Daniel Flores Meneses
Somos corruptos, ni hablar
México está etiquetado como corrupto, uno de los países con altos márgenes de corrupción, lo dicen mediciones en México y en los organismo internacionales, porque al final de cuentas las mediciones son necesarias para el desarrollo económico, social y política de la nación. Pero la etiqueta roja, ahí está. Somos uno de los países más corruptos de América Latina, de acuerdo con el Barómetro Global de Corrupción de Transparencia Internacional. México también se ubicó en la última posición, 34 de 34, en niveles de corrupción entre los países de la OCDE.
Esto nos guste o no, es una realidad, tanto así que se ha convergido la corrupción como una de las barajas del naipe de la política. La oposición de izquierda y de derecha usa muy bien esta situación, por ahora está en el Congreso una ley anticorrupción en donde se ha erigido un templete para la oposición para aprovecharla.
Ahora los perredistas quieren que el presidente también sea objeto de esta ley, es decir que esté sujeto a juicio político, de acuerdo a la izquierda perredista. Lo cierto es que la corrupción hasta los que piden que aparezca la rasuradora están metidos en este proceso de descomposición social. Todos lo sabemos que en todos las dos, en todos los partidos está metida la corrupción.
Hay que reconocer que esta lucha contra la corrupción, apenas hace diez años no estaba en la discusión, no estaba en la mesa de discusiones, hoy lo está porque ahora todo mundo le interesa, y exige una solución una ley y que ésta se aplique.
En febrero de 2015, no se si lo recuerda el Presidente Enrique Peña Nieto, dio una explicación sobre diferentes acciones que tomó su gobierno para frenar la corrupción y fortalecer al sector público mediante la publicación de los conflictos de intereses, y estableció códigos más estrictos para los servidores públicos El pasado febrero el Presidente Enrique Peña Nieto expidió diversas acciones ejecutivas orientadas a frenar la corrupción y fortalecer la integridad del sector público mediante una mayor divulgación de intereses al establecer códigos de conducta mas estrictas para los servidores públicos y amentar la transparencia, sobre todo en adquisiciones del sector pública.
Ha transcurrido ya un año, y la verdad sea dicha, el proceso no camina, aunque la OCDE esté alentando la Secretaría de la Función Pública, a para prepararse para dar los pasos necesarios. Pero las cosas no caminan solo de una lado es necesario hacerlo por otros lados, y por ejemplo la iniciativa 3 de 3 ha logrado entregar al Senado y el Senado al INE, cerca de 294 mil votos ciudadanos que con ello exigen el fin de la corrupción. Pero en esencia esta ley ciudadana pretende un gran acuerdo en donde la política comprenda la nueva realidad del país.
Tomo un par de párrafos de un análisis que hicieron los autores de la ley 3 de 3.
“Con la Ley 3 de 3 la sociedad mexicana demostró que está a la altura de los retos de nuestra República. Se dejó de lado el hartazgo estéril para dar paso a una propuesta innovadora y constructiva. La protesta pública tomó forma de participación cívica. La voluntad de transformar a México cobró forma en una iniciativa elaborada con el mayor rigor técnico, validada por los mejores juristas, especialistas e instituciones académicas del país.
Entre los muchos aspectos positivos de esta iniciativa destacan tres:
* Define claramente la corrupción, a partir de diez tipos de conductas ilegales.
* Rediseña el sistema de responsabilidades de los servidores públicos.
* Permite sancionar a particulares en hechos de corrupción.
Sin lugar a dudas que estos miles de mexicanos demandan ya un compromiso contundente para terminar con este problema, miles de mexicanos si estamos preparados para evaluar el compromiso real de los partidos políticos y de sus representantes en el Senado y Cámaras de Diputados de todo el país. La debilidad del estado de derecho y el abuso de los cargos públicos para beneficio privado erosiona a las instituciones de la democracia y frena el potencial de nuestra economía.
Pero sobre todo la corrupción mina la confianza en nuestra instituciones, como pasa actualmente, casi nadie cree que nuestras instituciones, del color que sea, o del sabor que quiera, son creíbles para los mexicanos y los chiapanecos en nuestro caso, porque los problema de la corrupción han enmarañado esta confianza tan necesaria para cualquier sociedad ha sido minada.
Las encuestas y mediciones señalan claramente de que los mexicanos seguimos siendo corruptos, y nadie lo puede desmentir.