Este 9 de junio se cumplen 25 años (un cuarto de siglo) de las famosas “cajas de la infamia” que en 1995 detonó en la Ciudad de México Andrés Manuel López Obrador, conocido como el Tabascogate y que puso al descubierto el multimillonario gasto de campaña de Roberto Madrazo Pintado, quien, de esa manera fraudulenta, “ganó” la gubernatura de Tabasco.Redacción / ARMANDO GUZMÁN.- Un hecho histórico porque por primera vez en México, con documentación original del PRI-Tabasco, López Obrador exhibía ante el mundo la trama corrupta de políticos priistas para ganar elecciones.
Una denuncia que cimbró las vetustas estructuras de un sistema político que sucumbió y se derrumbó en junio de 2018 ante el tsunami ciudadano que llevó a la presidencia de la República a quien exhibió aquél atraco electoral, tras contender por la gubernatura de Tabasco en 1994.
En 2008 y 2009, escribí en el quincenario Reporteros del Sur una serie de 40 reportajes sobre los latrocinios políticos de Roberto Madrazo y su nefasto cacicazgo de casi 15 en años en Tabasco.
Testigo en primera fila de aquellos acontecimientos, como corresponsal de la revista Proceso, esta es la reconstrucción de la historia sobre las “cajas de la infamia” y la denuncia que entonces hizo el ahora presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.
LA RUTA DE LAS CAJAS
La tarde del sábado 3 de junio de 1995, el Éxodo por la Dignidad y la Soberanía Nacional entró al zócalo capitalino. Atrás quedaban mil kilómetros de marcha en 41 días. Seis semanas de mal comer y dormir, frío, lluvia, calor y enfermedades. Al frente del contingente, de más de mil perredistas, Andrés Manuel López Obrador. Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz se sumaron tres kilómetros atrás.
En el corazón político de la República esperan más de 40 mil simpatizantes de estos curtidos tabasqueños con sed de justicia. La algarabía estalló cuando López Obrador tomó la palabra:
“Hemos caminado hasta el cansancio y no estamos cansados. Ver esta recepción cura cualquier herida, cualquier ampolla. Aleja cualquier dolor y fortalece el corazón…”
Emocionado, con voz quebrada, continuó:
“Todavía no se ha escrito la historia de la verdadera solidaridad del pueblo de México. Es impresionante la generosidad de nuestro pueblo, sobre todo del pueblo pobre, de los más humildes. Siempre nos apoyaron con comida, con agua, con cobijas, con techo, con decisiones, con todo…”
En Tabasco, Roberto Madrazo preparaba una masiva concentración para el domingo 4, a fin de conmemorar el 26 aniversario del fallecimiento de sus padres Carlos Alberto Madrazo Becerra y Graciela Pintado Jiménez, muertos el 4 de junio de 1969 cuando el avión en el que se dirigían de la Ciudad de México a Monterrey se estrelló en el Pico del Frayle.
Quería demostrar que contaba con el apoyo del pueblo tabasqueño. La esperada concentración de más de 20 mil asistentes se redujo a unos 5 mil. El masivo acarreo fracasó.
Y ante los ex gobernadores Manuel Gurría Ordóñez, Mario Trujillo García y José María Peralta López, así como de la lideresa nacional del PRI, María de los Ángeles Moreno, el cuestionado gobernador reiteró:
“Con mi honor y voluntad en garantía aquí estoy y estaré hasta el final de mi mandato, para el que ustedes me eligieron. De aquí al año 2000 todos los días, a todas horas, sólo tengo una emoción y una única responsabilidad que ocupa y ocupará mi tiempo: ¡gobernar Tabasco de la mejor manera!”
Dos días antes que el Éxodo por la Dignidad y la Soberanía Nacional llegara a la Ciudad de México, un grupo de perredistas empezó a observar “mucho movimiento” en una casa deshabitada en la colonia Indeco-Ciudad Industrial.
De camionetas con logotipos del PRI y del gobierno estatal bajaban cajas y de inmediato las introducían. La sospecha de que fueran boletas “del fraude electoral” se clavó en el corazón de los perredistas. Con mayor razón si la casa era propiedad de Ana Bertha López Aguilar, directora de Contabilidad de la secretaría de Finanzas del gobierno estatal, “brazo derecho” del subsecretario de Egresos de la dependencia, Gastón Viesca Flores, quien había sido subsecretario de Finanzas del Comité Directivo Estatal del PRI durante la campaña de Roberto Madrazo.
Los perredistas acudieron a la sede de su partido y avisaron al senador Auldárico Hernández Jerónimo de lo que habían visto. Este les pidió investigar. Al día siguiente regresaron e informaron al senador que habían espiado al interior de la casa y que sólo se encontraban las cajas. Si conseguían un vehículo podrían sacarlas.
Un “raterillo” que participó en el violento desalojo de perredistas de Plaza de Armas, el 19 de enero, se ofreció abrir la casa, inconforme porque no le pagaron “su participación” para que Madrazo entrara, a sangre y fuego, al Palacio de Gobierno.
El senador proporcionó 500 pesos. Se rentó una combi y en la madrugada se realizó el operativo. Se metieron a la casa y las sacaron. El vehículo tuvo que hacer tres viajes para cargar las 45 cajas. Por la tarde, avisaron a Hernández Jerónimo que ya tenían “eso” en su poder.
