La tradición de los pueblos indígenas del sureste de México de rendir tributo a los muertos se ha visto golpeada por las restricciones de las autoridades sanitarias para velar y sepultar a los difuntos durante la pandemia del COVID-19.
La medida sanitaria de proceder a la sepultura o incineración inmediata de los muertos durante la pandemia ha representado un duro golpe emocional a los pueblos indígenas arraigados a sus tradiciones, ritos y fe para despedir a sus difuntos en México, país que suma 9 mil 501 casos y 857 fallecidos.
Por tres días consecutivos las familias acostumbran visitar la casa del difunto con flores y plegarias. Así despiden a su muertos en las comunidades indígenas de Chiapas, en el sureste del país.
Mario Etzin Méndez, originario de Chanal y quien dio el adiós a su madre doña Trinidad Méndez Núñez, sorprendida por la muerte por cáncer a dos horas de camino de su pueblo, aseguró que el amor es más fuerte que el coronavirus.
“En medio de lo que estamos viviendo, es más importante el amor que la pandemia, para mí en resumen, porque se nos ha ido una madre que tuvo 12 hijos, somos indígenas tzeltales y la madre es lo más importante”, declaró en entrevista con Efe.
El joven indígena afirmó que el sentimiento y el amor derriba los miedos. “Son momentos difíciles, muy difíciles. Supera a la COVID-19, supera el coronavirus, pues sí hay medidas pero no es que no las queremos respetar, pero es el sentimiento”.
COSTUMBRES QUEBRADAS
Ahora, esta pandemia rompe esta antigua y ancestral costumbre entre los pueblos indígenas de la región dejando a las familias que han perdido un ser querido entre la tristeza y la desolación por no poder estar en los últimos momentos de su partida.
Los rezos y novenarios para pedir indulgencia por el ser que partió son importantes y suelen celebrarse cada día con los familiares y los amigos reunidos por las noches.
Mario dijo que la familia habría querido tener “más tiempo para esperar a toda la familia y amigos. Hubiera sido por lo menos de 2 a 3 días la espera, no como hoy que fue prácticamente para mi, fue apresurado precisamente por la contingencia que estamos viviendo”.
La pandemia, que tiene a la mayoría de las personas recluidas en sus casas, redujo la participación comunitaria, que suele donar pan, velas, flores, tamales y posh (licor).
Además participan en las plegaria para conectar con el más allá para el buen camino del ser amado y ayudarlo a trascender al otro plano. Para las familias se incrementó el gasto a 10 mil pesos por defunción.
Ahora, con la tradición suspendida, a los muertos se les llora en silencio y de lejos porque ahora piden que sean enterrados en un máximo de cuatro horas posteriores a su último aliento.
“Es la nueva forma de santo sepulcro a casi un mes de la cuarentena”, explicó Manuel de Jesús Ruiz Borraz, administrador del panteón municipal de San Cristóbal de Las Casas.
Borraz advierte que entre la gente hay temor al contagio y eso se observa en el cumplimiento de las recomendaciones de las autoridades para sepultar a los muertos.
“Los entierros se siguen cómo es de costumbre, lo que sí ha cambiado es que están siguiendo las recomendaciones. Por ejemplo, en la entrada en la entrada del panteón nos hemos dado cuenta que son poca gente ya no son aquellas aglomeraciones que se daba con la gente que acompaña a su difunto”, comentó.
Ángel Eduardo Díaz López, un sepulturero del cementerio municipal, explicó a Efe que se les ha pedido que las fosas deben ser más profundas que antes.
“Han pedido que hagamos más grande la fosa y que hagamos más especial el tabicón, el material que se va utilizando en fosas especiales hacerla más profunda y enterrarla si viniera un enfermo por coronavirus”, relató
El confinamiento hace las cosas más difíciles para las familias, que sufren por saber que las personas están muriendo en soledad sin poder darles su último adiós como es la tradición. El COVID-19 alteró del todo modo de vivir como también de morir en esta parte de México. (EFE)