. Víctimas de violencia familiar huyen de la violencia en sus casas con lo necesario
Mely Arellano*/Cimacnoticias/Ciudad de México – Tanto comercial que pasan para que denunciemos la violencia familiar, pero cuando vamos a hacerlo, el Ministerio Público (MP) nos dice que si estamos seguras o vamos a regresar a nuestra casa a calentarle las tortillas al marido, y por una u otra razón no te toman la denuncia y así una va perdiendo las ganas, y seguimos aguantando nuestro infierno”, dice Gabina H., de 46 años de edad, habitante de Teziutlán.
A ella y a sus compañeras de la fábrica donde trabaja les consta lo anterior; eso sucede y no son excepciones, sino la regla.
El 23 de enero Gabina huyó de su casa luego de que su marido la amenazara con matar a su hija de 10 años y su hijo de 3, delante suyo y luego matarla a ella, aunque pasara toda la vida en la cárcel.
Con su hijo en brazos, Gabina corrió al MP para denunciar pero no le tomaron su denuncia porque no llevaba documentos.
“Yo salí huyendo, mi hija no se quiso ir conmigo, no sé si por miedo. Agarré a mi hijo, lo envolví en una cobija y me fui a denunciar, pero el MP quería comprobante de domicilio, mi identificación; yo no llevaba nada. No saqué ni mi bolsa. Hasta la fecha no he podido recuperar ninguna de mis cosas, todo se quedó en la casa a donde ya no volví”.
Fue hasta el otro día que Gabina pudo denunciar, con las actas de nacimiento de su hija e hijo. Y obtuvo además, por parte del MP, medidas de protección para evitar que su esposo se acercara a ella.
Sin hija, sin casa, sin ropa, dinero y ninguna de sus pertenencias, a Gabina le tomó tiempo reunir los documentos necesarios para iniciar el juicio de guarda y custodia. Y antes de que pudiera lograrlo, su esposo se le adelantó el 11 de febrero.
En su demanda, el padre de su hija e hijo la acusa de desatenderlos, de no hacerse cargo de su casa, de tener otra pareja y de ser violenta. A su favor, Gabina dice tener fotos de los moretones que le quedaban por los golpes que le daba su marido. Y regresa al mismo punto: “Tantas veces quise denunciar y por una razón o por otra no me la tomaban”.
VIOLENCIA FAMILIAR
Los últimos tres años de la vida conyugal de Gabina fueron de golpes e insultos. Dice que los problemas comenzaron cuando ella se embarazó, pues a su esposo no le gustó la idea. Cuando su hijo nació y ella regresó a su casa, él ya le había asignado otro cuarto, dejaron de hacer vida marital.
Al poco tiempo él reconoció que tenía otra relación. En una ocasión incluso se fue de la casa para vivir con su nueva pareja pero apenas unos días después se regresó.
Su esposo dejó de darle dinero y ella se puso a trabajar en una maquila, lo que sólo agravó los problemas pues entonces comenzó a reclamarle que llegaba tarde, la acusaba de tener otra relación, la celaba.
La violencia se fue incrementando hasta que comenzaron agresiones más graves y amenazas de muerte. Entonces, después de un episodio violento, huyó.
LA CUSTODIA
Ahora, Gabina y su esposo se enfrentan en el juicio por la custodia de su hija e hijo.
De acuerdo con el director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), Juan Martín Pérez García, en esta clase de juicios debe prevalecer el interés superior del menor de edad.
En primer lugar, los menores de edad no deben estar separados, explica Pérez García, pues eso es una violación a sus derechos, “los hermanos son en sí un núcleo familiar, la separación de papá y mamá es un tema adulto que no debería afectar a los hijos”.
Otra cosa que debe vigilar el juez es que no haya alienación parental, es decir que “si alguno de los dos, le habla mal al niño o la niña de la otra parte es violencia psicológica”, pues daña la relación de los menores de edad con su papá o su mamá.
El director de Redim es muy claro al advertir que se trata de un conflicto parental, en el que los niños quedan en medio y suelen ser usados como parte de la batalla, y es facultad del juez vigilar que se respeten sus derechos.
“No hay nada más valioso que vivir en paz -dice Gabina- y después de tantos años de violencia es todo lo que yo quiero, vivir en paz, no quiero que (mi esposo) me dé nada, sólo tener a mis hijos y estar en paz”.
* Este artículo fue retomado del portal ladobe.com.mx
**Con información de Ámbar Barrera