El senador enteró al diputado federal, Octavio Romero Oropeza. Se acordó que las cajas fueran llevadas al domicilio de éste. Tan luego llegaron, el dirigente estatal y secretario general del PRD, Darvin González Ballina y Alberto Pérez Mendoza, empezaron a destapar y revisar las cajas.
-¡Esto es oro molido!…¡Ahora sí se los llevó la chingada!, gritó eufórico Pérez Mendoza.
Romero Oropeza habló telefónicamente con López Obrador para enterarlo del hallazgo “muy importante”, sin mencionar el contenido por lo “delicado del asunto”.
Obrador respondió que lo alcanzaran en el éxodo que estaba por entrar a la Ciudad de México. La llamada fue interceptada por el gobierno de Madrazo y entre allegados del mandatario se comentaba que los perredistas tenían “algo grueso” en sus manos.
Romero, Pérez Mendoza y Ballina acordaron que, de inmediato, el senador Auldárico llevara las cajas “de volada” a López Obrador.
El preciado tesoro que exhibía en toda su dimensión la forma en que el candidato priista había ganado “limpiamente” la gubernatura de Tabasco, fue subido a la camioneta Ram Charger del senador y tapado con cobijas.
A las 10:30 de la noche del 4 de junio, acompañado sólo de Teófilo, su chofer y secretario, Hernández Jerónimo emprendió la marcha hacia el Distrito Federal.
En los límites de Tabasco y Veracruz, la pesada carga del vehículo llamó la atención de la Policía Federal de Caminos. Una patrulla le dio alcance y los agentes hicieron señales para detenerse. El senador perredista bajó, se identificó y, para evitar la revisión, explicó que llevaba alimentos a los exodistas tabasqueños.
Ante el riesgo de nuevas revisiones, los viajeros prácticamente se echaron “al monte”. Durante casi dos días, alternaron el uso de autopistas, carreteras libres y caminos de terracerías.
Durante el viaje, el secretario del senador, contador de profesión, revisó parte de la documentación y lo enteró de la “bomba” que llevaban.
“Creció el temor que nos interceptaran y nos desaparecieran por el costo político que significaba para Madrazo la documentación que llevábamos”, relató el senador Hernández Jerónimo.
Así, llenos de presagios, temores y permanente sensación de “alegría y miedo a la vez”, arribaron a la Ciudad de México.
En el zócalo capitalino, el desánimo se reflejaba entre los exodistas tabasqueños. Su líder, Andrés Manuel López Obrador, estaba abatido. Hambrientos y enfermos, habían caminado mil kilómetros para denunciar el “atraco electoral” de Roberto Madrazo, pero no había elementos contundentes para probarlo.
El senador ordenó a su chofer aparcar la camioneta a un costado de la delegación Venustiano Carranza y buscó a López Obrador. Ahí descansaban los marchistas.
López Obrador estaba en una entrevista. Lo esperó y cuando regresó le dijo que llevaba unos documentos “muy importantes”, pero “casi ni me hizo caso, ni me peló”.
López Obrador “estaba tan abatido y desesperado que, incluso, se planteaba el regreso a Tabasco porque no tenía caso seguir en el Zócalo, ¿para qué?, era la pregunta que nos hacíamos”, recordó Hernández Jerónimo.
Entonces, el senador buscó a Enrique Fernández Valdés, destacado líder perredista tabasqueño: “Oye Enrique, Andrés no me pela, vamos a revisar lo que traigo y después hablamos con él a ver si tú estás convencido como yo de esto”, le dijo.
Sacaron una caja de la camioneta y cuando Valdés revisó su contenido, exclamó: ¡Puta Madres…qué es esto!..¡Estamos locos si no usamos esto!… Fue cuando “ya en serio” se avisó a López Obrador de lo que se trataba y para convencerlo se le llevó un expediente. Lo encontraron tomando café mañanero en un restaurante cerca del zócalo. Sobre la mesa pusieron un legajo de documentos.
-¡Andrés, mira esto!, casi gritaron. Sin el menor entusiasmo, el líder perredista inhaló profundamente su inseparable Raleigh y empezó a hojear minuciosamente el documento. Conforme avanzaba, hojeaba con mayor rapidez al mismo tiempo que su alicaído rostro se transformaba en alegría.
“Esto sí es un chingadazo contra Madrazo”, comentó jubiloso López Obrador y pidió reunir de inmediato a todos los contadores que estaban en el éxodo.
Para revisarlas, las cajas fueron divididas y llevadas a dos hoteles, uno de ellos el “Catedral”, donde fueron analizadas y clasificadas.
Durante ese tiempo, Chuy Falcón –chofer de López Obrador- “muy temeroso cambiaba cajas de un hotel a otro”, y el desánimo de los exodistas terminó pues empezó el rumor de que se estaba preparando “un movimiento muy importante”, relató Hernández Jerónimo al corresponsal de Proceso al revelar, por primera vez, la ruta de las “cajas de la infamia” de Tabasco al zócalo capitalino. En principio, dieron la versión de que desconocidos las habían entregado en el Zócalo por protección al “pellejo”, pues Carlos Salinas “y su mafia” estaban en el poder, así como para salvaguardar a quienes “operaron” para que las cajas llegaran a sus manos.
“Las condiciones son otras. Y es algo que tenía muy dentro de mi conciencia y mi corazón para darlo a conocer algún día. El pueblo de México debe conocer la verdad histórica. Siempre tuvimos la razón en nuestra denuncia contra Madrazo: llegó al gobierno mediante el fraude”, narró entonces Hernández Jerónimo al reportero.
