Argentina Casanova*
- ´Otra vez, el cuerpo de batalla
Para una mujer de más de 30 años de edad, entrar a un consultorio ginecológico puede significar salir con la noticia de que debe optar por una histerectomía, la propuesta de una cirugía por ocurrencia, como para las mujeres recién paridas una salpingoclasia sin su consentimiento o una histerectomía por omisiones en los cuidados post operatorios. El factor común es que el cuerpo de las mujeres, nulificado, invisibilizado y despreciado representa un botín cuando disponen de un seguro médico o los pagos extras por cesáreas.
Ya desde hace algún tiempo, se ha denunciado la existencia de un extraordinario número de cesáreas que se vuelve casi necesario para las mujeres a consecuencia de los descuidos en las atenciones de los partos, pero esa es la punta del iceberg.
La problemática en torno a la salud y el cuerpo de las mujeres parece alcanzar a la medicina preventiva, pues aunque parezca insólito la propuesta y oferta de operaciones exprés como las histerectomías para eliminar miomas u otro tipo de problemas en el útero de las mujeres son la primera propuesta que salta en boca de las médicas y los médicos a los que acuden a consulta las mujeres.
En los últimos meses me ha tocado ver en mis redes sociales que cada vez más mujeres menores de 40 años comparten la “inevitabilidad” de realizarse una histerectomía por diversos padecimientos a sugerencia de sus médicos de cabecera, pero al mismo tiempo esa es la primera y única propuesta que ofertan los especialistas a sus pacientes cuando detengan algún problema de salud.
El problema es que prácticamente no se brinda la información necesaria y oportuna para que puedan tomar la decisión de manera consciente e informada sobre las alternativas que realmente tienen, esto no es una ocurrencia, me tocó vivirlo hace unos meses de manera personal y esto me llevó a conversar con otras mujeres acerca de esas consideraciones por parte de sus médicos y médicas.
Lo peor es que hasta hace unos años la histerectomía no era tan promovida como una opción y hoy en día se “vende” como la salida a todos los problemas de salud de las mujeres que tienen padecimientos como miomas, endometriosis y otros, incluyendo las hemorragias por menopausia.
Eso confirma que a pesar del tiempo transcurrido, la perspectiva de la medicina es la que dicta el canon en el sentido de que el útero sigue siendo el lugar donde se guardan las histerias femeninas y en consecuencia todos los padecimientos desaparecen si se elimina.
A ello se suma por supuesto que la mayoría de las veces, esas intervenciones son propuestas a pacientes jóvenes, con poder económico o una aseguradora que puede cubrir esta intervención y pagar los altísimos honorarios y sobrevaluados costos de las intervenciones en el cuerpo de las mujeres, porque claro, no hay forma de equipar estos procedimientos a otras intervenciones.
Lo cierto es que, ya sea por operaciones necesarias, cirugías estéticas o la moda de ofrecer histerectomías a las mujeres como la “panacea” que les sacará -literalmente- la histeria y las dolencias, la medicina moderna sigue bajo la perspectiva de que el cuerpo de las mujeres es desechable pero generador de ganancias. Otra vez la explotación del cuerpo de las mujeres.
Me pregunto cuántas mujeres en este país han lidiado con la propuesta de su médico o médica a botepronto de que la opción es la histerectomía, cuando en realidad esto responde más bien a intereses económicos de una moda que amenaza con propagarse por el temor a la decisión de no operarse o por lo costoso que resulta buscar segundas o terceras opiniones, realizarse estudios que permitan tomar decisiones informadas.
Lo cierto es que al final, si un hombre entrara a ver a su médico y le ofreciera esta opción, esto equivaldría a que -como en la violencia obstétrica- entre a un hospital por una infección en los riñones y salga con vasectomía irreversible… Desde mi experiencia algo debe hacerse para frenar esos excesos por la falta de ética médica, eso sin contar por supuesto los procedimientos a los que son sometidos las mujeres sin ningún tipo de anestesia o medicación que aminore el dolor, pero esa es otra historia.
*Fundadora del Observatorio de Violencia Social y de Género en Campeche.