Ciudad de México – El pintor, escultor, antropólogo, arquitecto, arqueólogo, ilustrador y museógrafo Iker Larrauri Prado, pionero en muchos ámbitos del quehacer cultural contemporáneo de México, falleció ayer a los 91 años, en su casa de Cuernavaca, Morelos.
Capaz de plantear un viaje por el universo con el simple trazo de un lápiz, como lo describen sus discípulos, es autor de la escultura en bronce Caracol o Sol de viento, ubicada en el estanque del patio central del Museo Nacional de Antropología (MNA), donde también creó los murales La fauna pleistocénica y El Paso de Bering.
Sobre todo, Larrauri Prado fue uno de los pilares de la escuela mexicana de museografía, “con una visión profunda y enorme que reflexiona acerca de otras maneras de trabajar, luego de la crisis que afrontó en los años 60 la museología por el elitismo en el que estaban enfrascados esos recintos.
“Iker buscó otras maneras de trabajar esos espacios, no sólo para democratizar las colecciones privadas de los grandes imperios, sino para encontrar la manera de que las comunidades se expresaran como lo que son y que hoy llamamos patrimonio biocultural”, recordó Marco Barrera-Bassols, alumno de Larrauri.
Fue así como el maestro, añadió, creó los museos escolares “para depositar en los maestros, junto con los niños y los padres, la creación de colecciones locales, relacionadas con el entorno de las escuelas; así surgen los museos comunitarios en México”.
Larrauri Prado nació en la Ciudad de México el 18 de diciembre de 1929; de abuelo vasco, fue el tercer hijo del matrimonio formado por el doctor Antonio H. Larrauri Villagrán y Enriqueta Prado Soriano.
Cursó sus primeros estudios en el Colegio Alemán; luego, el bachillerato en la preparatoria 1 de San Ildefonso, de la Universidad Nacional Autónoma de México. En 1950 ingresó a la Escuela Nacional de Arquitectura de la máxima casa de estudios. También asistió a la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).
Participó con el arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier en el segundo levantamiento en la Cámara Secreta del gobernante Pakal en el Templo de las Inscripciones de la zona arqueológica de Palenque, Chiapas. A partir de este proyecto realizó una pintura sobre tabla del ajuar funerario de Pakal, así como la réplica de dicha cámara en el antiguo MNA.
Su vida profesional en el ámbito museográfico se inició en 1955, cuando el artista e investigador Miguel Covarrubias lo invitó a trabajar en aquel primer museo de antropología. (La Jornada)