DETONA LÓPEZ OBRADOR TABASCOGATE
Cuando Andrés Manuel López Obrador tuvo toda la información clasificada de los gastos reales de la campaña electoral de Roberto Madrazo, el 9 de junio de 1995 ofreció rueda de prensa a medios nacionales e internacionales, acompañado de los consejeros ciudadanos del IFE, Santiago Creel, José Agustín Ortiz Pinchetti y Juan Molinar Horcasitas.
Ante la sorpresa e incredulidad de todos, el político tabasqueño exhibió “las cajas de la infamia”, consistente en los archivos originales de la secretaría de Finanzas del Comité Directivo Estatal del PRI que probaban el gasto de 237 millones de peso en la campaña de Roberto Madrazo por la gubernatura, y no tres millones 718 mil pesos que el PRI reportó al Instituto Electoral de Tabasco.
Derroche que también implicaba al presidente Ernesto Zedillo y que ponían al descubierto, por primera vez en la historia de México, y a detalles, la manera fraudulenta en que el PRI ganaba elecciones en México.
En miles de facturas, pólizas de cheques, notas de remisión, cartas, oficios y otros documentos, desfilaban nombres de políticos del PRI y de oposición, empresarios, periodistas, observadores, pastores evangélicos, curas católicos, concesionarios de autotransporte, en fin, todO un universo de personas que se beneficiaron de la generosa derrama en la campaña del candidato priista al gobierno de Tabasco.
El derroche descubierto a Madrazo –72 millones de dólares al tipo de cambio- representaba alrededor del 73% de lo que costó la campaña presidencial de Ernesto Zedillo. Y superior a los 50 millones de dólares erogados por Bill Clinton para reelegirse en la presidencia de los Estados Unidos.
Cada uno de los 17 millones de votos recibidos por Ernesto Zedillo costaron al PRI 18.91 pesos. Cada uno de los 297 mil 365 sufragios recibidos por Roberto Madrazo Pintado, alrededor de 800 pesos.
Periodistas nacionales y extranjeros no daban crédito a lo que veían. Los cuatro millones de pesos que el Concejo Estatal Electoral de Tabasco puso como tope de gasto de campaña, había sido superado en casi 60 veces. En comparación a la campaña de López Obrador, el PRI gastó casi 400 veces más. Todo estaba documentado. Y al descubierto.
Miles de papeles daban cuenta de gastos para la promoción y compra de votos, transporte de personas, pagos a la prensa y para la realización de encuestas y conteos rápidos, nóminas de equipos de seguridad, cientos de boletos de avión, injustificadas e incomprensibles mensualidades para dirigentes locales del PRI, pagos a dirigentes de partidos de oposición, retribuciones a grupos evangélicos y para mantenimiento de iglesias católicas, y decenas pagos y obsequios más.
El gasto equivalía a casi el 80% de la deuda pública del estado que, hasta marzo de 1995, era de 329 millones 576, mil pesos. Y casi el 10% del presupuesto de 2 mil 666 millones de pesos que ejercía el gobierno estatal en ese año.
Los “esqueletos” de chequeras de siete cuentas bancarias, seis de Banca Confía y una no identificada, demostraban los siguientes gastos:
-Cuenta 80-5175-0: gasto de 147 millones 856 mil 172 pesos; Cuenta 80-5200-5: gasto de 20 millones 971 mil 321 pesos; Cuenta 80-5211-0: gasto de 32 millones 478 mil 679 pesos; Cuenta 80-5481-4: gasto de 22 millones 312 mil 300 pesos; Cuenta 80-5480-6: gasto de 3 millones 034 mil 997 pesos; Cuenta 80-5472-5: gasto de 9 millones 196 mil 952 pesos; Cuenta no identificada: gasto de dos millones 020 mil 689 pesos.
De toda esta suma, 56 millones 118 mil 886 pesos fueron depositados en efectivo. Un ejemplo: el 15 de diciembre de 1993 se depositaron en efectivo 2 millones 455 mil 420 pesos en la cuenta 80-5175-0, en una sola exhibición. En la ficha de depósito, escrita a mano, una nota consignaba: “Aguinaldos y programas políticos”.
Roberto Madrazo se encontraba en Guatemala acompañando al presidente Ernesto Zedillo. Esa noche retornó a la Ciudad de México y al día siguiente, muy temprano, tamboreaba las puertas de la casa del subsecretario de Gobernación, Arturo Núñez Jiménez.
El ahora ex gobernador de Tabasco me relató, en el año 2006, aquél encuentro del sábado 10 de junio de 1995:
“Era yo subsecretario de Gobernación por segunda ocasión y todos los viernes había reuniones en el área de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) para analizar las invasiones agrarias por la insurrección del EZLN y también había preocupación por el caso Tabasco. El secretario de Gobierno de Tabasco, el licenciado Manuel Tellaeche Bosch, iba a esas reuniones. Después de esa reunión (del viernes 9 de junio), pasó a visitarme a mi oficina y estando conmigo recibí información del CISEN de que Andrés Manuel López Obrador, que tenía un plantón en el Zócalo, estaba dando a conocer las cajas que le habían llevado y que reportaban un gasto superior a los 72 millones de dólares a la cotización de aquel entonces, gastos de campaña de Roberto Madrazo para gobernador.
Le informé de esto a Tellaeche; él no sabía nada. Quiso hablar con el gobernador Madrazo para reportarle esto, pero ese día había ido a Guatemala y se supone que venía en el vuelo de regreso a la Ciudad de México. Se supone que iba a llegar un poco tarde la noche de ese viernes y ya no supe más ese día.
