Desde la Luna de Valencia

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Teresa Mollá Castells

  • Vergüenzas

El confinamiento por la pandemia y el uso del poder ejercido por algunos dirigentes políticos ha dejado muchas vergüenzas aireadas.

El exdiputado por Ciudadanos, Marcos de Quinto, hizo un comentario en una red social sobre la ministra de Igualdad, Irene Montero, que evidenciaba el rancio machismo del que hace gala cada vez que tiene ocasión y en demasiadas ocasiones disfrazado de chiste maloliente y casposo.

Los privilegios que el patriarcado otorga a los hombres, estos se los toman como derechos naturales, o lo que es lo mismo, derechos con los que se nace por ser hombre y que por tanto pueden hacer los que les venga en gana y opinar lo que les venga en gana con respecto a las mujeres, sus cuerpos y sus palabras o actos.

Ese privilegio constituido por ellos como derecho natural usa a las mujeres para saciar sus apetitos sexuales, quieran estas o no. Se llama violación. Otro ejemplo es el consumo de mujeres dentro de la prostitución sin importar los deseos de las mujeres prostituidas o su propia situación vital. Tengo un deseo, soy hombre, puedo pagar pues voy y lo sacio. Así de fácil. Y así de doloroso al mismo tiempo.

No me cansaré de recordar que los deseos, sobre todo masculinos, no son derechos, son solo eso, deseos que pueden satisfacerse o no, pero no son derechos. Por tanto, si una mujer dice NO ha de ser respetada y no forzada ni manipulada con violencias machistas de todo tipo hasta que ceda. Sencillamente no tiene ninguna obligación de satisfacer los deseos del tipo que sean, de otra persona.

Como vengo denunciando hace un tiempo, el patriarcado, con tal de pervivir y mantener sus privilegios se camufla como sea e incluso se infiltra dentro del movimiento feminista para destruirlo desde dentro apoyándose en una pseudo teoría para dividir e intentar dinamitar los logros conseguidos por el movimiento feminista que, a su vez se estaba convirtiendo en demasiado peligroso por su importante ascenso y avance.

Intentar abolir el sexo, desdibujando así a las mujeres, es la nueva estrategia patriarcal. Nos quieren convertir en “personas gestantes”, “progenitor gestante”, “persona con vulva”, etc. y seguimos siendo y viviendo como mujeres. Ni menos ni más que como mujeres.

Personas nacidas con sexo de mujer y socializadas como mujeres y es ahí donde el género entra en acción, puesto que en esa socialización diferenciada es cuando el patriarcado marca las distancias entre lo que es ser mujer y lo que es ser hombre. Por tanto, el género, no deja de ser una construcción social utilizada por el patriarcado para socializarnos en la obediencia debida a lo masculino y la renuncia al “yo” y al “para mi” como mujer y pasar a ser “para los otros” y “de los otros” que son los hombres.

Sólo desde el movimiento feminista se puede parar el avance de ese camuflaje del patriarcado para destruirlo desde dentro. Ya se intentó con la abolición de la prostitución en donde de inmediato aparecieron grupos defendiendo su legalización e incluso un pseudo sindicato que pretendía reivindicar los derecho de las mal llamadas “trabajadoras sexuales”, cuando en realidad son mujeres en situación de esclavitud sexual al servicio de unos proxenetas que las mantienen en esta condición y no les dan tregua.

Estos grupos pro legalización de la prostitución estaban financiados por esos proxenetas que esclavizan y extorsionan a las mujeres que compran en terceros países y en donde la pobreza es extrema.

Pero nada de esto le importa al patriarcado que solo se preocupa de hacer perdurar sus privilegios reconvertidos en derechos naturales en aras a su condición de haber nacido con sexo masculino.

Y eso mismo debe de ser lo que pensó el zafio de Marcos de Quinto para opinar de la manera en que lo hizo de la ministra de Igualdad, Irene Montero. Debió de pensar que en su condición de hombre podía no solo opinar, sino también dar paso a interpretaciones erróneas con la redacción de su tuit.

Y precisamente por eso es tan importante desenmascarar ese machismo disfrazado de chiste malo, porque esconde prejuicios machistas de dominación a las mujeres negándonos nuestros talentos, nuestros saberes, nuestras voces, y nuestras posiciones como iguales en una sociedad que busca ser más justa y con mayor equidad entre hombres y mujeres

En el espacio de una verdadera equidad me encontrarán y, por supuesto en contra de todos los derechos “naturales” emanados de la condición de hombre por el simple hecho de ser hombres.

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