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Alfonso Carbonell Chávez

  • Aplanar la curva… de la infodemia

Pues no, no hay modo, pese a lo grave de la epidemia sanitaria que ha planteado el Covid-19, sobre todo al haberse generado una corriente que, al igual que la pandemia altamente contagiosa, corre en paralelo con el avance de la mortal enfermedad pero proporcional e inversamente, al despliegue informativo que desde el gobierno y en un esfuerzo informativo  inusitado en materia de salud y quizás en ninguna otra área  pública, la ya catalogada como “infodemia” (una especie de epidemia en los medios) decía, corre a la misma velocidad del contagio de la pandemia, pero esta fraguada desde las esferas más reaccionarias del país representada por los grandes consorcios mediáticos y un puñado de voceros oficiosos del conservadurismo más rancio del país. Insisten es su afán, en desinformar a la población en todo lo que desde la secretaría de Salud, más específicamente de la que a través de su vocero el subsecretario Hugo López-Gatell, dato a dato, encuesta tras encuesta o medidas específicas incluso recomendaciones generales de higiene como la de lavarse las manos, no saludar darse abrazos ni besos, hasta en eso decía le llevan la contraria. Ya no digamos de las duras  recomendaciones de quedarse en casa y más sensibles aún por lo que representan, el no ir a laborar si no es una actividad considerada como esencial. Porque está visto y dicho, hay qué comer.

Pero ahora el nivel de afectación que ha provocado la pandemia en el ámbito de la salud con miles de contagios casi 70 mil, pero más doloroso los más de 3 mil 500 decesos, pero ni eso ha hecho  que la campaña de descrédito al gobierno de la Cuarta Transformación con dedicatoria directa al presidente Andrés Manuel López Obrador, en un acto de humanismo y solidaridad con la gente, haya amainado pero ni un momento en lo que va de la emergencia. Es decir que por casi tres meses desde el primer caso importado en nuestro país. En un inicio recordará se dijo, por ejemplo; parar actividades económicas y ordenar el confinamiento voluntario incluso el cierre de escuelas. El gobierno así y basado en las recomendaciones de los médicos especialistas y el equipo de científicos, hizo un llamado a la población que sin caer en pánico pero sí dando seguimiento al avance de la pandemia mundial, sobre todo en los países como China donde se ubicó la generación del coronavirus y en países como Italia, Francia o España donde el virus al ser nuevo y para el cual no existe cura, lis desbordó y las medidas como la suspensión de actividades productivas o escolares y el obligado quédate en casa, fueron tardías y sus sistemas de salud  fueron rebasados. Las escenas dolorosas de hospitales  con enfermos graves sin camas ni respiradores, empezaron a expresarse en preocupación ante un número elevado y crecientes de muertes.

Así el 28 de febrero según se reportó, se dio el primer caso de Covid-19 en nuestro país que correspondió a un nacional que había estado en Europa y por ahí otros, incluso el de una chiapaneca que había estado en Italia, fueron dando cuenta de que el contagio era una realidad devastadora y con olor a muerte. Lo que acontecía en otros países fue observado y se fue aprendiendo implementando así acciones y no se vaciló para empezar a explorar medidas y campañas como de higiene personal o del no viajar al extranjero. Pero ya las de suspender clases en todo el sector educativo que se dio a partir del 23 de marzo como la vehemente recomendación de #QuédateEnCasa sin recurrir a medidas autoritarias o decretar toques de queda  importante destacar, de modo gradual y teniendo como variable determinante la realidad que el Covid-19 sí mata, ha sido estimo –aunque insisten los irresponsables por doquier- lo que más ha pesado en la recomendación de estar en casa y de parar actividades. El dato creciente de contagios ha resultado especialmente aleccionador, pero el número de fallecimientos resulta contundente para reflexionar. Porque como se han visto hasta hoy, el punto máximo de la curva de contagios se han registrado en estos últimos días y las muertes, no han dejado de subir en su contabilidad.

Pero el horror de las cifras representan para miles de familias mexicanas mucho dolor y sufrimiento por la pérdida de un ser amado; pero no menor para quienes hoy tienen a un padre, madre, hijos o amigos en algún hospital en situación crítica y con respiradores artificiales. Pero aún más lastimoso que horror de vivir el contagio, está el ¡terror! Informativo que desde los medios de comunicación escritos, televisivos o radiofónicos y sus redes de boots, despliegan e imprimen para causar miedo y zozobra en la población. Sobre todo a mucha de su clientela que al igual que se conmueven con sus “ La Rosa de Guadalupe” o “A cada quien su santo”, o sus  “telelagrimones” donde la “chacha” pueblerina llega a triunfar y casarse con el “joven” rico ni qué decir y hasta  convencen a su “culto” público sobre que “los ricos también lloran” (sic). Y entonces qué esperar de sus bonitas lectoras de noticias o sus varoniles conductores que cualquier cosa que digan, al menos un buen porcentaje de sus audiencias, les creen a ojos cerrados. Así Loretito, bueno a ese ya lo corrieron (¡ah pero cómo chinga verdadera ladilla!), bueno la “Diturbe” o la Maerker de televisa o el Javiercito de la T. de tv azteca. Por ejemplo éste último por orden de su patrón Ricardo Salinas (porque no se manda solo), olímpicamente pidió en su noticiero estelar que no pelaran al vocero presidencial para la COVID-19 Hugo López-Gatell con eso de “quedarse en casa”, ni tomaran en cuenta las cifras que daba a conocer. Es más que en eso de no trabajar era un mal chiste.

Ya para concluir con eso de la dificultad de aplanar la curva “infodémica” aun logrando la “pandémica”; la primera siendo igual de mortal por lo que siembra en el ánimo de la gente y con azuzamientos velados a cometer actos antisociales que suelen terminar en delitos, la letal enfermedad de la desinformación está visto no cejará. Porque es mentira que les importe la  salud del pueblo. Lo que los mueve es atacar al gobierno. Ni mucho menos su interés hipócrita sea el duro golpe que esta epidemia provocará en sus devastadas economías. ¡Por favor!, ténganle un poquito de respeto a los mexicanos, a su inteligencia. Porque no pueden salir ahora que les importa la suerte de los pobres, sí de esos millones de pobres que vieron cómo sus condiciones de vida se iban deteriorando cuando por contrario, una casta de usurpadores y políticos rateros en complicidad con los hoy críticos del gobierno, callaron convirtiéndose en parte del saqueo y fueron piezas principales en la aceitada maquinaria de la corrupción sin fin. Así es que ¡a otro perro con ese hueso! del falso compromiso y del sesudo análisis de las causas de la pandemia y su efecto económico. Escupen para arriba cuando hablan de posibles casos de corrupción que no se descartan, pero que nada qué ver con la que ellos, por décadas insisto, fueron beneficiarios. ¡Piden a gritos que el presidente renuncie! Sí serán pen…itentes. ¿Quieren el poder? ¡Pues gánenselo en las urnas! Y si la mayoría quiere volver a lo que ya vivió y les valió madres su creciente miseria y ver pasar ante sus ojos el despojo a la nación, que empiecen a buscarlo este 2021 pero no lucren con la tragedia de salud ni mucho menos se monten en el dolor de miles de mexicanas y mexicanos que hoy se debaten entre la enfermedad, la muerte y un incierto futuro. ¡No sean buitres! Así entonces; Aplanar la curva de la infodemia, ta cabrón. ¡Me queda claro!

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