Sin embargo, al día siguiente, muy temprano, me reportan las personas que ayudan al servicio en la casa en la Ciudad de México, que me busca el gobernador Madrazo. En primer momento pensé que fuera por teléfono, pero no, era en persona, acompañado precisamente del secretario de Gobierno, el licenciado Manuel Tellaeche. Los recibí en la sala de mi casa y básicamente Madrazo me dijo que lo de las cajas era cierto, que obedecía a una contabilidad real y que quería que yo, en mi condición de subsecretario, lo ayudara a tener una entrevista con el secretario Esteban Moctezuma que era el titular de la dependencia, porque el licenciado Moctezuma y el propio Madrazo tenían enfriadas las relaciones a partir de los hechos de enero del 95.
Ignoro las razones por las cuales Roberto Madrazo no haya querido acudir directamente al secretario Moctezuma y me haya pedido que yo fuera el conducto. Yo le corrí traslado de la solicitud de Madrazo al secretario Moctezuma, quien decidió recibir al gobernador de Tabasco. Esa fue lo que ocurrió y lo que puedo señalar es que, de manera expresa, Roberto Madrazo me dijo que era contabilidad real, que eran cajas con documentos ciertos. Este mismo testimonio yo lo rendí a algunos periodistas norteamericanos que estaban haciendo algunos reportajes sobre la biografía de Roberto Madrazo y me entrevistaron para obtener algunos datos. Después me conversaron que este testimonio se lo platicaron a Madrazo, preguntándole cuál era su reacción frente a mi testimonio y trató de descalificarme diciendo: es que Arturo no me quiere y no le entró al asunto. A mí Roberto Madrazo Pintado me dijo en la sala de mi casa que la contabilidad de 72 millones de dólares era cierta para el financiamiento de su campaña electoral. Y lo reto a que me diga que fue en sentido distinto”.
LA NÓMINA NEGRA DEL PRI
Al día siguiente del destape de lo que se conoció popularmente como el Tabascogate, en Tabasco, el Palacio de Gobierno lució vacío de funcionarios. La burocracia, por su lado, buscaban afanosamente los periódicos para enterarse de la “bomba” detonada por López Obrador a mil kilómetros de distancia.
Por la mañana, hubo reunión privada en la Cámara de Diputados entre funcionarios de la secretaría de Gobierno y legisladores priistas, mientras que en la Quinta Grijalva desfilaban funcionarios madracistas, quienes, presurosos, entraban y salían hablando por teléfonos celulares
Para el mediodía, se puso en marcha la estrategia de negar todo lo que el gobernador Roberto Madrazo, un día anterior, había admitido como cierto ante el subsecretario de Gobernación, Arturo Núñez.
La oficina de prensa del PRI convocó a rueda de prensa para las 5 de la tarde, la cual inició una hora después y sólo para que el dirigente estatal del PRI, Nicolás Haddad López, leyera un documento de tres cuartillas con voz quebrada y manos temblorosas, sin aceptar preguntas de los reporteros.
Acompañado del líder del Congreso, Pedro Jiménez León y de la mayoría de los diputados del tricolor, Haddad acusó a López Obrador de exhibir documentación “falsificada”; arremetió en contra de los consejeros del IFE, Santiago Creel y José Agustín Pinchetti; reiteró que la elección del 20 de noviembre (de 1994) era “cosa juzgada” y que el partido, “con la verdad en la mano”, continuaría defendiendo el “legítimo y transparente” triunfo de Roberto Madrazo.
El dirigente priista tachó de “absurdo y absolutamente falso” que el PRI hubiese gastado 237 millones de pesos, e insistió que los gastos de campaña para gobernador, diputados y alcaldes, fueron entregados “en tiempo y forma a las autoridades competentes”.
“Una vez más la obsesión de poder de Andrés Manuel López Obrador lo lleva a no reparar en los medios que es capaz de utilizar para desacreditar a Tabasco e impedir la convivencia civilizada. Hoy se vale, de nueva cuenta, de la falsificación y de la mentira, esa es su costumbre, su estilo de hacer denuncias”, afirmó.
Machacó que el líder opositor exhibió documentos que le fueron “graciosamente regalados por unos desconocidos que como ladrones llegaron a su campamento de madrugada y se los dieron en la oscuridad”, y que eso ofreció a la prensa “para desprestigiar lo que siempre trató de destruir sin conseguir, el derecho de los tabasqueños a elegir a sus gobernantes, porque sabe que en Tabasco no puede ganar”.
Aseguró que esa era su “táctica para ensuciar la verdad”, y cuestionó la presencia de los consejeros ciudadanos del IFE en la conferencia de prensa donde destapó el Tabascogate.
“No obstante que todas las actas de casillas están firmadas por los representantes del PRD constando la limpieza de la elección, López Obrador trató de señalar irregularidades en las casillas apoyándose en el mañoso documento realizado por los señores Santiago Creel y Agustín Ortiz Pinchetti”, arremetió.
Al terminar la lectura del documento, Haddad López salió apresuradamente de la sala de junta del PRI, prácticamente corriendo de los reporteros, quienes sin éxito trataron de entrevistarlo.
Durante su campaña electoral, Roberto Madrazo se convirtió en un Santaclós. Todo lo que le pedían lo daba. No había límites. El objetivo era ganar la elección al costo que fuera.
