San Sebastián del Oeste es una población que debe su belleza a su esplendoroso pasado minero, que en la época de la Colonia lo pobló con más de 20,000 habitantes que buscaban explotar la riqueza de los yacimientos. El cierre de las minas a finales del siglo XIX provocó su transformación en pueblo fantasma, aunque los esfuerzos por aprovechar el atractivo turístico de sus haciendas, ranchos y templos han dado frutos y lo han convertido en uno de los siete Pueblos Mágicos del estado de Jalisco.
Rodeado por un paisaje boscoso de frondosos árboles frutales, pinos y encinos, además de portentosos cafetales, San Sebastián del Oeste se hunde cada mañana en la blanca niebla que cobija a sus escasos, aunque orgullosos, pobladores. Al paso del día, los rayos del sol van iluminando las casonas, ex haciendas y casitas de rojos tejados que permanecen, soberbias, en pie.
Otro protector del poblado es el Cerro de la Bufa, desde donde se puede admirar en todo su esplendor el pequeño pueblito, y en el horizonte, la Bahía de Banderas, que forma ya parte del estado de Nayarit pero que recuerda la incalculable riqueza natural del Bajío mexicano. La cercanía del pueblo con Puerto Vallarta, a solo 60 kilómetros, le brindan un agradable clima entre fresco y tropical la mayor parte del año.
La región de San Sebastián del Oeste parecía no ser diferente a las de los alrededores cuando era habitada por los tecos, antes de la conquista española en 1524. Sin embargo, el descubrimiento de riqueza mineral veinte años después lo convirtió en uno de los principales centros mineros de la Nueva España: su jurisdicción llegó a abarcar los reales de San Sebastián, Real de los Reyes, Jolapa, Real de Santiago y San Nicolás.
A diferencia de otros pueblos mineros que se vieron azotados por la desgracia y tuvieron por ello que detener la explotación de sus suelos, San Sebastián del Oeste vio culminada su productividad a causa de un conflicto laboral con la empresa neoyorquina Mr. Beckar a finales del siglo XIX, que no estuvo de acuerdo con los beneficios obtenidos por los mineros tras una huelga y ordenó el cese de operaciones.
Por un tiempo, San Sebastián proveyó a lomo de mula la sal para el proceso de fundición de las minas que subsistían en los pueblos de la Sierra, pero conforme pasaron los primeros años del siglo XX, los pobladores fueron migrando, con la subsecuente ruina económica que metió a este Pueblo Mágico en el bucle del tiempo.
Como mudo testigo, permanece el cementerio de San Sebastián, construido en el siglo XVIII; en él quedaron las historias de sus personajes, enterrados en lo alto de un antiguo volcán en elaboradas tumbas de cantera, símbolo de épocas mejores.
Qué visitar en San Sebastián del Oeste Pueblo Mágico
El encanto de este Pueblo Mágico comienza desde su plaza principal, pues está rodeada de edificios y monumentos históricos, como El Mesón, una de las más preciadas joyas arquitectónicas del lugar que data de 1729 y ha mantenido su diseño y la función que ha desempeñado por siglos, así como algunas piezas del añejo mobiliario.
Al norte de la plaza se encuentran Los Portales de Morelos; se trata de un sitio enormemente concurrido, pues en su interior hay negocios tradicionales que han conservado sus antiguos nombres, como “La Primavera”, “El Progreso”, “El Porvenir”, “El Nuevo Mundo”, “La Barandilla” y “La Reforma”.
Cerca del centro histórico se ubican varios recintos religiosos muy importantes para los pobladores, en especial el de San Sebastián Mártir, levantada en austero estilo neoclásico por los franciscanos a finales del siglo XVIII, superado por una remodelación en 1897 que modificó sus cúpulas y les brindó un aspecto modernista.
Cada 20 de enero, el pueblo se viste de colores para celebrar la fiesta patronal de San Sebastián, en la que hay música, baile, pirotecnia, cabalgatas y actividades culturales que atraen a cientos de peregrinos y visitantes cada año, así como la del 7 de octubre en honor a la Santísima Virgen del Rosario del Real Alto, que tiene su hogar en el Templo de Real del Alto, antiquísima construcción del siglo XVII cuyo altar está hecho en delicados trabajos de madera tallada.
Alrededor del centro, existen varios lugares muy interesantes para conocer más a fondo la cultura y tradición de San Sebastián. El primero es la Casa Museo Doña Conchita Encarnación, que perteneció a la tatarabuela de una familia española muy cerrada, en cuyo seno se casaban entre sí sus integrantes; por ello, llegó el momento en que doña Conchita llegó a ser esposa, prima y tía de su propio esposo. Esta curiosa historia y muchas otras pueden ser escuchadas en este recinto en voz de Lupita, la guardiana de este legado de fotografías, vestidos, objetos, muebles y recuerdos que cuentan la historia del pueblo a partir de un microuniverso.
Otro agradable lugar en este Pueblo Mágico es la Quinta Mary, donde se produce uno de los mejores cafés orgánicos de la región, ya que sus cafetales se fumigan con chile, cebolla y ajo para evitar por completo el uso de plaguicidas. En sus enormes plantas de producción, no obstante con un toque muy casero, se tuesta, muele y empaca el café y se elaboran deliciosos dulces típicos mexicanos
También en la Fábrica de Puros Artesanales se pueden conseguir magníficos productos locales de tabaco, y para terminar la triada de los placeres, existen varias destilerías de mezcal, que aprovechan los dulces frutos de los cultivos de agave lechuguilla.
Lo imperdible en San Sebastián del Oeste Pueblo Mágico
Las construcciones más emblemáticas de San Sebastián del Oeste son las fincas y haciendas que permanecen en pie, como El Mesón, la Posada del Sol, La Victoria y la Jalisco, que es la más conocida por su belleza, pues desde su entrada se encuentra un puente labrado en cantera cuyo extremo se interna en la profusa vegetación de los cafetales.
Dentro de este complejo quedan diversos vestigios de lo que fue una hacienda minera, como los hornos, la chimenea y los arcos de la entrada. Adaptada como museo, en la Jalisco pueden admirarse objetos del esplendor económico de San Sebastián, como herramientas, piedras preciosas, fotografías, documentos, libros, y otros recuerdos.
Además, hospedarse en la hacienda Jalisco resulta una experiencia muy enriquecedora, pues al no contar con electricidad ni comodidades modernas, representa todo un viaje vivencial al pasado.
Vestigios del antiguo esplendor de San Sebastián son también las minas y cuevas, que abundan en las inmediaciones del Cerro de la Bufa. Las más populares son La Terronera y la de Santa Gertrudis, que se encuentra abierta al turismo después de más de 150 años de haber sido inaugurada para la extracción de plata. Sus túneles bajan 60 metros hacia las profundidades en línea recta, y no son aptos para claustrofóbicos, pues miden apenas 1.80 metros de altura por 1.70 de ancho.
Por último, el Cerro de la Bufa es el marco de los magníficos anocheceres de San Sebastián del Oeste. Los ocasos que se pueden contemplar desde su plaza principal son tan bellos que quitan el aliento. Se trata sobre todo de un pueblo sumamente tranquilo y seguro, donde se pueden pasar tardes de descanso inolvidables en sus fincas, o disfrutar de la naturaleza en lugares como el Rancho Ecoturístico Potrero de Mulas, que tiene cabañas ecológicas en medio de bosques de pino, arroyos y profusos senderos.