Cercanía. Julio Ortega posa junto a María Kodama (viuda de Borges), Silvia Lemus y Carlos Fuentes. Foto/Cortesía Julio Ortega
ARTE Y CULTURA

Julio Ortega; amistad, letras y desencuentros

. El afamado escritor y crítico peruano desmenuza La comedia literaria, su libro sobre figuras latinoamericanas

Ciudad de México – La amistad y los desencuentros entre reconocidos escritores mexicanos, con el caso del poeta Octavio Paz (1914-1998) y el narrador Carlos Fuentes (1928-2012) al centro, son parte fundamental de La comedia literaria, el libro más reciente del escritor y crítico literario Julio Ortega, que propone como “una biografía de la cultura crítica internacional que es nuestra literatura”.

Tras aclarar a Excélsior que la historia de la literatura hispanoamericana no se reduce a las amistades o los desencuentros entre los escritores, el profesor e investigador de la Universidad de Brown concluye que “la creatividad plural y mundana, la visión de la mujer como fuerza creativa de lo moderno y la fe en la razón ardiente del arte y la literatura son las fuentes que explican una época de gran vigor internacional”.

En esta Memoria global de la literatura latinoamericana, como anuncia el subtítulo del volumen publicado por la Cátedra Alfonso Reyes del TEC de Monterrey y la editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, que se presentará el próximo 3 de agosto en la Feria Internacional del Libro de Lima, el estudioso peruano abre su archivo de cuatro décadas y comparte su relación con diversos autores y su obra

(Excélsior, 18/07/2019).

Se guió, dice, por algunos ejes nucleares: la Lima de Mario Vargas Llosa y José María Arguedas; el México de José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis y de las escritoras bien conocidas Margo Glantz, Elena Poniatowska, Ángeles Mastretta y Carmen Boullosa. También, el exilio de Juan Goytisolo, Severo Sarduy, Julio Ramón Ribeyro y Alfredo Bryce Echenique; y algunas grandes figuras cosmopolitas, como Julio Cortázar, Alejandro Rossi, Tomás Segovia, José Donoso y Diamela Eltit.

Sus encuentros más memorables, agrega, fueron con Juan Rulfo y Jorge Luis Borges. Y evoca con gusto las palabras de Paz sobre su trabajo: “Julio Ortega practica el mejor rigor crítico, el rigor generoso”; así como el sentido del humor de Poniatowska: “Ortega es el crítico que prefieren las escritoras”.

Sobre el distanciamiento de Paz y Fuentes, el ensayista recuerda que el primero le reprochó al segundo, en términos duros, su apoyo a la revolución en Nicaragua. “Le había dicho: ‘¡Si persistes en apoyar a los nicaragüenses, te arrepentirás!’. Lo embargaba la incongruencia de esa amenaza. ‘Pero, Octavio, no me puedes prohibir que haga lo que me dicta mi conciencia’, protestó Carlos. Se despidieron, sin saber que sería para siempre”, apunta Ortega. Pero se han amistado ampliamente, aclara, en sus amigos y lectores.

Ortega evoca en su libro que, antes de morir, Paz le encargó a su amigo Alejandro Rossi buscar a Fuentes, para reconciliarse con él. Rossi, cuenta, llamó varias veces al autor de Aura para propiciar el encuentro. “Pero Fuentes estaba tan herido que advertí que esa relación había sido filial”, dice.

Leyendo la correspondencia entre ambos, prosigue, “entendí que la suya había sido una amistad extraordinaria y extravagante”. Advierte que sería un derroche tener un lugar en ese pleito. “Tiene más sentido reconstruir esa amistad, que fue intensa, creativa, filial y fraterna. Los distanció la política, con entusiasmo de sus seguidores”.

El también poeta adelanta que él y Enrico Mario Santí acordaron proponerle  a Marie-José Paz y Silvia Lemus, las viudas de Octavio y Carlos, reunir “la formidable” correspondencia entre ambos. “Es un documento vivo de la cultura mexicana y una lección de civilidad. Yo editaré las de Carlos y Enrico las de Octavio. El lector protagonizará ese diálogo, verdadera herencia del humanismo apaleado, pero siempre redimido en México”.

Momentáneamente, éste y otros proyectos relacionados con la publicación de las cartas entre Octavio Paz y Carlos Fuentes están detenidos, según informó Lemus el martes pasado.

El legado de Paz quedó intestado tras la muerte de Marie-José, el 26 de julio de 2018. “Irónicamente”, concluye Ortega, “el padre Estado los llamará al orden”. (Excélsior)

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