La señora Matilde Gómez pidió un par de zapatillas para la graduación de su hija. Madrazo se las mandó. Don Gabriel Hernández pidió un préstamo para construir su casa y prometió pagarlo conforme a sus “posibilidades”. El candidato el PRI le envió un lote de materiales de construcción.
El presbítero Carlos J. Hoil Parra, miembro de la Segunda Iglesia Bautista Independiente Cristo la Única Esperanza, solicitó autobuses para transportar jóvenes a una celebración religiosa a la ciudad de Campeche, en julio de 1994. La petición fue concedida.
Tres recibos delataron la entrega de diversas cantidades de materiales de construcción para la edificación de una capilla en el ejido Aureo L. Calles del municipio de Huimanguillo.
Otros recibos revelaron la compra de material eléctrico para apoyo de la iglesia Dios es Amor, así como 3 mil 171 pesos y 16 centavos para la compra de pintura para la iglesia San Sebastián y 6 mil 600 pesos para comprar pintura para el templo El Buen Pastor.
El 9 de junio de 1994, el sacerdote Moisés de la Cruz recibió 17 mil pesos para un evento de 500 personas; tres mil pesos para alquiler “del Salón Casino Tabasqueño” y 14 mil para el “banquete”.
Los líderes presbiterianos, Fernando Ramos Sánchez y Víctor Oyosa Reyna, también alcanzaron de la rebanada priista. El primero, presidente del Comité Cívico Cultural y del Seminario de la Organización Educativa Tascoob, solicitó y se le concedió, un autobús para un viaje Villahermosa-Tijuana-Villahermosa, a un costo de 28 mil pesos. El religioso pidió la unidad a puertas del “Templo Betel”, para la noche del 13 de noviembre de 1994.
Al diputado local del PAN y, posteriormente legislador federal, Arnulfo Cuevas Aguirre, el PRI le depositaba 20 mil pesos mensuales en su cuenta de Banamex. El ex diputado federal del PRD, Miguel Cuitláhuac Vázquez Hidalgo, cobraba otro tanto igual. Descubierto, “ofendido”, el perredista amagó con demandar a su correligionario López Obrador y atribuyó que este así lo “atacaba” porque era “muy crítico del PRD”.
En la larga nómina del PRI figuraban también, con 5 mil pesos mensuales, los panistas Gabriel García Torres (suplente de Cuevas en la diputación local); Andrés del Valle ( secretario de prensa y propaganda en la campaña de Juan José Rodríguez Prats para la gubernatura) y Alicia Céspedes.
El dirigente estatal del PARM, Porfirio Alba Pérez, firmaba por 8 mil pesos mensuales y a su candidato a la gubernatura, Manuel Urrutia Castro, el 3 de noviembre de 1994 –17 días antes de las elecciones- el PRI le depositó 50 mil pesos en su cuenta bancaria. Urrutia, general retirado del ejército, fue el primero en reconocer que el triunfo de Roberto Madrazo había sido “limpio”.
Los dirigentes del PT, María Luisa Frías Almeida y Lisandro Osorio Jiménez, cobraban 5 mil pesos mensuales. En una póliza de cheques del 16 de agosto de 1994, aparece el nombre de Ulises Ruiz (ex gobernador de Oaxaca) como encargado de pagar 14 mil pesos al Partido Popular Socialista( PPS) y 3 mil al Partido Verde Ecologista de México (PVEM).
El 10 de noviembre de 1994, el ex gobernador de Tabasco, Manuel Andrade Díaz (diputado local y representante del Congreso ante el Conejo Estatal Electoral en ese año) pagó 22 mil pesos al Partido Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRN). Esto, adicional a los 15 mil pesos mensuales que el PRI depositaba a la cuenta bancaria del diputado local del PFCRN, Adelfo Morales Palma.
Carlos Madrazo Cadena, dirigente de la Coparmex- Tabasco, recibió 165 mil esos en dos cheques -de 82 mil 500 pesos cada uno- para realizar un conteo rápido que resultó…favorable a su primo Roberto. La Canacintra-Tabasco, dirigida por el constructor José Antonio Burelo, cobró 373 mil pesos para otro conteo rápido favorable al candidato priista.
Al final, se encontraron siete pólizas de cheque por un millón 383 mil 500 pesos, para “conteos rápidos” de la Coparmex y Canacintra tabasqueña.
De los 237 millones de pesos gastados por Roberto Madrazo en su campaña, más de 80 millones fueron manejados por siete de sus más cercanos colaboradores.
Pedro Jiménez León, a nombre del Comité Directivo Estatal del PRI, manejó 53 millones 841 mil pesos, y a nombre propio 653 mil 900 pesos, principalmente para comprar líderes opositores.
Ulises Ruiz, sin cargo oficial en la dirigencia estatal del PRI pero operador de la secretaría de “Acción Electoral” del PRI, dispuso de 9 millones 438 mil pesos, a razón de un millón 300 mil pesos mensuales, para “gastos y pagos a militantes”. Alejandro Santiago Martínez firmaba las pólizas de cheques.
Florizel Medina Pereznieto, Coordinador Estatal de la Promoción del Voto (director de Comunicación Social, Contralor y secretario de gobierno con Madrazo) repartió 7 millones 958 mil pesos -un millón 100 mil pesos mensuales- entre “promotores” del voto.
