Cronica Chiapaneca

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Daniel Flores Meneses

nMensaje al Papa y al Gobierno, fuerte

El Papa Francisco no solo encontrará un país dividido por la situación económica adversa y por la violencia, sino a sus Obispos también.
Faltan ya pocos días para la llegada del Papa Francisco a México, para visitar a estados íconos de la realidad que vivimos. Pero conforme avanzan esos días los grupos eclesiásticos también muestran sus “fierros, como queriendo pelear”.
El PAPA encontrará por lo menos tres grupos de obispos mexicanos que están entablados en discutir su actuación y la visita papal. Se han dado descontones entre ellos tratando de encaminar al Obispo de Roma a tomar una cierta línea sobre estos problemas en México, incluyendo el problema migratorio.
Unos que aquí no pasa nada y otros a que si pasa.
La diócesis de la Ciudad de México, los Obispos del Sur apegados mas a los indígenas empobrecidos y los Obispos del Centro conservadores ellos, mantienen esta disyuntiva. La diócesis de la Ciudad de México, envió un fuerte mensaje sobre lo que sucede en México en un editorial en su boletín denominado DESDE LA FE, que publica semanalmente.
Se trata de una crítica sumamente fuerte en contra del gobierno, de los gobiernos, por eso vale la pena publicarlo aunque sea en parte. Pero a la vez se trata de un resumen para el Papa Francisco, para que no quede ninguna duda a que país va a llegar.
“México enfrenta fenómenos delictivos y de violencia que parecen no tener precedentes en su historia contemporánea. Los índices llegan a cuestionar la capacidad de las autoridades de todos los niveles de gobierno, y los hechos sangrientos ya perecen ser comunes, cosas cotidianas que “deberían pasar” en regiones regidas y azotadas por látigos implacables del crimen organizado, a pesar de las cruzadas y programas, estrategias y planes de seguridad que burlan las inversiones económicas y humanas, pretendiendo la tranquilidad”.
“A esto se suman violencias invisibles de enemigos movidos por el espíritu del mal y el dios de la avaricia, protegidos por la impunidad y nutridos de la corrupción. Hay mexicanos desaparecidos, niños, jóvenes y adultos quienes, un día, fueron raptados de sus hogares y, por la incapacidad oficial, los padres y familias de las víctimas asumen lo que procuradores y ministerios públicos ya no pueden hacer. De acuerdo al Alto Comisionado de las Naciones Unidas, entre 2006 y 2014, más de seis mil niños y adolescentes menores de 18 años han desaparecido, sustraídos por bandas y el crimen organizado”.
La violencia contra mujeres es rampante y en determinados estados hay focos rojos. En Jalisco, 559 personas fueron privadas de la vida entre 2012 y 2015, aparte de las desapariciones que suman más de dos mil. Morelos vive alerta de género, y el Estado de México, sólo en 2014, registró la desaparición de 400 niñas y adolescentes en los municipios conurbados pobres y violentos de Ecatepec, Ciudad Nezahualcóyotl y Chimalhuacán.
Cifras oficiales dicen que los homicidios van a la baja, pero la realidad contradice el aparente triunfo. Ni un nuevo gobierno ni planes de desarrollo impiden que la sangre siga corriendo en el Michoacán violento, y sometido por el crimen y la anarquía de inseguridad a causa del vacío de poder. Planes de pacificación contrastan con el agobio de los michoacanos ante lo que parece una sed de sangre sin medida. En lo que va de enero han ocurrido 52 homicidios violentos, y en tres meses, 290 homicidios dolosos. Michoacán sólo vive la paz de los sepulcros.
El estado de Guerrero padece lo peor, aún después de la pesadilla de los 43 de Iguala. La entidad corrompida no da golpe certero en cuanto a la disminución de homicidios. Guerrero no es sólo Acapulco, las regiones apartadas están controladas por los carteles delictivos, y los testimonios dan evidencia del horror de muchos cuya defensa y respeto de los derechos humanos es pura buena intención.
Los Obispos de México mantuvieron informado al Papa Francisco del oscuro panorama. Su Santidad  estará en lugares violentos, pobres y miserables del país, y los gobernantes no pueden tapar el sol con un dedo. La basura permanece debajo de la alfombra roja, y Francisco no vendrá al relumbrón de limpieza y pulcritud de ocasión, ni por los papelitos de colores o la retórica estéril con las consabidas frases: “llega a un Estado en paz que lo recibe con los brazos abiertos”; por el contrario, desde la fe cristiana, esta es una hora de gracia y, como lo afirma el Santo Padre, estas condiciones urgentes “irán generando espontáneamente nuevos procesos de evangelización de la cultura, que, a la vez contribuyen a regenerar la vida social y hacen que la fe sea más resistente a los embates del secularismo…” Los mexicanos queremos paz, necesitamos la Verdad, no la burocracia numérica. La misión no está cumplida”.

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