda permanente y rechaza los dogmas y las utopías. “Los primeros son monstruos que nos habitan y las segundas pueden ser un veneno. Cuando los paradigmas no se renuevan viene el colapso”.

Señala que un liberal debe estar dispuesto a la complejidad y a defender, ante todo, la libertad. “Todo lo que nos rodea troquela nuestra conciencia. Las ideas también nos conforman, pero son producto de la libertad. Sólo en libertad podemos lanzar conceptos, confrontarlos, corregirlos, desecharlos”.

El también novelista llega a estas conclusiones tras revisar las propuestas de autores como Adam Smith, David Hume, Thomas Hobbes y John Locke, y clásicos contemporáneos como Karl Popper, Hannah Arendt, Isaiah Berlin, Norberto Bobbio y Martha Nussbaum.

El libro no es un día de campo o un paseo de domingo, porque la complejidad es parte de la discusión. Me preocupa la idea del simplismo, la gente ya no quiere complicarse la vida, y el pensamiento liberal es complejo por naturaleza, siempre se está reformulando. Creo que debemos pelear por esa salud en el pensamiento”.

Al columnista de Excélsior le preocupa que el pensamiento liberal en México siempre ha sido débil. “Creo que esto se debe a la gran extensión territorial que tenemos, a que no existe la integración étnica y al tardío surgimiento de las clases medias que han facilitado una sociedad polarizada.

En este país todos se sienten con el derecho de quebrantar el pacto de la legalidad, porque el Estado nunca le ha puesto atención a cultivar ciertos valores cívicos. Cuando éstos tienen un nivel bajo, las democracias se tambalean. Sin embargo, creo que México está en una lucha por arraigar una cultura democrática”, indica.

Está convencido que las discusiones democráticas deben estar en los hogares, “que se hable de estos temas en la sobremesa, para que los jóvenes se acostumbren a profundizar en las ideas”.

Finalmente, invita a los mexicanos a mantener el sentido crítico. “El ayuno de las redes es una práctica muy sana, porque ahí no encuentras los mejores argumentos, sino sólo descalificaciones. Recomendaría un ayuno de varios días antes de las elecciones y leer materiales más profundos y largos. Las elecciones emocionales son muy peligrosas”, concluye. (Excélsior)

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