José Alberto del Rivero, secretario de prensa y propaganda del PRI, gastó 3 millones 188 mil pesos. Hugo A. Zúñiga Rojas, encargado de la casa de campaña de Madrazo (rentada a Carlos Cabal) y posteriormente administrador de la Quinta Grijalva, derrochó 3 millones 51 mil pesos.
Ángel Augusto Buendía Tirado, coordinador de campaña, y secretario de Desarrollo Social y Protección al Ambiente en el gobierno de Madrazo, recibió del PRI a nombre propio 2 millones 857 mil pesos, y través de Humberto L. Pérez Rodríguez, otros 817 mil pesos: más de 3 millones 600 mil pesos. Todo, para el pago de “asesorías” y de “militantes”.
El secretario de Prensa y Propaganda del PRI, José Alberto del Rivero, Chebeto, –titular de la Junta Estatal de Conciliación y Arbitraje en el gobierno de Madrazo- gastó 3 millones 188 mil pesos, en tanto que Fernando Pérez Cobián -coordinar de la propaganda madracista- dilapidó 992 mil pesos: más de 4 millones 180 mil pesos.
El publicista Francisco Montero, cobró un millón 856 mil pesos para asesorar al candidato en cómo caminar, hablar, vestirse y teñirse el cabello y bigotes, entre otras “consultorías de imagen”.
En esa danza de dinero, se descubrió que una gira –de dos días- del candidato presidencial Ernesto Zedillo, costó al PRI estatal más de 2 millones 200 mil pesos, para transporte y alimento de “acarreados voluntarios” (así decían las pólizas de cheques), hospedaje de “invitados especiales”, líderes del CEN del tricolor y “atención” de la prensa.
Para el cierre de campaña de Ernesto Zedillo, en Mérida, el PRI de Tabasco rentó 116 camiones. Su costo: 404 mil pesos.
Para la toma de protesta de Madrazo como candidato al gobierno del estado, fueron rentados mil 237 autobuses. Pero no siempre funcionaba el acarreo.
El 6 de noviembre, para una gira del candidato, se contrataron 38 unidades para transportar mil personas. Sólo se movilizaron 27, con cupo del 45% de su capacidad.
“Las unidades restantes no asistieron al evento por falta de contingente”, reportó César Leonardo Pérez Conde, coordinador de Comunicaciones y Transportes del CDE del PRI.
Entre camiones contratados que no salían por quedarse vacíos, y camiones que sí viajaban a la mitad de su capacidad, el PRI gastó en acarreos un millón 304 mil 353 pesos, tan sólo del 4 de octubre al 7 de noviembre de 1994.
La seguridad también era indispensable. Doña Isabel de la Parra, esposa de Madrazo, contó con cinco guardaespaldas contratados por el teniente coronel de infantería Pedro Salazar Padilla Pérez.
En vísperas de las elecciones de Tabasco, parte de la prensa extranjera acreditada en México fue invitada por el PRI tabasqueño. Fueron hospedados en el hotel Holiday Inn (ahora Camino Real). El CDE del tricolor pagó en una sola exhibición 74 facturas por 144 mil pesos 193 pesos. En el mismo hotel, entre los huéspedes distinguidos estaban Oscar Espinosa Villarreal, el senador Salvador Sánchez Vázquez y el economista David Colmenares Páramo.
A partir del lunes 12 de junio, arreció el deslinde de los implicados en el Tabascogate. El diputado federal del PAN, Arnulfo Cueva, presentó demanda penal en contra de López Obrador por “difamación” y juró, en rueda de prensa, que no recibió del PRI “ni un quinto partido por la mitad”.
Nervioso en extremo, el legislador panista señaló que las imputaciones en su contra eran dolosas y con el ánimo de desacreditarlo públicamente y que, incluso, compañeros de trabajo ya lo miraban “con desprecio y otros me han retirado el saludo”.
Entonces, los reporteros observaron que el diputado tenía en la bolsa de su camisa una chequera y le solicitaron que diera a conocer su número de cuenta, pues se le explicó que habían aparecido varios cheques del PRI por 20 mil pesos cada uno, transferido a su cuenta bancaria de Banamex. El panista tomó su chequera, la guardó en la bolsa trasera del pantalón y juró que “lueguito” la daría a conocer. Hasta hoy los periodistas tabasqueños siguen esperando la información.
Pese a que la mayoría de la prensa tabasqueña trataba, sin éxito, de ocultar la magnitud del escándalo que cimbró a la clase política local, funcionarios y dirigentes del PRI, de oposición y empresariales, agazapados en sus casas u oficinas, negaban haberse beneficiado con el dinero derrochado por la camarilla madracista.
El presidente del Concejo Estatal Electoral, Gonzalo Quintana, no convocaba a sesiones desde el 12 de diciembre. Y en vano intento por frenar el creciente descrédito de Madrazo y su equipo, el director de Comunicación Social, Florizel Medina –coordinador de la promoción del voto durante la campaña– organizaba conferencias de prensa con dirigentes del PPS y PFCRN que figuraban en la nómina priista, para defender al gobernador y atacar al PRD.
Estas declaraciones eran ampliamente difundidas en la prensa local en la misma medida que se silenciaba todo lo relacionado al Tabascogate. Sólo el diario La Verdad del Sureste y los noticieros de radio Telereportaje y Noticias en Flash, daban puntual seguimiento y amplia cobertura al escándalo.
El dirigente de la Coparmex, Carlos Madrazo Cadena, negó haber recibido dinero del PRI para los conteos rápidos e insistió que su firma en las pólizas de cheques eran “falsas”.
