Ni más ni menos
¿Ronda el populismo?, ¿desde que mirada?
Socavada la democracia, empuja al populismo: Chantal Mouffe
Impulsarlo fortaleciendo las instituciones
Chantal Mouffe, una de las filosofas politólogas post estructuralista contemporáneas de Europa hace un severo y critico análisis sobre el populismo, cuyas voces hace algún tiempo, dice, “nos advierten contra el peligro del populismo.”
Participante en uno de las conferencias magistrales en el XXII Congreso Internacional del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo (CLAD) celebrado en Madrid, España del 14 al 17 de Noviembre, Chantal, quien mostró su asombro por haber sido invitada al Congreso, y considerarse una mujer de izquierda, me dijo, en entrevista, hizo referencia del temor del populismo por parte del establishmente, “que parece haber empezado a preocuparse por el potencial del descontento social que hasta ahora habían menospreciado” su comentario en alusión a los últimos acontecimientos registrado por el brexit en el Reino Unido y la inesperada popularidad de Trump en Estados Unidos.
Al querer conocer su opinión con respecto al llamado “populismo” adjudicado y etiquetado al tabasqueño Manuel López Obrador, presunto candidato de la izquierda a la presidencia de la República, por el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), solo atino a responder que en el 2006 ella seguidora de López Obrador hubiera votado por él, hoy dijo, desconocer con precisión sus actuales propuesta, por lo que no podría opinar. La presencia del descontento social, acosan, dice, con declaraciones alarmistas que claman que el populismo tiene que ser eliminado porque es una amenaza mortal para la democracia, porque “creen que la demonización del populismo y el temor a un posible retorno del ‘fascismo’ van a ser suficientes para conjurar el crecimiento de partidos y movimientos que ponen en cuestión el consenso neoliberal.”
El análisis de la politóloga se centra en la “histeria anti-populista” y desde donde reflexiona para examinar lo que ha estado en juego en la emergencia de los movimientos llamados ‘populistas’ en los últimos años en Europa, donde es imperioso, dice “establecer un análisis sereno del estado actual de nuestras democracias a fin de visualizar la manera de fortalecer las instituciones democráticas contra los peligros a los cuales están expuestas. Y asegura que esos peligros son reales, pero provienen del abandono por parte de los partidos que se presentan como ‘democráticos’ de los principios de soberanía popular e igualdad, los cuales son constitutivos de una política democrática.
El análisis de la filósofa belga, es una radiografía, que puede bien trasladarse a América Latina. Ella señala que, con el auge del neoliberalismo, esos principios de soberanía popular “han quedado relegados a categorías zombis, y nuestras sociedades han entrado en una era ‘post-democrática’”.
Retomo el análisis profundo que refiere a manera de hacerlo más explicito. Ella acota: ¿Qué se entiende exactamente por ‘post-democracia’? y clarifica el significado de ‘democracia’. Etimológicamente democracia proviene del griego demos/kratos, y significa poder del pueblo. Se trata de un principio de legitimad que no se ejerce en abstracto, sino a través de instituciones determinadas.
En Europa, dice, cuando hablamos de ‘democracia’ nos referimos a un modelo específico: el modelo occidental que resulta de la inscripción del ideal democrático en un contexto histórico particular. Ese modelo –que ha recibido una variedad de nombres: democracia moderna, democracia representativa, democracia parlamentaria, democracia constitucional, democracia liberal, democracia pluralista– se caracteriza por la articulación de dos tradiciones diferentes. Por un lado, la tradición del liberalismo político: el Estado de derecho, la separación de los poderes y la defensa de la libertad individual; por otro lado, la tradición democrática, cuyas ideas centrales son la igualdad, la identidad entre gobernantes y gobernados y la soberanía popular.
Propone concebir la articulación de esas tradiciones bajo el modo de una configuración paradójica, como el locus de una tensión que define la originalidad de la democracia liberal y garantiza su carácter pluralista. La lógica democrática de construir un pueblo y de defender prácticas igualitarias es necesaria para definir un demos y subvertir la tendencia al universalismo abstracto del discurso liberal; pero la articulación con la lógica liberal permite desafiar las formas de exclusión que son inherentes en las prácticas políticas de determinar el pueblo que ha de gobernar. (La Paradoja democrática)
La política liberal democrática, enononces, consiste en un constante proceso de negociación –por medio de distintas articulaciones hegemónicas– de esa tensión constitutiva que se expresa en términos políticos por la frontera entre derecha e izquierda, y sólo puede estabilizarse temporalmente mediante negociaciones pragmáticas entre fuerzas políticas, y dichas negociaciones siempre establecen la hegemonía de una de ellas.
En su revisión histórica de la democracia liberal pluralista, Chantal constata el predominio de la lógica liberal, y en otras el predominio la lógica democrática, las dos lógicas permanecieron activas, y la posibilidad de una negociación agonística entre derecha e izquierda –propia del régimen liberal-democrático–, siempre se mantuvo.
