ARTE Y CULTURA

Teatro Santa Catarina presenta “La escuela del dolor humano de Sechuán”

Ciudad de México. ¿Qué es el dolor y en qué formas se presenta y representa?, ¿por qué encontramos una extraña felicidad con ciertos tipos de dolor?, ¿tendrá alguna utilidad?, ¿habrá quien saque provecho de él?, son algunas de las cuestiones en las que se reflexiona durante la puesta en escena La escuela del dolor humano de Sechuán, que con dirección de Guillermo Revilla, se estrenó en el teatro Santa Catarina.

Basada en la novela homónima escrita por Mario Bellatin, para el montaje se seleccionaron algunos de los principales personajes que aparecen en el texto literario, y que en apariencia podrían o no estar relacionadas entre sí.

Esa polifonía y fragmentación de voces y personajes que hay en la novela de Bellatin, explicó Revilla, para la puesta en escena fue retomada para articular una especie de “rompecabezas escénico”, que integra también una serie de dispositivos, estímulos e imágenes que van desde la creación de un estudio de televisión, hasta la práctica del tatuaje trasmitida en vivo mediante circuito cerrado.

Entre los personajes que narran sus atormentadas historias se encuentran la peor alumna de la Escuela del dolor, a quien el gobierno como parte de su programa de planificación social, le encomienda por ley, ahogar niños en la Plaza Mayor: al tercer hijo de una familia, sí éste es varón, pues no está permitido existan dos hijos varones en un mismo hogar.

Aparece también una pintora extranjera cuyo marido ha sido sepultado en el pueblo, en donde ocurren los eventos. Una mujer que se duele por la ausencia de su esposo y que es testigo de una de las costumbres más arraigadas en la comunidad: la de desenterrar a los muertos.

Está también el personaje un hombre-niño, quien evoca sus recuerdos familiares, que debe usar un arnés y una especie de brazo ortopédico, y que pudo haber sido castrado cuando niño.

Otro extraño ser más es el Pedagogo, que en la puesta en escena representa una especie de influencer de la redes sociales, con uñas descarnadas y enormes testículos, y que quizá podría ser el fundador de la Escuela del dolor, y que terminará ahorcado y decapitado.

Igual aparece un equipo de voleibol, que lleva como nombre Los demócratas, y que a todos sus miembros les ha sido cortado el dedo índice de la mano derecha, tras haber ejercido su derecho a votar. En éste caso, dicha historia está basada en un hecho real ocurrido en Perú.

Todos esos personajes mutilados, deformes o enfermos, y sus historias, son noticia para un periodista, conductor de televisión, quien reporta lo que ocurre en el mundo y en la Escuela del dolor.

La historia aquí iniciara cuando a través de ese conductor se conocerá que el “ritual” de ahogar a un niño en la Plaza Mayor, por la peor alumna de la Escuela del dolor, quedó inconcluso por un azaroso accidente.

Para la puesta en escena, explicó Revilla, investigamos también en torno a los mecanismos físicos y emocionales del dolor, y aunque parece un lugar común, comprobamos como el dolor está presente en nuestras vidas todo el tiempo.

“Ya sea una colitis a la que ya te acostumbraste o una articulación que siempre te molesta, pero ya no te importa. Además, está ese dolor el que los seres humanos buscamos voluntariamente, como la práctica estética de tatuarse”.

O en otros casos, el sentir dolor de manera voluntaria puede llegar a ser algo estúpido y gracioso, como aquellas personas que se infringen dolor a sí mismos, captadas en chuscos videos.

En constraste, en la obra se presentan, como una de las experiencias más dolorosas, tristemente presente en México, como parte de esa descomposición social y política que hemos vivido en las últimas décadas, una serie de datos duros en torno a los desaparecidos y fosas clandestinas.

Al final de la obra, también se hace presente un dolor muy singular, una mezcla de recuerdo amoroso, el cual tiene que ver con una vieja tradición fotográfica posmorten en el país, y cuyas imágenes se advierte al espectador pueden resultar perturbadoras.

La escuela del dolor humano de Sechuán, basada en la novela de Mario Bellatin, es un montaje en el que se mezcla ficción y realidad.

Con las actuaciones de Héctor Iván González, Priscila Imaz, Tania María Muñoz, José Juan Sánchez y Edgar Valadez; escenografía e iluminación de María María, vestuario de Aldo Vázquez Yela, multimedia de Dania García y asesoría artística de Alicia Laguna, La escuela del dolor humano de Sechuán, se presenta del 16 de enero al 2 de febrero, con funciones de miércoles a viernes, a las 20 horas, sábados, a las 19 y domingos, a las 18 horas, en el teatro Santa Catarina (Plaza de Santa Catarina 10, Coyoacán).