Oscar Sáez Jurado, secretario de Finanzas del PRI durante la campaña y Oficial Mayor en el gobierno madracista, enfrentó a la prensa y con rostro sombrío aseguró: “Estamos tranquilos, no hay nada que temer… en cualquier circunstancia daré la cara por el licenciado Madrazo”.
Manuel Urrutia Castro, candidato del PARM a la gubernatura, dijo desconocer el origen de la información que lo señalaba como beneficiario de la nómina negra del PRI en la que figuraba con 50 mil pesos.
“No tengo conocimiento de ello y no me pueden comprobar algo que no es cierto”, se defendió. Y el secretario de Gobierno, Manuel Tellaeche, evadía a la prensa con la misma cantaleta: “Ya el PRI fijó su postura”.
LA DEMANDA ANTE LA PGR
El martes 13 de junio, López Obrador presentó denuncia penal ante la procuraduría general de la República en contra de, entre otros distinguidos priistas, Roberto Madrazo Pintado, Manuel Gurría Ordóñez, Ulises Ruiz, Carlos Madrazo Cadena, Alfonso Izquierdo Bustamante, Pedro Jiménez León, Nicolás Haddad López, Florizel Medina Pereznieto, Ángel Augusto Buendía Tirado, Oscar Sáenz Jurado, Francisco Montero Lozano, Salvador Sánchez Vázquez, Pedro Vásquez Colmenares, Jesús Alamilla Padrón, José Luis Solís López, Alejandro Martínez Santiago, José Antonio Burelo y Jesús Álvarez Vasconcelos.
El ex candidato perredista entregó la documentación al director de Averiguaciones Previas de la PGR, Fernando Córdoba Lobo. Todos, como probable responsables de los delitos defraudación fiscal, defraudación fiscal equiparada, encubrimiento de delitos fiscales, ocultamiento, alteración o destrucción de documentos para efectos fiscales, encubrimiento, asociación delictuosa, peculado, falsedad en declaración judicial, uso indebido de atribuciones y facultades y delitos electorales.
Córdoba Lobo instruyó a tres agentes del Ministerio Público revisar “hoja por hoja” la documentación para luego determinar si la PGR tenía competencia en la denuncia.
El viernes 16, López Obrador y Amalia García se entrevistaron con el procurador de la República, el panista Antonio Lozano Gracia, quien les ofreció investigar “exhaustivamente” la denuncia en contra de Madrazo.
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Dos días después, el 19, López Obrador llevó al CEN el PRI las “cajas de la infamia” para que constataran que la documentación eran originales. Un emisario salió a la banqueta a decirles que la lideresa y senadora, María de los Ángeles no se encontraba, y que en su lugar los atendería el director de Asuntos Jurídicos, Carlos Cravioto.
López Obrador y comitiva, entre ellos Amalia García, secretaria de Asuntos Políticos Nacionales del PRD, fueron conducidos al tercer piso del edificio del tricolor. Sobre una mesa redonda, depositaron 12 cajas de documentación. Diez minutos después, sonrientes, aparecieron el secretario adjunto del CEN, Genovevo Figueroa y el abogado Cravioto, saludaron y se pusieron a las órdenes de los visitantes.
El político tabasqueño les dijo que la lideresa nacional del PRI había juzgado como falsa la documentación sobre los gastos de campaña de Roberto Madrazo, y que por eso habían decidido llevarlos a la sede el tricolor.
“Para que sean ustedes, los propios priistas, los que constaten la autenticidad de la documentación”, le dijo López Obrador e inmediatamente sacó varios legajos y los empezó a hojear ante los funcionarios priistas, quienes, visiblemente perturbados, de reojo veían pólizas de cheques, recibos, facturas, oficios y otros papeles que el perredista exhibía.
“Estos no los utilizamos para la demanda ante la PGR. Si quieren se los dejamos”, se mofó López Obrador. Los priistas los rechazaron de inmediato.
“Ustedes han elegido el camino de la PGR y están en su derecho. El PRI está de acuerdo y esperaremos que sea esa instancia la que decida. No revisaremos los documentos porque eso corresponde a la procuraduría, pero estaremos atentos”, respondió Genovevo Figueroa.
“Eso sí, una vez concluido el proceso, les vamos a devolver todos sus papeles”, replicó el tabasqueño, quien, ese mismo día, amplió su demanda ante la PGR.
En Tabasco, no fue sino hasta el jueves 15 cuando Roberto Madrazo, obligado por los periodistas, habló sobre las acusaciones en su contra. Un día anterior, como en los momentos más difíciles de enero, viajó a la Ciudad de México para entrevistarse con la lideresa del PRI, María de los Ángeles Moreno.
Con aparente aplomo, dijo que el PRD era el único que alegaba la autenticidad de los documentos sobre sus gastos de campaña, los cuales, afirmó, habían sido “desmentidos” por muchos de los implicados.
“Tabasco no puede ser rehén de una comedia callejera que busca solamente dar libertad para expresar un sentimiento de frustración y de revancha política”, sostuvo.
“No hay razón para que renuncie y pienso cumplir puntualmente los seis años de mi gobierno. Lo haré con los aliados del cambio: conozco bien quiénes son los aliados que tengo y sé también quiénes no están aliados a un proyecto de cambio que requiere Tabasco”, amenazó.
La tarde del lunes 19, de regreso a Tabasco luego de otro de sus intempestivos viajes a la Ciudad de México, citó de urgencia a su gabinete en la Quinta Grijalva y dispuso una febril actividad pública para la semana.
