Carnemente, cultura, danza, UNICACH, Francisco Villalobos, Amín Micelli
ARTE Y CULTURA

Danza y poesía; convergencias de dialógos verbales y corpóreos.

El pasado jueves – 16 de Mayo – la casa cultural “La Casa con Alas” alojó un íntimo encuentro poético y dancístico denominado “Carnemente”, la pieza,  interpretada por alumnas de la Licenciatura en Gestión y Promoción de las Artes de la UNICACH (Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas) y dirigida por el Mtro. Francisco Villalobos, es una alegoría al poemario del poeta Amín Micelli, quien aborda temas como el amor y la muerte en una asociación directa con el mar y el cuerpo.

Desde la perspectiva del autor, en relación a la pieza escénica se manifiesta lo siguiente:

“La poesía tiene su punto de encuentro en todas las expresiones artísticas: es la poética manantial profundo de los sentidos. Irriga ese suelo poroso de los sentidos y convierte la palabra en imagen, en lienzo de los tiempos humanos; cuerpos en movimiento donde el verso se vuelve curvatura, deja de ser metáfora y de nuevo adquiere formas, metalenguajes rítmicos en el cruce de los brazos de la diosa Shiva; ritual de la vida misma, respiros profundos, soltura de ataduras para nacer de nuevo, olas de encuentros, coqueteo de arenillas marinas en las plantas de los pies antes de probar el jugo de las bocas. La noche del 16 de mayo del año 2019, me sentí alga entre arrecifes, esos cuerpos de amarrillo florecientes agitaron el mundo de mis recuerdos entre frazadas de tarde veraniega, mientras un sediento pajarillo trotamundos anunciaba la primera lluvia. Los movimientos cadenciosos de apresurados pasos trajeron a mi memoria su piel de ángel, la inocencia donde se juega a romper el frágil límite y ya en lo sublime, me tocó el hombro la remembranza de lo efímero. Ahí, jugaban a escalar el cielo, a romper el silencio que los hizo mariposas liberadas, a dejar en las cadencias la cintura Istmeña del Sur que miraba en esos ojos y las virginales cumbres que cantaron la inocencia cuando descubrían la libertada en alta mar.

Esa noche, la danza conjugo el verbo y lo hizo realidad después de muchos años. Las jóvenes escribían poemas en la arena, saltaban al compás de los peces, y después, desaparecían en la espesa espuma. Hasta que te tragaron las aguas y Vanterros te hizo sentir mujer pescado. Ahora, sé que tengo un bello recuerdo, sin dolor, mientras los dedos de tus pies de nácar recorrieron el escenario y me enseñaron a soltar mis manos. Ayer tu espíritu danzó para conjurar olvido. Hoy todo es un bello recuerdo. Gracias a Francisco Villalobos, amigo.”

Amín Micelli (coolaboración) 

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