11 señales poco comunes que podrían indicar ansiedad
Ciudad de México – Hemos escuchado o leído sobre los síntomas más comunes de la ansiedad. Pero conocer algunos otros te ayudarán a saber si también la padeces.
Varios de los ya conocidos son sudar, temblar, preocuparse y evitar ciertas situaciones. Estos son efectos secundarios muy reales con los que muchas personas se enfrentan a diario, pero quizá nunca te hubieras imaginado que ese dolor de mandíbula estaría relacionado.
O tu incapacidad para concentrarte, o tu impulsividad… estas también son señales de ansiedad, menos comunes, pero igual de relevantes para reconocer si tienes un trastorno de ansiedad.
Recuerda que buscar la ayuda de un médico o un terapeuta con licencia será la mejor forma de tratarla si reconoces estos síntomas extraños en ti.
- Dolor de mandíbula
Si te despiertas con dolor de mandíbula o dolor de muelas, y no hay otra causa posible para ello, considera la ansiedad.
La ansiedad puede hacer que aprietes y rechines los dientes, tanto mientras estás despierto como dormido”, comentó a Bustle la psicoterapeuta Christine Scott-Hudson, y puede que ni siquiera te des cuenta de que lo haces.
- Pensamiento disperso
Si te sientes distraída puede que estés consumida por tus propios pensamientos de ansiedad que te impiden ser un oyente presente y comprometido. Esto puede dificultar el seguimiento de una conversación o almacenar nueva información.
- Irritabilidad
Cuando estamos ansiosos, nuestros cuerpos y cerebros pueden entrar en el modo de ‘lucha o huida’, lo que nos deja con una pequeña ventana de tolerancia a la frustración.
Es por eso que puedes notar que las pequeñas cosas te irritan, los amigos te molestan y los pequeños inconvenientes te molestan. Este tipo de irritabilidad inexplicable a veces puede atribuirse a la ansiedad y también puede tratarse con cosas como la terapia.
- Pensamientos invasivos
Soñar despiertos es normal, pero cuando hay ansiedad puedes tener imágenes vívidas e invasivas de los peores escenarios de cualquier situación, o quedar atrapado en pensamientos de pesadilla.
Esto también se conoce como ‘rumiar’ y puede hacer que sea difícil concentrarse en el momento presente, además de que puede causar mucho estrés innecesario.
- Problemas para dormir
Si te encuentras luchando para apagar el cerebro en las noches o te despiertas a mitad de la noche podría ser cuestión de ansiedad no tratada.
- Gastar en exceso
Tener ansiedad crónica desgasta la capacidad de nuestro cerebro para tomar decisiones calmadas y calculadas; como resultado, es posible que te sea difícil rechazar ciertas ofertas o volver a dejar las cosas en el estante, por lo que terminas comprando por impulso cosas que no necesitamos.
- Acaparamiento
Para algunos, la ansiedad puede manifestarse en la forma de una “mentalidad de escasez” en la que te preocupa que nunca haya cosas “suficientes” en tu vida y terminas por acaparar cosas sin sentido.
- Impulsividad
En algunos casos la ansiedad puede llevar a la impulsividad y, por ejemplo, puedes sentir el deseo de revisar toda tu vida sin mucha previsión.
Los ejemplos más claros se relacionan a decidir renunciar al trabajo, cambiar de carrera completa, mudarse a un nuevo apartamento, cambiar la carrera universitaria o terminar relaciones sanas.
- Sentirse agobiado
La mayoría de las personas asocian el llanto con signos de depresión y eso es cierto para algunas personas, pero la ansiedad también puede llevarte a llorar debido a que te siente abrumado o agobiado en lugar de triste. Es posible que llores en el trayecto al trabajo, o una vez que llegues a casa, o cuando suceda algo estresante.
- Indecisión
Tomar decisiones afecta nuestra energía cognitiva y si tienes mucha ansiedad tu cerebro ya está gravado debido a los pensamientos y preocupaciones, por lo tanto, es más difícil tomar decisiones tanto grandes como pequeñas.
Si te ha costado trabajo decidir qué comer o qué oferta de trabajo aceptar o todo lo demás puede que sea producto de la ansiedad.
- Desorganización
Cuando estamos en un estado de ansiedad, nuestros cerebros luchan con la planificación y la organización a largo plazo. Es difícil para nuestros cerebros poner las tareas en orden o agruparlas.
Esto puede resultar en una desorganización general que puede tener un impacto bastante grande en tu vida, como llegar tarde a reuniones, tener tus espacios desordenados u olvidar pagar servicios, por ejemplo.