Y aclara que “si se puede calificar la situación actual como ‘post-democracia’ es porque en los últimos años, con el debilitamiento de los valores democráticos como consecuencia de la implementación de la hegemonía neoliberal, esa tensión constitutiva ha sido eliminada y han desaparecido los espacios agonísticos donde diferentes proyectos de sociedad podían confrontarse”.
El populismo depende como se vea. Pero la filosofa hace un severo análisis y evidencia el uso, digo yo, del termino, que se adjudica para menospreciar a los partidos políticos tanto de izquierda como de derechas.
Y explica que en el terreno político esa evolución se manifestó a través de lo que ha propuesto llamar la ‘post-política’ para apuntar al desdibujamiento de la frontera política entre derecha e izquierda.
Con ese término, la filosofa refiere al consenso establecido entre los partidos de centro-derecha y de centro-izquierda sobre la idea de que no había alternativa a la globalización neoliberal. Bajo el pretexto, dice, de la ‘modernización’ impuesta por la globalización, los partidos socialdemócratas aceptaron los diktats (dictados) del capitalismo financiero y los límites que imponían a las intervenciones del Estado en las políticas redistributivas.
Chantal, señala así, como el papel de los parlamentos y de las instituciones han permitido a los ciudadanos influir sobre las decisiones políticas fue drásticamente limitado, y los ciudadanos han sido despojados de la posibilidad de ejercer sus derechos democráticos. Las elecciones ya no ofrecen ninguna oportunidad de decidir sobre verdaderas alternativas por medio de los partidos tradicionales de ‘gobierno’. La política ha pasado, dice, a ser una mera cuestión técnica de gestión del orden establecido, un dominio reservado a la competencia de expertos. Lo único que permite la post-política es la alternancia bipartidista en el poder entre los partidos de centro-derecha y de centro-izquierda. Todos aquellos que se oponen a ese ‘consenso en el centro’ son percibidos como ‘extremistas’ y calificados de ‘populistas’.
Y arremete; La soberanía popular ha sido declarada obsoleta, y la democracia ha sido reducida a su componente liberal. Así fue socavado uno de los pilares del ideal democrático: el poder del pueblo. Por cierto, se sigue hablando de ‘democracia’, pero sólo para indicar la presencia de elecciones y la defensa de los derechos humanos.
La radiografía europea, explica Chantal, registra cambios a nivel político que han tenido lugar en el contexto de un nuevo modo de regulación del capitalismo, en el cual el capital financiero ocupa un lugar central. Con la financiarización de la economía se produjo una gran expansión del sector financiero a costa de la economía productiva. Bajo los efectos conjuntos de la desindustrialización, de la promoción de cambios tecnológicos y de procesos de relocalización hacia países donde la fuerza de trabajo era más barata, se redujeron los puestos de trabajo.
En un articulo, que llama el Reto Populista, Chantal hace un análisis de las posturas de los partidos adecuan sus políticas en el marco de políticas, ungidos en el poder, digo yo, equivocadas que han llevado a condiciones difíciles y de marcadas desigualdades, derivada de las políticas de privatización y desregulación que contribuyeron a crear una situación de desempleo endémico, añadidas, dice, los efectos de las políticas de austeridad que fueron impuestas después de la crisis de 2008, se pueden entender las causas del aumento exponencial de las desigualdades que se ha presenciado en varios países europeos, particularmente en el sur. Esa desigualdad ya no afecta solamente a las clases populares, sino también a buena parte de las clases medias, que han entrado en un proceso de pauperización y precarización. Verbigracia, México.
Chantal, aspira a que en los próximos años el eje central del conflicto político se va a dar entre populismo de derecha y populismo de izquierda, y resulta imprescindible que los sectores progresistas entiendan la importancia de involucrarse en esa lucha. Idear un populismo de izquierda requiere visualizar la política de manera que se reconozca su carácter partisano, como grupo civil organizado.
Pero sugiere descartar la perspectiva racionalista dominante en el pensamiento político liberal-democrático y reconocer la importancia de los afectos comunes (lo que llamo las ‘pasiones’) en la formación de las identidades colectivas. A través de la construcción de otro pueblo, de una voluntad colectiva que resulte de la movilización de las pasiones en defensa de la igualdad y de la justicia social, se puede combatir la política xenófoba promovida por el populismo de derecha.
Para Europa, al recrear fronteras políticas, acota: el ‘momento populista’ que se vive señala un ‘retorno de lo político’, que puede abrir la vía para soluciones de índole autoritarias –a través de regímenes que debilitan las instituciones liberales democráticas–, pero que también puede conducir a una reafirmación y profundización de los valores democráticos. Todo va a depender del tipo de populismo que salga victorioso de la lucha contra la post-política y la post-democracia, asevera la politóloga.
El análisis retomado aquí, en una mirada desde el movimiento europeo en el progreso de la democracia desde el populismo que en México no terminamos de entender. Conferencia retomada porque alude en el comparativo a lo que no solo se vive en muchas partes del mundo, sino en México. Llama a la reflexión.