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Explosion en Tlahuelilpan. Foto Publimetro
Explosion en Tlahuelilpan. Foto Publimetro

Alfonso Carbonell Chávez

  • Corrupción-Tragedias; círculo perverso

Cuando pensábamos que los peores capítulos de la historia reciente de México quedaban lejos en la memoria, la realidad nos azotó las conciencias apenas el pasado viernes 18 cuando tras la ordeña de un ducto de gasolina en el municipio hidalguense de Tlahuelilpan, que hacía unas horas (14:30) brotaran con gran fuerza miles de litros, pobladores de dicha comunidad que sumaban cientos, se dispusieron armados con cubetas y bidones a recoger lo que pudieran del combustible para, es de suponer, venderlo después e incluso para su propio consumo. Hasta el lugar exacto de la ordeña, personal militar que se supo y evidenció no llegaban a más de 25 elementos, advirtieron a la población del grave riesgo en que se encontraban al emanar, primero, gases tóxicos que se desprendían del combustible, al tiempo de hacerles ver el riesgo inminente de una explosión de consecuencias fatales. Los pobladores en su actuación colectiva delictiva, digo ya que el robo de hidrocarburos cometido de la forma que fuere como ciertamente este caía en la categoría de huachicoleros, mandaron muy lejos a los militares haciendo caso omiso a las reiteradas advertencias.

Lo que menos resultaba aconsejable, era una acción violenta incluso con el uso de la fuerza de las armas, porque ello en nada hubiera aportado a calmar el éxtasis que vivían los pobladores del lugar al hacerse unos, y hay que decir los menos, de cantidades importantes de gasolina que veían como un ingreso extraordinario que aliviara, es de suponer, sus precarias condiciones de vida. Finalmente lo que podía suceder en la lógica de la incontrolable fuga, ocurrió. Cercano a las 7 de la tarde noche apenas pardeando el cielo, viene la estruendosa detonación alcanzando a decenas de personas hombres y mujeres e incluso algunos menores de edad, que por horas participaron en el robo del combustóleo. Las escenas resultaron dantescas; gritos desgarradores y personas que cual antorchas vivientes corrían despavoridos alejándose del lugar de la explosión. Las primeras tomas captadas por gente que se encontraba igual de horas evidenciando el acto de rapiña, dio cuenta de los hombres que descarnados pasaban frente a las cámaras de celulares. No narraré más de lo que estoy seguro ya vio usted y dieron cuenta con profusión las cadenas televisivas y redes sociales. Lo que sí es menester, es profundizar en el tema de la terrible corrupción que se vive y se ha vivido en el país, que amén de la devastación de los recursos naturales y económicos causados a la nación, muchos de estos eventos trágicos como este de Tlahuelilpan su causa originaria, no sólo se explica en la pobreza que sirve de justificante a quienes cometen este tipo de delitos, sino a los miles de kilómetros construidos de ductos de corrupción que atraviesan al país entero.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, como un hombre de estado como ha demostrado ser, salió las primeras horas del día sábado 19 a dar la cara y dar igual el parte de la situación hasta esos momentos recabados. El saldo al día de hoy martes 20, nos hablan de un saldo de 96 víctimas mortales, más de medio centenar en hospitales algunos realmente graves y casi otro tanto reportados como desaparecidos. La nación está de luto. Pero lejos de encerrarnos en nuestro dolor, es necesario que juntos como sociedad y país reflexionemos ante este grave suceso, porque más allá o además de las víctimas y su dolor, está el huachicoleo que a este país se le ha cometido sexenio tras sexenios sin que hasta hoy, ningún gobierno incluido este de la cuarta transformación parece castigarán. Porque eso de que a partir de aquí para adelante cero corrupción, de asumir está decisión personal como constitucional, dejará en estado de indefensión no sólo a las víctimas de este suceso, sino a millones de mexicanos que con este gobierno que por principio establece no robar, no mentir y no traicionar, nos estará revictimizando quedándonos a deber por los daños infligidos al país y a sus poco más de 60 millones de pobres.

El tema del desabasto usado como pretexto para atacar a Andrés Manuel, finalmente no tuvo el efecto buscado por sus adversarios. La gente prefirió el sacrificio o mínimo las molestias del temporal desabasto de gasolinas, si a cambio este gobierno como fue su oferta, combaten a fondo y sin tregua la corrupción. El tema de Pemex y su estela de corrupción, apenas empieza a aflorar. La verdadera nata de corrupción en el robo de combustibles no está o al menos no se justifica, en el robo hormiga de gasolina como fue el caso de la tragedia; el gran hurto está mero arriba como dice Amlo; en las refinerías, en las estaciones de depósito incluso en los buques tanques que zarpan a altamar y ahí surten de combustible a otras embarcaciones. Vamos a ver hasta dónde da la liga que el presidente de México ha empezado a estirar con el inminente riesgo que se rompa hoy o mañana. Así entonces asistimos a una nueva guerra declarada pero ésta no al narcotráfico ni a los carteles de la droga, sino a los potentados empresarios y políticos que por décadas habían hecho de la corrupción su modo de vida; sus grandes fortunas. Por lo pronto y una vez más, el binomio Corrupción-Tragedias, reafirma su círculo perverso. Me queda claro.

Ya de salida

Y mientras la guerra declarada contra la corrupción emprendida por el presidente Andrés Manuel como ya lo ha dicho; ni un paso para atrás ni para tomar vuelo. En la entidad y chiflando vereda tropical, el mandatario estatal Rutilio Escandón Cadenas, parece vivir en otro mundo. Y digo esto porque a 42 y pico de días de haber asumido el cargo, las cosas no parecen empezar a cambiar conforme a lo ofertado, y sí por contrario, el clima de confrontación y violencia en la entidad parece no tener cauces institucionales para su atención menos solución a sus demandas. Cierto es y nadie le culpa de ello, que recibió un estado hecho tiras, pero ello no justifica su notoria inacción incluso expuesta pasividad para empezar a construir, de menos, entornos amables para el dialogo y la concertación. Nadie le pide que haga lo que se advierte es imposible. Bueno al menos en el corto plazo. Pero de ahí a que de plano se la pase coronando reinas de ferias y nos obsequie discursos de combate a la corrupción e impunidad, pues como que no se corresponden con lo hasta hoy hecho y resuelto. Si la gente en que depositó su confianza en el gabinete no dan el ancho ¡pues que los cambié! Sabemos de la cortedad de su gabinete pero nada justifica que actúen de manera pusilánime. Por decir lo menos. Los problemas ahí están señor gobernador y ya va siendo hora que dé muestras al pueblo que se puede confiar en usted. Que no se equivocó. Y ahora sí como diría el chiapaneco subsecretario de gobernación ¡Empecemos ya!…// ¡Me queda claro! Salu2.

Asociación de Columnistas Chiapanecos A.C.

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