Eduardo González Silva
- Sinar Corzo, el enredo del crimen
Desde el 1o. de diciembre pasado, cuando la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador, como presidente de México, se recrudecieron ya de manera oficiosa las interminables descalificaciones a todo lo que oliera a su gobierno por parte de los oligarcas.
Las críticas arreciaron con el anuncio de la cancelación de lo que sería el faraónico Nuevo Aeropuerto Internacional de México, los “emisarios del pasado”, diría Luis Echeverría, se rasgaron las vestiduras, “los agoreros del desastre” diría López Portillo, pronosticaron el derrumbe de la economía y las finanzas nacionales.
Con el anuncio de la construcción del Tren Maya, los “machuchones”, sacaron del olvido al que terminó en botarga, quien ahora se hace llamar Galeano, comandante o subcomandante del EZLN es lo de menos, y a retar al nuevo gobierno con dicho proyecto para su realización.
Luego sobrevino la ordeña de los ductos de Petróleos Mexicanos, “de arriba y de abajo”, el huachicol. Y para tapar la gravedad del caso, aparecieron las calificadoras internacionales Fitch y otras, para desacreditar el futuro de la empresa productiva del Estado.
Nunca hablaron de la chatarra en que convirtió el viejo régimen a Pemex, pero abrieron la boca cuando se anunció la política de rescate de este ente público, para volver a ser emblema de la nación y orgullo de los mexicanos.
Los privilegiados del sistema, encaramados en los cargos del más alto nivel, renunciaron o se fueron por la demanda, para no dejar de percibir salarios que en ninguna parte del mundo perciben funcionarios públicos.
Y entre esos asuntos y otros más, acá en Chiapas apenas el tres de enero, llegó la noticia del proditorio asesinato del luchador social Sinar Corzo Esquinca.
Un par de semanas después, se difundió la detención de los presuntos homicidas y ya con ello, colorín colorado, solucionado el asunto. En este crimen solo faltaba que apareciera la declaración del asesino solitario.
Al parecer que fueron tres, dicen, no que fue uno y dos más que viajaban en la moto. Pero y quién mató a Sinar Corzo. Tal parece que el caso lo quieren convertir en algo así como una leyenda: hubo una vez un luchador social…
Total, que hay fabricación hasta de inocentes que fueron los autores intelectuales de la muerte de mi entrañable amigo Sinar.
Hay cuestiones en el aire y de las que el fiscal Luis Llaven Abarca (ligado al exmandatario local), tiene qué decir, pues de la muerte de Sinar, tiene además algo que mencionar por igual el autoapodado el “jaguar negro”, el pevemista de cepa Óscar Eduardo Ramírez Aguilar.
Se habla de la fabricación de un inculpado al que se le arrancó bajo tortura la confesión de la autoría de la muerte de Sinar Corzo. Y de la presencia en el asunto del edil de Arriaga, David Parada.
¿Quién asesinó a Sinar Corzo Esquinca? En Chiapas, el caso de los derechos humanos, no es solo el problema de los desplazados indígenas, sino de la falta de garantías individuales para con los luchadores sociales.