Letras marcadas por la violencia

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El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, llamó en Brasilia a superar las divisiones
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, llamó en Brasilia a superar las divisiones "ideológicas" y recomponer el diálogo entre los países de Sudamérica, el 30 de mayo de 2023. Foto Ap

. El Nobel de Literatura cerró ayer la Bienal y adelantó que ha terminado “una novela bastante audaz” sobre el vals peruano como elemento unificador

GUADALAJARA.— La violencia en la literatura, la dificultad de ser escritor en el Perú de su infancia, sin editoriales ni librerías, su gusto por las letras francesas, las lecturas que lo inspiraron, la novela que hace “detestar al mundo real” y la obra sobre el vals criollo que acaba de terminar. De todo esto habló ayer el escritor peruano-español Mario Vargas Llosa (1936).

En su conferencia titulada Literatura para tiempos recios, el último día de actividades de la quinta edición de la Bienal que lleva su nombre, el Nobel de Literatura 2010 no abordó temas políticos, sino que hurgó en sus “tiempos recios” íntimos, como la relación con su padre, quien, dijo, lo hizo estudiar en el Colegio Militar Leoncio Prado “para que los militares me quitaran las aspiraciones literarias”.

A pesar de que durante el encuentro no quiso opinar sobre la tensa relación entre México y Perú, y no reflexionó sobre temas políticos durante su charla con la editora Marisol Schulz, el novelista, cuentista y ensayista terminó abordando de manera soterrada la realidad de América Latina a partir de la literatura que se escribe en la región.

La literatura ha venido siempre marcada por una violencia que nacía de la historia, de la realidad latinoamericana. De tal manera que muy pocos escritores se liberan de esa violencia; algunos escapan, pero la mayoría está inmersa en esa violencia y la expresan en su obra.

La literatura latinoamericana expresa esa realidad de una manera irónica, a través de juegos de palabras, de una fascinación, dejando que la imaginación opere; pero, siempre rascando, se descubre esa violencia de base”, afirmó el narrador de 87 años en el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara.

Pero, al mismo tiempo, reivindicó las dos funciones de la novela. “Nos hace detestar el mundo real, en primer lugar, y soñar con un mundo distinto. Nos apartan de ese mundillo pequeñito, muchas veces sórdido, en el que vivimos. Y accedemos a un universo deslumbrante, maravilloso, que nos llena de ideas.

¿Por qué somos grandes soñadores, por qué queremos para nuestros países un mundo distinto? Porque leemos novelas. Las novelas son los grandes incentivos para que deseemos cosas distintas en la realidad que nos rodea”, dijo.

El autor de La ciudad y los perros destacó que, en América Latina, “en el mundo de la novela no hay cuartelazos, no hay militares; éstos respetan las costumbres estrictas, no se levantan contra la autoridad que elegimos. Entonces, no hay prejuicios raciales que fomentan la violencia en nuestros países. Frente a eso, nada mejor que leer buenas novelas”.

Vargas Llosa confesó su gran vocación como lector. “Lo primero que hago en el día es leer. La lectura es algo fundamental si uno no quiere vivir siempre en esos mundillos estrictos, espantosos, horribles, que generalmente nos muestran la vida tal como es en nuestros países”.

El también dramaturgo adelantó que acaba de terminar “una novela bastante audaz” sobre el vals peruano. “Hasta antes del vals, los peruanos estaban muy divididos, como en todo lo demás. Había música campesina, indígena, la de clase media y una música de la élite, que regularmente venía de España.

Con el vals criollo ocurre algo curioso: el fenómeno de la unificación. Todos los peruanos se ponen a componer y a bailar valses; incluso, las casas que eran más resistentes a confundirse con la masa abren de par en par las puertas y las ventanas para que el vals entre”, añadió.

Señaló que a los guitarristas los llamaban “artistas de la guardia vieja”. “Llenaban de valses el Perú y, por primera vez, invaden a todo el país y establecen una semejanza de costumbres respecto a la música en todos los estratos sociales. Es decir, el vals peruano tiene una significación no sólo artística, sino también social”, indicó sobre su nueva obra, de la que no mencionó título ni año de publicación. (Excélsior)

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