Basada en la novela homónima escrita por Mario Bellatin, para el montaje se seleccionaron algunos de los principales personajes que aparecen en el texto literario, y que en apariencia podrían o no estar relacionadas entre sí.

Esa polifonía y fragmentación de voces y personajes que hay en la novela de Bellatin, explicó Revilla, para la puesta en escena fue retomada para articular una especie de “rompecabezas escénico”, que integra también una serie de dispositivos, estímulos e imágenes que van desde la creación de un estudio de televisión, hasta la práctica del tatuaje trasmitida en vivo mediante circuito cerrado.

Entre los personajes que narran sus atormentadas historias se encuentran la peor alumna de la Escuela del dolor, a quien el gobierno como parte de su programa de planificación social, le encomienda por ley, ahogar niños en la Plaza Mayor: al tercer hijo de una familia, sí éste es varón, pues no está permitido existan dos hijos varones en un mismo hogar.

Aparece también una pintora extranjera cuyo marido ha sido sepultado en el pueblo, en donde ocurren los eventos. Una mujer que se duele por la ausencia de su esposo y que es testigo de una de las costumbres más arraigadas en la comunidad: la de desenterrar a los muertos.

Está también el personaje un hombre-niño, quien evoca sus recuerdos familiares, que debe usar un arnés y una especie de brazo ortopédico, y que pudo haber sido castrado cuando niño.

Otro extraño ser más es el Pedagogo, que en la puesta en escena representa una especie de influencer de la redes sociales, con uñas descarnadas y enormes testículos, y que quizá podría ser el fundador de la Escuela del dolor, y que terminará ahorcado y decapitado.

Igual aparece un equipo de voleibol, que lleva como nombre Los demócratas, y que a todos sus miembros les ha sido cortado el dedo índice de la mano derecha, tras haber ejercido su derecho a votar. En éste caso, dicha historia está basada en un hecho real ocurrido en Perú.

Todos esos personajes mutilados, deformes o enfermos, y sus historias, son noticia para un periodista, conductor de televisión, quien reporta lo que ocurre en el mundo y en la Escuela del dolor.

La historia aquí iniciara cuando a través de ese conductor se conocerá que el “ritual” de ahogar a un niño en la Plaza Mayor, por la peor alumna de la Escuela del dolor, quedó inconcluso por un azaroso accidente.

Para la puesta en escena, explicó Revilla, investigamos también en torno a los mecanismos físicos y emocionales del dolor, y aunque parece un lugar común, comprobamos como el dolor está presente en nuestras vidas todo el tiempo.

“Ya sea una colitis a la que ya te acostumbraste o una articulación que siempre te molesta, pero ya no te importa. Además, está ese dolor el que los seres humanos buscamos voluntariamente, como la práctica estética de tatuarse”.

O en otros casos, el sentir dolor de manera voluntaria puede llegar a ser algo estúpido y gracioso, como aquellas personas que se infringen dolor a sí mismos, captadas en chuscos videos.

En constraste, en la obra se presentan, como una de las experiencias más dolorosas, tristemente presente en México, como parte de esa descomposición social y política que hemos vivido en las últimas décadas, una serie de datos duros en torno a los desaparecidos y fosas clandestinas.

Al final de la obra, también se hace presente un dolor muy singular, una mezcla de recuerdo amoroso, el cual tiene que ver con una vieja tradición fotográfica posmorten en el país, y cuyas imágenes se advierte al espectador pueden resultar perturbadoras.

La escuela del dolor humano de Sechuán, basada en la novela de Mario Bellatin, es un montaje en el que se mezcla ficción y realidad.

Con las actuaciones de Héctor Iván González, Priscila Imaz, Tania María Muñoz, José Juan Sánchez y Edgar Valadez; escenografía e iluminación de María María, vestuario de Aldo Vázquez Yela, multimedia de Dania García y asesoría artística de Alicia Laguna, La escuela del dolor humano de Sechuán, se presenta del 16 de enero al 2 de febrero, con funciones de miércoles a viernes, a las 20 horas, sábados, a las 19 y domingos, a las 18 horas, en el teatro Santa Catarina (Plaza de Santa Catarina 10, Coyoacán).

Via: La Jornada

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