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Alfonso Carbonell Chávez

  •  Punto de inflexión

Pues, si mucho me apuran, la sociedad nacional sin importar la cantidad de quienes estén en una parte de la ecuación de gobierno, considero se está llegando al punto más alto de inflexión social. Así mientras muchas voces se asumen públicamente como contrarios o de menos críticos de Andrés Manuel López Obrador y su Cuarta Transformación; millones de personas incluso sin voz, siguen mostrándole un respaldo sin regateos sobre todo cuando ésos mismos quienes por décadas sufrieron el abandono de gobiernos corruptos, dejados al olvidado y dejados a su suerte, se hacen patentes en cada pueblo que el presidente visita.

Dentro de esos millones, poco más de 13 millones son estudiantes de todos los niveles de educación que hoy reciben becas en la primaria y secundaria, pero también todos los que cursan el bachillerato en alguna modalidad, hasta llegar a cerca de 300 mil jóvenes de escasos recursos que cursan el grado universitario. Insisto que no teniendo posibilidad de hacerse escuchar para contrarrestar los argumentos falaces de desahucio de las políticas sociales del actual gobierno, que ni siquiera toman en cuenta ni les llegan sus descalificaciones irresponsables (por no gritarles en su cara lo que son) las que insisten en considerar, amén de electorero este tipo de apoyos a niños, adolescentes y jóvenes estudiantes, un desperdicio de recursos. Llegando a la bajeza y mezquindad de afirmar, que dichas becas van a parar a las maquinitas o futbolitos y hasta para comprar “caguamas”, más grave aún sostienen, para comprar drogas. Así de serios y analíticos; ¡escoria humana!

Pero igual y dicho por otros vejetes, digo si a esas vamos, no dudan en calificar a los que reciben el programa de pensión a adultos mayores que alcanzan una suma cercana a los 8 millones de adultos mayores  de 68 años y más, con la salvedad que en las poblaciones indígenas inicia a partir de los 65, insisten en argumentar que es un dispendio estarles regalando recursos y que son (seguro a éstos les dan) los hijos o sus nietos y demás familia, quienes deben hacerse cargo de su manutención. Aquí como ya no pueden acusarlos de irse a echar trago o de irse a las maquinitas, encuentran su ataque y descalificación del programa diciendo, por ejemplo, que siendo universal el apoyo muchos no tienen necesidad del apoyo y para rematar sostienen; para qué les dan paga si ahí nomás saliendo se los chinga un familiar. Así o más ¡jijos de su ma…raquera conciencia!

Ya ni decir del programa de jóvenes construyendo el futuro que está destinado a proporcionarles una capacitación “pagada” a cientos de miles de jóvenes que no están estudiando pero que tampoco consiguen trabajo y antes sólo eran estigmatizados como “ninis” que ni estudiaban ni trabajaban como si de éstos dependiera, y que según los datos de cierre del programa a noviembre del año pasado, se habían podido emplear más de 900 mil hombres y mujeres que están en el rango de 18 a 29 años de edad. Aquí también los críticos desinformados, los “por consigna”, al no poder sostener un debate de fondo del programa, se conforman con  reproducir “memes” y chistes que consignan el desprecio a la juventud de menos la inscrita al programa, y de huevones y mantenidos no los bajan. Y así por el estilo el sembrando vida que estima en su consolidación generar 400 mil empleos fijos sembrando árboles frutales y maderables, tampoco les embona pero que habrá que decir, no les ha merecido tantas críticas. El que se ha salvado, hasta hoy, es el programa que apoya a casi un millón de niños y niñas, principalmente, con alguna discapacidad y estimo entienden sería ya el colmo. Pero todos estos programas y otros más para sus críticos mordaces, son políticas erróneas y como ya cité, ni siquiera les merecen atención. Les son invisibles por conveniencia.

Pero insisto, viene a cuento porque en ese choque de trenes de opinión pública, más que una confrontación entre la sociedad nacional ni siquiera política que ya es mucho decir, está sí a muy avanzado el nivel de la curva o de plano ya nos posamos sobre el punto de inflexión de la confrontativa social. O mejor dicho de la confrontación de opiniones y hasta quizá de visiones históricas del país. Y claro que por supuesto que están en todo su derecho y hasta predecible la posición, esas voces que tienen por consigna o por convenio y puequé hasta por convicción de clase el oponerse a todo, que de tanto que balbucean se ahogan con su propia saliva y con espuma rabiosa y los ojos inyectados de odio, escurren veneno a cada golpe de tecla, opinión de voz e imagen. Y sin consideración ni respeto alguno como si eso los mostrara valientes, cometen felonía al lanzar de manera soez, crítica que sería lo de menos aún careciendo de argumentos sólidos y convenientemente comprobables, sino que algunos escondidos como cobardes bajo la bandera de la libertad de expresión tachan al presidente de mentiroso, loco, represor y hay hasta quienes, muy machos, lo pendejean. A ésos y ya dije que con ello falten el respeto -de menos- a sus lectores, les faltarían hue…sos fuertes para sostener sus dichos. Sus infamias y calumnias. Esos los que pese al sistema corrupto de gobiernos pasados no lograron amasar pequeñas fortunas y muchos no por cuestión de escrúpulos o principios sino porque -lo escuché de uno que sí mamo y galán- fue por “pendecos”, ya se les olvidó o a los más viejos ya les llegó un conveniente Alzheimer, que apenas ayer en el reloj político de gobierno y de menos los tres sexenios anteriores, un poquito más ¡y nos dejan sin país! Fue a tal el grado el robo cometido durante el periodo neoliberal, que la pobreza en este país creció de manera exponencial alcanzando cifras de 53/58 millones de pobres es decir, la mitad de la población nacional. Pero la mitad del ingreso nacional se concentró en mil familias. ¡El aviónnn!

Pero en fin ni cómo hacer, siquiera, que pudieran considerar en su balanza de análisis aspectos que en este gobierno con un presidente que conoce y ama a su país se han logrado. De comprometerse a combatir la corrupción y trazarse como objetivo prioritario aminorar la desigualdad y de romper paradigmas añejos para la atención de problemas como el educativo, la salud incluso del delicado y lacerante de violencia e inseguridad que está resultando realmente difícil sobre todo la salud y violencia, incluso superando lo estimado pero que de lograrse aminorar la violencia y dejar de ser letra muerta el derecho constitucional a la educación la salud y el trabajo, el país pueda serenarse. Y ya una vez alcanzado el punto de inflexión en la narrativa nacional ya a favor o en contra del actual gobierno, sin rencores ni vendettas incluso sin sentimientos de triunfo banal ni derrota que por cierto no duran para siempre, podamos reencontrar los cauces de la unidad nacional a pesar de nuestras válidas diferencias ideológicas, religiosas, partidistas o de simple lectura del humor social. Así entonces, estamos en el: Punto de inflexión. ¡Me queda claro!

P.D.- Compraré un mi cachito, quien quita y… ¡ya me vi!   

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