Nueva York – El presidente estadunidense, Joe Biden, solicitó este jueves al Congreso 33 mil millones de dólares en asistencia a Ucrania, en lo que representa la propuesta más grande de este país desde la invasión por Rusia, enviando un mensaje de que Washington apuesta a un conflicto de largo plazo, que se está convirtiendo cada vez más en una guerra estadunidense, por ahora indirecta, contra Rusia, nutriendo preocupaciones sobre una posible ampliación del conflicto a otras regiones, y provocando alarmas sobre el uso de armas nucleares.
Al iniciar la novena semana del conflicto, la propuesta incluye 20.4 mil millones en asistencia militar, con miles de millones más en ayuda económica y “humanitaria”. Biden instó al Congreso a aprobar el paquete lo antes posible e indicó que representa un esfuerzo de largo plazo para defender y apoyar a Ucrania. “El costo de esta lucha no es barato, pero doblarse ante la agresión será más costoso si permitimos que ocurra. O apoyamos al pueblo ucranio en la defensa de su país, o nos quedamos a un lado mientras los rusos continúan con sus atrocidades y agresión en esa nación”, declaró en la Casa Blanca al anunciar su propuesta.
“Lo necesario para los próximos 5 meses”
La propuesta de 30 mil millones de dólares es adicional a los casi 14 mil millones de dólares en financiamiento de “emergencia” para Ucrania aprobados el mes pasado, y un alto funcionario explicó a los medios que esta nueva solicitud es “lo que creemos necesario para el éxito de Ucrania a lo largo de los próximos cinco meses de esta guerra”.
Según la Casa Blanca, la asistencia militar incluye artillería, vehículos blindados y armas antiaéreas como asistencia para que el gobierno ucranio pueda abordar “amenazas relacionadas a materiales químicos, biológicos, radiológicos y nucleares”. También apoyará mayor despliegue de tropas y equipo militar estadunidenses en lo que llama “territorio de OTAN” (Organización del Tratado del Atlántico Norte).
El gobierno de Biden también está promoviendo nuevas medidas para usar los recursos de bienes confiscados a los “oligarcas” rusos para “remediar el daño causado en Ucrania”.
Algunos observadores expresan preocupación de que el objetivo de Estados Unidos ya no es sólo apoyar la “defensa” de Ucrania, sino debilitar militar y económicamente a Rusia. Aunque Biden reiteró este jueves la línea oficial de que “no estamos atacando a Rusia, estamos ayudando a que Ucrania se defienda contra la agresión rusa”, sus altos funcionarios han indicado otra cosa.
El lunes, su secretario de Defensa, Lloyd Austin, declaró que “queremos ver a los rusos debilitados a tal punto que ya no puedan hacer las cosas que han hecho al invadir Ucrania”. El secretario de Estado, Antony Blinken, y otros altos funcionarios han repetido la frase sobre como la guerra está “debilitando” a Rusia.
“A juzgar por sus declaraciones más recientes, el gobierno de Biden está cada vez más comprometido en usar el conflicto en Ucrania para librar una guerra de terceros contra Rusia, con la meta de hasta destruir el Estado ruso”, escribe el analista Anatol Lieven en Responsible Statecraft del Instituto Quincy. “Eso implicaría que Estados Unidos está adoptando una estrategia que todo presidente estadunidense durante la guerra fría se esforzó para evitar: patrocinar una guerra en Europa, llevando consigo el riesgo grave de una escalada hacia una confrontación militar directa entre Rusia y la OTAN, posiblemente acabando con una catástrofe nuclear”.
Por cierto, lo más notable por su ausencia, en las iniciativas y mensajes oficiales de Washington, son propuestas para negociar un cese el fuego y proceder a la negociación de algún acuerdo de paz, algo que nutre la especulación entre algunos críticos de que Washington no está interesado en el corto plazo en el fin de esta confontación bélica.
¿Conflagración atómica?
Biden respondió a preguntas sobre posibles reacciones de Rusia a sus propuestas, que “estamos preparados para todo lo que hagan”. En ese sentido, expresó que las amenazas rusas de emplear armas nucleares “me preocupan porque demuestran la desesperación que está sintiendo Rusia sobre su fracaso abyecto en hacer lo que deseaban”.
El espectro de las armas nucleares en un conflicto entre Estados Unidos y Rusia ahora se ha escapado del clóset de la nostalgia de la guerra fría para retornar una vez más en esta coyuntura, y aunque muchos políticos y estrategas militares estadunidenses públicamente insisten que es poco probable, algunos medios reportan que, en privado, los funcionarios están elaborando planes de contingencia de cómo responder a amenazas rusas. “Nadie quiere ver que esta guerra se intensifique más ni que llegue al ámbito nuclear”, comentó el miércoles John Kirby, el vocero del Pentágono.
El director de la Agencia Central de Inteligencia estadunidense (CIA), William Burns, advirtió hace unos días que “dada la desespe-ración potencial” del presidente ruso, Vladimir Putin, y su gobierno “ante el retroceso militar que han enfrentado hasta ahora, ninguno de nosotros puede tomar a la ligera la amenaza presentada de que ellos recurran a armas nucleares tácticas o armas nucleares de bajo nivel”.
No mencionó que Estados Unidos y Rusia tienen la capacidad nuclear para destruir la vida humana del planeta.
La línea oficial de Washington sobre Ucrania –la cual, a diferencia de otros temas, cuenta con un consenso bipartidista– de que Estados Unidos está defendiendo a Ucrania ante una “agresión no provocada” de Moscú que viola el derecho internacional y probablemente sea un “crimen de guerra” sigue permeando en los medios y en los cir-cuitos políticos y académicos que participan en el gran debate sobre el conflicto y sus implicaciones para el llamado “orden mundial”.
El estilo de la propaganda
Con ello se demuestra que aún funciona lo que Noam Chomsky hace décadas bautizó como la “manufactura de consenso”. Esta semana, el ilustre analista disidente señaló que “la invasión de Ucrania por Putin fue provocada de forma clara mientras la invasión de Irak por Estados Unidos fue no provocada. Eso es lo opuesto de lo que se comenta y se reporta [en Estados Unidos]. Pero es exactamente la norma de la propaganda de tiempos de guerra”.
Mientras tanto, los incrementos en gasto militar a nivel mundial en 2021 superaron por primera vez en la historia 2 billones de dólares, re portó el Instituto Internacional de Investigaciones de la Paz de Estocolmo y más de 38 por ciento de ese total es de Estados Unidos (https://sipri.org/media/press-release/2022/world-military-expenditure-passes-2-trillion-first-time). El año 2022 promete ser todavía más prospero para ese sector. (David Brooks, corresponsal/La Jornada)