ARTE Y CULTURA

Regresa a México el violinista ruso Maxim Vengerov

Ciudad de México l Lo más importante de un concierto no es el trabajo del artista ni la música en sí, sino la comunicación emocional y espiritual que se genera con y entre el público, afirmó ayer martes el violinista ruso Maxim Vengerov.
“Desde tiempos inmemoriales la música siempre ha servido para curar y ayudar a los seres humanos a reflexionar sobre la vida. Lo que espero en todas mis actuaciones es que la gente salga de su rutina y se concentre en su alma para reflexionar”, explicó.
Considerado uno de los intérpretes del violín más importantes hoy en el mundo, el también director de orquesta regresará a México tres años después de su más reciente visita para ofrecer un recital en la sala principal del Palacio de Bellas Artes, el sábado 11 de junio.
El programa incluirá obras de Johannes Brahms, Maurice Ravel y César Franck y contará con la participación, asimismo, del pianista Vag Papian, con quien ha formado mancuerna desde hace varios años.
En videoconferencia desde Mónaco, donde se encuentra actualmente, Maxim Vengerov consideró a la música como una de las pocas expresiones con las que cuenta el ser humano para poder dejar atrás sus problemas cotidianos, más en un contexto internacional tan difícil como el que se vive en la actualidad. “Un dicho dice que dos cosas son necesarias en la vida: La primera, contar con buenos gobernantes; la segunda, tener sueños. La suma de ambos es lo que da armonía a nuestras vidas”, indicó a los periodistas mexicanos.
“Por eso en nuestro mundo existen hoy tantos conflictos y cosas horrorosas, porque carecemos de buenos gobernantes y de sueños. Necesitamos un remanso y la música es uno de los más generosos, porque permite descansar nuestros pensamientos y concentrarnos en escuchar y sentir”, dijo.
El intérprete, quien en 1997 se convirtió en el primer músico en ser nombrado Embajador de Buena Voluntad de la Unicef, afirmó que el violín es el rey en las orquestas, por ser el instrumento que mejor imita a la voz humana.
Aclaró que utiliza un Stradivarius construido en 1727, del que alabó su sonoridad y expresividad, al permitirle reproducir los rangos de varios instrumentos de una orquesta, como el cello, el corno, la flauta e incluso los alientos metales.
“Es un instrumento único, por la gran profundidad de su sonido”, agregó el violinista, quien espera que se repita la atmósfera del primer concierto que ofreció en México, en 2014, en el que, comentó, el público fue por demás cálido y entregado. (Fuente: La Jornada)

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