Intensificó los actos públicos y multiplicó su presencia en los medios de información locales. Entregó cheques de Procampo, recorrió municipios para supervisar obras, atestiguó el cambio de la directiva de los economistas del estado, anunció recursos para programas de salud infantil y trazó el destino de Tabasco –en sólo nueve cuartillas– durante la presentación del Plan Estatal de Desarrollo.
Evasivo con la prensa, dejó que el PRI lo defendiera del escándalo. El líder local del tricolor, Nicolás Haddad, viajó a la Ciudad de México en busca de foros para, desde ahí, hacer declaraciones e insertar desplegados en periódicos de la capital sobre las “falsedades” de López Obrador.
Haddad llegó al extremo de afirmar que el dirigente perredista era instrumento de un complot para “desestabilizar el Sureste mexicano”, urdido conjuntamente por la guerrilla zapatista, Mario Ruiz Massieu, el sindicato de Ruta-100 y Cuauhtémoc Cárdenas.
La divulgación de los documentos que probaban el derroche de campaña de Madrazo, aseguró, “está inscrita en una escalada nacional de desestabilización que no pugna por la reforma democrática, sino por generar condiciones artificiales de ingobernabilidad.”
Como prueba presentó sólo sus dichos.
El diputado local del PRI, Arturo de la Fuente, arremetió en contra de los consejeros ciudadanos Santiago Creel y José Agustín Ortiz Pinchetti. Los tildó de “mercenarios de la vida pública de México, que con vileza e impunidad han prostituido el conocimiento académico, alquilándolo al mejor postor”.
Madrazo rubricó la contraofensiva durante la presentación del Plan Estatal de Desarrollo, y ganó palmas con un reproche contra “aquellos a quienes no les importa ensuciar honras, socavar instituciones o desatar enconos”. Se exculpó: “Ante la calumnia, afirmo que no hay nada en el pasado proceso electoral de lo que tenga que avergonzarme”. Y retador, firme, arengó: “Los tabasqueños conocemos bien a aquellos que le apuestan al derrumbe y al colapso. Su visión arcaica les hace suponer que para que las cosas mejoren todo debe ir peor cada día para Tabasco”.
–¡Es un cínico! Esta es la reafirmación de una conducta normada en el cinismo, respondió López Obrador. “Es una contraofensiva de bajo nivel, que más que defensa los muestra tal cual son: gente sin escrúpulos, capaces de todo con tal de mantenerse en sus cargos”.
–¿Teme que atenten contra su vida?, interrogó la revista Proceso.
–Tengo miedo como cualquier ser humano, pero no soy cobarde. En la política se corren riesgos. Yo estoy en la lucha por la democracia y estoy dispuesto a correrlos. No soy suicida ni temerario, actúo con prudencia. Pero todos los mexicanos tenemos que dar muestras de valor civil. Tengo adversarios políticos, no enemigos; no estoy envenenado por odios ni rencores, vivo tranquilo.”
López Obrador regresó a Tabasco después de casi dos meses de ausencia, después de partir, el 23 de abril, con el Exodo por la Dignidad y la Soberanía Nacional hacia la Ciudad de México. A su retorno, para dar “un respiro al estado”, propuso a Roberto Madrazo que ambos se exiliaran “el tiempo que él quiera”, para resolver el litigio político.
“Demostremos que no somos ambiciosos vulgares. La gente ya está harta de luchas de políticos por el poder… Sería un acto de humildad, de rectitud, que lo vería bien todo el pueblo de Tabasco.”
–¿Pero eso no significaría el fin de la vida política de Madrazo Pintado y la suya misma?
–No, somos jóvenes. Además, la política se hace en todos lados. Podríamos regresar después al estado.
La respuesta de Madrazo llegó durante un acto público en Centro de Convenciones:
“Soy ajeno a cualquier obsesión de poder y no tengo misión más importante que cumplir que servir a Tabasco, y cumplir así mi responsabilidad para la cual fui legal y legítimamente elegido.”
La terminación del éxodo perredista en la Ciudad de México fue toda una pachanga. La incertidumbre se transformó en alegría, júbilo. En la despedida estuvo la familia Cárdenas Batel encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas.
“El tiempo nos dio la razón”, festejaba doña Norma Argáiz, la mujer que, sin dobleces, se ponía al frente de la marcha de mil kilómetros. “Hemos podido probar que Madrazo gobierna Tabasco apoyado en la ilegalidad”, respondía a la prensa mientras arreglaba sus maletas.
El diputado federal, Octavio Romero Oropeza, gozaba: “Ahora estarán buscando entre ellos quién es el traidor… ¿quién fue el que nos dio la documentación que prueba sus tropelías”.
“Lo que me extraña es que siendo Madrazo lo que es, un mapache experimentado, ¿por qué no se cuidó de enterrar bien su archivo?, ¿qué le pasó?…”
Los exodistas se pasaban de mano en mano los periódicos capitalinos para ver qué informaban sobre la “bomba tabasqueña”.
El lunes 21 de junio de 1995, por la noche, se efectuó el último mitin en el Zócalo con López Obrador como único orador. Dijo que el éxodo había sido “exitoso” y agradeció las muestras de solidaridad. Puso a votación el retorno a Tabasco para el día siguiente, y la respuesta fue ¡sííííí…!
“Ya tenemos ganas de echarnos una jícara de pozol y un buen puchero”, bromeó el líder de los exodistas, hoy presidente de la República.