INTERNACIONAL

Ante movilización de la OTAN, Rusia refuerza flanco occidental

Moscú l Ante la creciente actividad de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Europa oriental, lo que considera una amenaza para su seguridad nacional, Rusia continúa tomando medidas para reforzar con tropas convencionales el flanco occidental del país.
Además de la creación de tres divisiones de infantería mecanizada –dos con sede en Voronezh y Rostov, fronterizas con Ucrania, y una, con base en Smolensk, cerca de Bielorrusia, medida anunciada en enero anterior por el ministro de Defensa, Serguei Shoigu–, Rusia comenzó de manera sorpresiva la reubicación, desde el centro del país, de dos unidades militares en otras regiones colindantes con esos países eslavos vecinos.
Según fuentes castrenses, citadas ayer viernes por una agencia noticiosa local, se trata de la 28ª brigada mecanizada, que se traslada de Yekaterimburgo (en los Urales) a la región de Briansk, mientras que la 23ª abandona Samara (Volga) para instalarse en la región de Belgorod.
En promedio, cada brigada del ejército ruso tiene 3 mil 500 militares acompañados por carros blindados, tanques y piezas de artillería.
Entretanto, a partir del primero de diciembre siguiente, a más tardar, las nuevas divisiones, con 10 mil efectivos cada una y la respectiva técnica bélica, deberán quedar plenamente incorporadas al llamado Grupo de Ejércitos Occidental, integrado por las tropas de los distritos militares Occidental y del Sur.
Casualidad o no, la noticia de la reubicación de las dos brigadas se dio a conocer el mismo día en el que iniciaron las maniobras de Baltops 2016, ejercicio bélico marítimo en el que participan seis mil militares de quince países de la OTAN, en el mar Báltico y en los territorios de Alemania, Estonia y Polonia, así como de Finlandia y Suecia, países nórdicos que no forman parte del tratado noratlántico.
Se prevé que en el ejercicio participación 50 buques de guerra y 60 aviones, entre ellos, bombarderos estratégicos B-52 (portadores de armas nucleares) del ejército de Estados Unidos.
Estas maniobras, al igual que las que la semana próxima tendrán lugar en Polonia bajo el código de Anaconda 2016, causan abierto malestar en el Kremlin, que considera todo ejercicio militar de la OTAN y, sobre todo, su expansión hacia el este con la adhesión de nuevos miembros y el despliegue de equipos bélicos, poco menos que una afrenta.
La OTAN planea dislocar un batallón en territorio polaco, que junto con otros tres en los países del Báltico, sumarán 4 mil efectivos con carácter rotatorio.
No es fortuito que, para contrarrestar la decisión de instalar componentes del escudo antimisiles estadunidense en Polonia y Rumania, Rusia haya anunciado en el 2015 que responderá con la instalación de misiles Iskander-M, portadores de ojivas nucleares, en Kaliningrado, territorio cercano a los países bálticos y Polonia.
El escudo antimisiles tiene la capacidad de neutralizar a los Iskander-M cuando estos son disparados a distancia, sin embargo, si sólo se cuenta con minutos, el escudo resulta incapaz de interceptarlos.
Y también de peligros habló hace poco el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, al justificar que los países miembros de la alianza “por primera vez en 10 años, decidieron aumentar en grado significativo el gasto de defensa para contener las crecientes amenazas en su contra, entre otras, una eventual agresión rusa”.
Para Moscú, declaraciones como ésta son toda una provocación, que no contribuye a rebajar la tensión entre Rusia y los 28 países integrantes.

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