Hallan en Australia una araña gigante de hace 11 millones de años, cinco veces más grande que sus descendientes

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El descubrimiento de una gigantesca araña fósil en Australia revela los secretos de un antiguo bosque y un clima extinto.

En las tierras que hoy son áridas praderas del este de Australia, un gigantesco “trapdoor spider” o araña trampilla de la familia Barychelidae acechaba desde sus escondites hace más de 11 millones de años. El reciente descubrimiento de esta araña fósil, bautizada como Megamonodontium mccluskyi, no solo suma una especie más a la diminuta lista de fósiles de arañas encontrados en el continente, sino que también arroja luz sobre el misterioso y cambiante clima del Mioceno australiano.

Hallan en Australia una araña gigante de hace 11 millones de años, cinco veces más grande que sus descendientes (Christian Pérez)

Los hallazgos, publicados en el Zoological Journal of the Linnean Society, representan el primer fósil mundial de la familia de las arañas trampillas con patas peludas (Barychelidae) y el segundo fósil de una araña de la superfamilia mygalomorpha en Australia. Este descubrimiento permite a los científicos reconstruir un fragmento más del rompecabezas evolutivo de estas criaturas que, como muchos habitantes de climas tropicales, desaparecieron del continente cuando este se transformó en el actual paisaje árido.

Un hallazgo excepcionalmente raro

La historia del descubrimiento comenzó en McGraths Flat, un sitio de fósiles situado en el este de Australia y cuyo entorno preserva una rica biodiversidad de la época del Mioceno, hace unos 11 a 16 millones de años. Durante una excavación en 2020, el investigador Simon McClusky encontró los restos fósiles de una araña de tamaño considerable que presentaba una inusual robustez. Este descubrimiento ha sido catalogado por los científicos como una pieza clave para comprender el pasado biológico de Australia.

Uno de los autores principales del estudio, el paleontólogo Matthew McCurry, del Australian Museum y la Universidad de Nueva Gales del Sur, describe la importancia de este fósil: “Es el fósil de araña más grande encontrado en Australia, y sugiere que en esa época existía un ecosistema de selva húmeda que desapareció al intensificarse la aridez del continente”. Lo que hace que este hallazgo sea aún más relevante es que, en los últimos 150 años, solo se han registrado cuatro fósiles de arañas en todo el continente australiano. Este fósil, el cuarto en la lista, destaca como el más grande y detallado de todos.

Un fósil excepcionalmente bien conservado de una araña gigante proporciona un vistazo al clima y la biodiversidad de Australia durante el Mioceno. Fuente: Michael Fresse

La historia evolutiva de Megamonodontium mccluskyi

Los análisis del fósil sugieren que la araña pertenece a un género extinto, llamado Megamonodontium, y que su pariente más cercano en la actualidad es el género Monodontium, que aún sobrevive en las selvas tropicales del sudeste asiático. La relación entre ambos géneros indica que, hace millones de años, los bosques australianos albergaban una biodiversidad similar a la que actualmente se encuentra en áreas tropicales de Indonesia, Singapur y Papúa Nueva Guinea.

Este tipo de arañas trampilla se distingue por sus características adaptadas a la caza en suelos húmedos. Según McCurry y su equipo, el tamaño de Megamonodontium mccluskyi es cinco veces mayor que el de sus parientes modernos, alcanzando unos 23,31 milímetros de longitud. Aunque en la actualidad las arañas de trampilla tienen una distribución mundial, especialmente en zonas tropicales, su tamaño y diversidad han disminuido. Se cree que, en el pasado, un clima más húmedo favoreció a estos arácnidos, que dependían de ambientes estables y sombreados.

¿Por qué los fósiles de arañas son tan raros?

