Teresa Mollá Castells*
- No podemos desviarnos
Tenemos una batalla, bueno varias batallas reales pendientes de resolución como lo son legislar para abolir la prostitución y los vientres de alquiler y se está desviando de tal manera la atención que estos dos temas, principalmente el de la abolición de la prostitución que ha sido desplazado del centro del debate político, un espacio en el que nos costó mucho colocarlo. Y hemos de recordar que son millones las mujeres que son tratadas con fines de explotación sexual. Son millones las esclavas sexuales que cada día son explotadas en aras a un capitalismo feroz. Y el tema se ha derivado hacia otro espacio.
Quiero pensar que la riqueza del feminismo es esa precisamente, la riqueza de cuestionarlo todo y ponerlo todo un poco patas arriba con el claro objetivo de la deconstrucción colectiva para abrir paso a reflexiones diversas. Desconozco los motivos que han motivado ese desvío y, por tanto, la necesidad de seguir trabajando individual y colectivamente para abolir la prostitución y dar salidas dignas a las mujeres prostituidas.
Como dice Rosa Cobo, “la prostitución está en el corazón del capitalismo” y urge que se actúe contra ese capitalismo que secuestra, compra y vende mujeres con el único fin de continuar teniendo beneficios sin importarle dejar a esas mujeres sin identidad propia, y, por tanto, sin vida propia más allá de dar beneficios a los proxenetas. Mujeres cada vez más jóvenes para servir a un mercado, el de la satisfacción del deseo mayoritariamente masculino, que las utilizan como se puede utilizar cualquier objeto de usar y tirar. Que las explota hasta la extenuación sin importar para nada los métodos que tengan que utilizar para continuar explotándolas.
Desviar el debate, sacarlo del centro de la agenda política del feminismo es, al menos desde mi punto de vista, hacerle un flanco favor al capitalismo patriarcal que es quien, de una forma u otra nos machaca a todas por ser mujeres, quien nos asesina, nos maltrata, cuestiona nuestras voces permanentemente, nos trata como ciudadanas de segunda clase, nos obliga a trabajar mucho más y en peores condiciones pagándonos menos, nos cosifica permanentemente y así un largo etcétera.
Dejar de hablar de la necesidad de abolir la prostitución o de los vientres de alquiler es, también dejar de luchar y dejar solas a tantas y tantas mujeres que sufren cada día y cada noche en sus carnes el peso del patriarcado más rancio y más capitalista. Dejarlas solas y sin voz que, quizás sea lo peor de todo. Silenciadas, sin recursos y a merced de sus explotadores. Y creo, que el feminismo ha de ser beligerante en la defensa de los derechos de todas las mujeres y niñas. Y las mujeres prostituidas forman parte de ese “todas las mujeres y niñas”.
No podemos mirar a otro lado, no podemos desviar la atención y olvidarnos de esta terrible realidad que tanto daño hace a tantas mujeres y, por ende, a todas. No podemos cejar en nuestro empeño de exigir a los gobiernos de toda clase y condición, desde los Ayuntamientos hasta el del Estado que se tomen medidas para apoyar su reinserción social que las ayude a salir de esa sordidez que es el mundo de la prostitución. Medidas para apoyarlas en su reconstrucción social y personal, para el restablecimiento de su salud física y emocional para comenzar una nueva vida en unas condiciones óptimas. Y, al mismo tiempo, medidas que castiguen con dureza a sus explotadores, a los prostituidores y proxenetas, así como también a los captadores y tratantes de estas mujeres.
Desviar la atención de este tema, tiene consecuencias importantes en nuestra agenda feminista, puesto que nos aleja de un tema candente que, después de mucho tiempo y muchos esfuerzos, habíamos conseguido colocar si no en el centro, casi en el centro de la agenda política feminista.
Urge pues, al menos para mí, colocarlo de nuevo en ese espacio del que no debería haber salido. De ello dependen muchas vidas de muchas mujeres y niñas de todo el mundo. De lo contrario le estamos haciendo el juego al patriarcado que, como sabemos, es nuestro peor enemigo.
Debatir sobre otros temas es también importante, pero siempre que no nos perdamos en debates que nos enfrentan y dividen mientras a muchas mujeres se las mata lentamente cada día mientras se las prostituye en ese estado de nueva esclavitud en el que los proxenetas las mantienen para poderlas explotar.
Desde mi punto de vista, la abolición de la prostitución y la no regulación de los vientres de alquiler son dos temas que deberían copar el centro de la agenda feminista. Y tampoco me quiero olvidar de la necesidad de una correcta educación afectivo sexual para nuestra gente joven y menuda que lleve implícita una visión más igualitaria entre mujeres y hombres también en el espacio de las relaciones sexuales e íntimas. Sin necesidad de consumir ni pornografía ni mucho menos mujeres.
Espero que mis palabras no sean malinterpretadas y llevadas a extremos no deseados, porque en los momentos que estamos no sería ni bueno ni deseable para nada. Solo pretendo ayudar a resituar el debate de estos temas candentes para el feminismo en el espacio de debate que les corresponde: El centro de la agenda política del feminismo.
Otros debates sí, pero sin restar importancia a estos temas que son vitales para tantas y tantas mujeres y niñas.
*Corresponsal, España. Comunicadora de Ontinyent
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Cimacnoticias/Ontinyent, Esp.