La falta de fósiles de arañas en Australia no es una sorpresa para los expertos. La estructura delicada de estos animales, junto con su comportamiento habitual de ocultarse en madrigueras, dificulta enormemente su fosilización. Las condiciones de McGraths Flat, sin embargo, resultaron ser ideales para conservar el cuerpo de Megamonodontium mccluskyi en una extraordinaria fidelidad, preservando detalles minúsculos como los pequeños pelos y las garras de sus pedipalpos y patas. Estas características permitieron a los científicos colocar al fósil en su lugar exacto dentro de la familia Barychelidae.

La imagen capturada de este fósil es tan clara que, a través de la microscopía electrónica, los investigadores lograron estudiar los diminutos detalles de su anatomía, incluyendo la base de las setas, esenciales para clasificar a esta araña dentro de la línea evolutiva de los arácnidos trampilla con patas peludas. La forma y la distribución de estas estructuras han sido clave para determinar su parentesco con los actuales Monodontium y, de manera indirecta, su relación con los cambios climáticos de la época.

Para los científicos, la presencia de Megamonodontium mccluskyi en el registro fósil australiano no es solo un testimonio de la existencia de esta araña, sino una evidencia del cambio climático profundo que transformó el continente. Durante el Mioceno, el paisaje de lo que hoy es Australia era muy diferente. Amplias regiones del país estaban cubiertas por densos bosques y selvas tropicales que, gradualmente, fueron reemplazados por praderas y desiertos a medida que el clima se volvía cada vez más árido.

Este proceso de aridificación, documentado en estudios de polen y esporas de plantas preservadas en sitios fósiles, no solo llevó a la extinción de muchos ecosistemas húmedos, sino también de las especies que los habitaban. Las arañas trampilla de la familia Barychelidae, al estar adaptadas a la humedad de los bosques, se vieron particularmente afectadas. Hoy en día, su pariente cercano, el Monodontium, es una rareza que sobrevive en las selvas tropicales de Asia, mientras que en Australia el linaje ha desaparecido.

Megamonodontium mccluskyi y el estudio de la biogeografía

Además de reconstruir el antiguo clima de Australia, el hallazgo de Megamonodontium mccluskyi contribuye a la biogeografía y al estudio de la dispersión de las especies en las masas de tierra que una vez formaron Gondwana. La presencia de un pariente cercano en Asia sugiere que, antes de que los continentes se separaran y desarrollaran climas tan diferentes, estos arácnidos compartieron un hábitat común en las zonas boscosas de un supercontinente que ahora está fragmentado.

Este contexto biogeográfico amplía nuestra comprensión de cómo las especies se adaptaron, migraron o se extinguieron debido a los cambios ambientales. La desaparición de Megamonodontium en Australia no es solo una señal de un cambio climático, sino también de un proceso de evolución y adaptación que ha transformado los ecosistemas globales a lo largo de millones de años. Hoy en día, especies similares sobreviven en entornos que se asemejan a aquellos antiguos bosques australianos, recordándonos que los patrones de extinción y supervivencia están profundamente entrelazados con la historia geológica de la Tierra.

Varias especies de la actual araña de trampa. Fuente: Matthew R McCurry, Michael Frese, Robert Raven

Un fósil que marca el pasado y el futuro

El hallazgo de Megamonodontium mccluskyi en McGraths Flat podría tener implicaciones para el estudio de los efectos del cambio climático moderno, ya que permiten a los expertos vislumbrar cómo las especies han respondido a transformaciones climáticas significativas. Y es que nos enseñan sobre la resiliencia y la vulnerabilidad de ciertos grupos ante cambios ambientales abruptos. En un mundo en el que los ecosistemas siguen en transformación, la historia de esta araña prehistórica se convierte en una ventana al pasado que puede ofrecer lecciones valiosas para el presente y el futuro.

El fósil no solo nos recuerda la complejidad y diversidad de la vida en el pasado, sino que también nos insta a reflexionar sobre cómo nuestras acciones actuales pueden estar influyendo en el destino de miles de especies. Así, Megamonodontium mccluskyi se erige como un silencioso testigo de la evolución y como una advertencia para la humanidad, recordándonos la fragilidad y la fuerza de la vida en un planeta en constante cambio.

Via: Muyinteresante

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